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Las otras muertes del covid: "Mi padre tenía cáncer y le dijeron que cambiase el colchón"
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Las otras muertes del covid: "Mi padre tenía cáncer y le dijeron que cambiase el colchón"

Los hijos de José María Montoya relatan cómo han sido las últimas semanas de su padre, al que diagnosticaron un cáncer en julio a pesar de llevar desde marzo con dolores

Foto: Guillermo, en Copenhague, con una foto de su padre José María. (Cedida)
Guillermo, en Copenhague, con una foto de su padre José María. (Cedida)

José María Montoya tenía 82 años cuando murió el pasado 5 de agosto. A pesar de su edad, se mantenía en forma gracias a la natación y a los largos paseos que daba por Getxo (País Vasco), donde vivió media vida trabajando como delegado comercial. En marzo, en pleno confinamiento, empezó a experimentar insomnio por las noches, aunque fue un repentino dolor de espalda, localizado en el omóplato, el que le decidió a llamar al centro de salud.

“Le dijeron que era ansiedad, le recetaron lorazepam y paracetamol para los dolores y listo”, cuenta su hija Mónica, que todavía no se explica haber enterrado tan rápidamente a su padre. “Ni dios pensamos que iba a acabar así, era muy sano, y en cuestión de días, se fue…”.

Como los dolores no remitían ni con las pastillas, José María volvió a llamar al ambulatorio, pero cuando la doctora le cuelga, tiene otra receta para unos antidepresivos en la cartilla. También pregunta si debe cambiar el colchón para ver si el dolor de espalda remite, le dicen que sí, que "igual" tiene algo que ver. No fue así.

Entre un 25% y un 30% de los casos de cáncer ha quedado sin diagnosticar con la pandemia

“No le mandan ninguna prueba. Puedes decir lo del colchón, pero tienes que asegurarte de que es eso, no dejar a un paciente desatendido", sigue relatando Mónica. "Cuando llega junio, pedimos una cita presencial, le hacen una radiografía y una analítica pero dicen que está todo normal. Yo me quedé tranquila, además, en febrero había tenido revisión porque padecía EPOC [enfermedad pulmonar obstructiva crónica] desde hacía cinco años y pensé que si era algo más grave, lo habrían detectado. Un cáncer no sale en dos días...”.

Un mes después, tras otra visita al centro de salud, le repiten la radiografía. Esta vez, le encuentran una bolsa de líquido en la pleura. Y a partir de ahí, todo se precipita. “Esa semana le hicieron un tac de contraste, una analítica y una broncoscopia…”.

El covid-19 relega al olvido el resto de enfermedades

Mónica tiene todas las fechas grabadas para siempre en la memoria. “El 18 de julio, fue al centro de salud por su propio pie, pero el 30, cuando fuimos a recoger las pruebas, apenas pudimos ir andando, del bajón que había dado”. Ya había perdido 10 kilos. Cuando llegaron, les dieron la fatal noticia. “Nos dicen que tiene un tumor pulmonar en fase 4, con metástasis en columna, cadera y hueso sacro. No podían hacer nada por él, ni quimioterapia”, dice con angustia en la voz.

Cinco días después, el 5 agosto, José María pasó a engrosar la cifra de los muertos que no tienen dueño: no son causados (al menos oficialmente) por el covid, pero sin los efectos del covid seguramente no se habrían producido en estos meses. Si se toman los datos de exceso de mortalidad menos las muertes atribuidas al covid, desde la primera ola representan casi 24.000 personas. Del total de exceso, el 83% es como José María, mayores de 75 años.

Sé que mi padre seguramente no habría sobrevivido, a su edad y con un cáncer… Pero sí podría haber vivido más

“Sé que mi padre seguramente no habría sobrevivido, a su edad y con un cáncer… Pero sí podría haber vivido más. O al menos, con mejor calidad los últimos días de su vida”, cuenta Guillermo Montoya, su hijo y encargado de contarle que la enfermedad que le acababan de detectar se lo llevaría en unos días. “Todavía no sé cómo lo afrontó tan estoicamente. Se quedó callado, no dijo nada, solo que no quería padecer dolor”, explica al teléfono desde Copenhague, donde emigró en busca de una salida como químico físico que no encontraba en España. Allí se dedica a la investigación, precisamente, del desarrollo de los tumores a nivel molecular. “Nos dicen que tenemos la mejor sanidad del mundo, pero no es verdad, ya no lo es, porque han degradado todo el sistema desde hace años”, afirma.

El covid ha enseñado las costuras de un sistema de salud incapaz de absorber una emergencia como la actual. Sus efectos se han notado especialmente en la Atención Primaria, que ha tenido que priorizar el ‘bicho’ por encima de cualquier otra enfermedad. Como contábamos hace unos días, esto ha producido una desatención médica que ha afectado al diagnóstico y tratamiento de los pacientes de cáncer y otras enfermedades. “Cuando tú notas unos síntomas que no son normales, pides cita en Primaria y se valora o se manda a un especialista. El problema es que este paso nos lo estamos saltando por la saturación en los ambulatorios y el miedo que ha habido a ir a hospitales. Todo se ha reorientado al covid y los pacientes con cáncer han quedado relegados a un segundo plano”, apuntan desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), donde estos días están estudiando el efecto que la pandemia ha tenido en los pacientes con cáncer. De momento, según sus datos preliminares, entre un 25% y un 30% de los casos han quedado sin diagnosticar estos meses. “El cáncer estaba, está y estará, no podemos dejarlo de lado: cada día mueren 300 personas por esta causa”, añaden.

Todo se ha reorientado al covid y los pacientes con cáncer han quedado relegados

Aunque todavía no existen cifras para medir su impacto, desde AECC tienen claro que casos como el José María, el de Olatz o el de Sonia no son aislados, y que los efectos del covid en otras patologías serán dramáticos cuando podamos hacerles caso. Solo en casa de los Montoya, los efectos colaterales del covid se han notado dos veces: a los días de morir su padre, Mónica buscó una segunda opinión sobre las piernas hinchadas de su madre, para las que le habían recetado unos diuréticos unos días antes. Ha resultado ser un problema en el corazón. “He cogido un seguro privado para que la lleven, porque para la Seguridad Social me daban cita en un mes y no queremos que vuelva a pasar lo mismo”, explica.

Guillermo busca respuestas a la muerte de su padre preguntándose cómo nadie ha planteado todavía investigar la gestión de esta pandemia, como sí está ocurriendo en otros países como Francia o Italia. “La Fiscalía debería actuar de oficio, aunque sea una catástrofe, igual que pasó con el accidente del AVE a Galicia o el Yak-42. O al menos una auditoría, para ver en qué y por qué se ha fallado”.

A 2.000 kilómetros de distancia, los dos hermanos coinciden en la misma sensación desde que dijeron adiós a su padre sin, ni siquiera, poder celebrarle un funeral: “No decimos que el resultado no hubiera sido el mismo, pero si le hubieran hecho caso cuando empezó con los dolores, quizás habría podido vivir con quimio o radio un año, dos o cinco… Y, al menos, poder disfrutar y ver crecer un poco más a sus nietos”.

José María Montoya tenía 82 años cuando murió el pasado 5 de agosto. A pesar de su edad, se mantenía en forma gracias a la natación y a los largos paseos que daba por Getxo (País Vasco), donde vivió media vida trabajando como delegado comercial. En marzo, en pleno confinamiento, empezó a experimentar insomnio por las noches, aunque fue un repentino dolor de espalda, localizado en el omóplato, el que le decidió a llamar al centro de salud.

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