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Sexo, una pelea y una visita al cementerio, así fue la noche del doble parricidio de Godella
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dudas con el papel del padre

Sexo, una pelea y una visita al cementerio, así fue la noche del doble parricidio de Godella

¿Por qué el padre no se despertó durante los crímenes? ¿Por qué no llamó antes para pedir ayuda? Seguro que el juez le formulará esas dos preguntas cuando Gabriel declare ante su presencia

Foto: La Guardia Civil investiga la muerte de dos menores en Godella. (EFE)
La Guardia Civil investiga la muerte de dos menores en Godella. (EFE)

Para Gabriel, María y sus hijos Ichel y Amiel la noche arrancó con cierta normalidad, como la de cualquier familia. Cenaron y se recostaron en el sofá hasta quedarse dormidos. Los despertó el persistente lloro de su bebé. "Tenía hambre", explicó Gabriel a los investigadores. "Vi cómo María lo cogía y cómo ella se acomodó de nuevo en el sofá para darle de mamar". Él aprovechó para llevar en brazos a su hijo mayor hasta la cama. Lo recostó y se tumbó a su lado. "No sé qué hora era, pero a lo largo de la noche me desperté durante unos segundos y comprobé que María y el bebé se habían unido a nosotros y estaban tumbados en la cama". La ternura de la escena no reflejaba la tragedia que se avecinaba.

El siguiente despertar de Gabriel fue brusco. "María se había subido encima de mí. Estaba completamente desnuda. Me dijo: 'Hazme el amor ahora mismo. Hace mucho tiempo que no me tocas'. La noté muy rara. Tenía la piel fría. Entonces me di cuenta de que los niños habían desaparecido. Le pregunté a María: '¿Dónde están Ichel y Amiel?'. 'No te preocupes. Ellos están bien. Ahora acompañan a Dios y están en paz. Hazme ya el amor', respondió ella". Gabriel, cada vez más nervioso, le insistió varias veces, pero María contestaba siempre lo mismo. "Una de las veces hasta me puso la mano sobre el corazón y susurró que estaban allí dentro", explicó a los investigadores de la Guardia Civil.

Foto: El padre de los dos niños hallados muertos en Godella, Gabriel. (EFE)

La tensión y la zozobra iban en aumento. Al padre de los niños no le gustaban las respuestas que su pareja le estaba ofreciendo, pero a pesar de persistir no lograba que María estructurase un argumento con algo de lógica. Parecía encerrada en su absurda locura. De repente, María cambió de razonamiento y dio una nueva explicación: "Los he dejado en el cementerio de Godella". Tal era la ansiedad de Gabriel que no se paró a reflexionar. "Llévame inmediatamente hasta ellos", pidió lleno de inquietud.

Salieron de la casa como estaban, ella completamente desnuda y él con la camiseta y la ropa interior con la que se había ido a la cama. Llegaron hasta el cementerio, pero no pudieron entrar porque las puertas estaban cerradas. Aun así Gabriel le pidió que le señalara dónde había dejado a los pequeños. Como respuesta ella señaló unos matorrales. "Me acerqué, pero allí no había nada", reconoce Gabriel. "Supe que me estaba mintiendo y decidí volver a casa con la idea de pedir ayuda".

"Por favor, María", le imploró a través de la puerta, "dime dónde están los niños". Ella no respondía

Gabriel caminaba deprisa, incluso tiraba de la mano de María para que ella fuese más rápido. "Pensé que quizá los había arrojado a un pozo que había en la parcela o incluso a la piscina y quería mirar allí. Cuando estábamos llegando a la casa, María echó a correr como una loca. Salí detrás de ella, pero le dio tiempo a encerrarse en la vivienda. Abrí con las llaves, pero ella había tenido tiempo para esconderse en una habitación y poner muebles para reforzar la puerta y que no pudiese entrar. Aproveché para buscar a los niños. Miré dentro del pozo y en la piscina, pero allí no los encontré. Vi algo de sangre en el borde y quise llamar por teléfono pero no encontré ninguno de los teléfonos".

placeholder El padre de los dos niños. (EFE)
El padre de los dos niños. (EFE)

El ansia le asfixiaba y solo María le podía dar una respuesta. "Por favor, María", le imploró a través de la puerta, "dime dónde están los niños". Ella no respondía, pero de repente abrió la puerta y escapó corriendo. "Yo estaba muy alterado. La perseguí y al principio del camino la plaqué. Los dos caímos al suelo. La agarré con fuerza y la llevé hasta la casa, pero María estaba endemoniada y tenía una fuerza descomunal. Nos peleamos. Yo quería que se desmayase y le di varios golpes". Su idea era que perdiera el conocimiento para poder controlarla y con la esperanza de que regresara a la cordura al despertar, pero era tal la energía de María que tuvo que dejarla marchar. Es a partir de ese momento en el que la ven los vecinos corriendo desnuda y gritando que Gabriel la había pegado y quería matarla. Y también son pocos minutos los que transcurren hasta que un hombre se acerca a hablar con Gabriel y este le pide el teléfono para llamar a la abuela materna y pedirle ayuda.

Para los investigadores la participación de María en los crímenes es clara y por eso el juez la mandó a prisión provisional; sin embargo, no hay en todas las pesquisas una prueba directa o indirecta de la participación de Gabriel en los asesinatos. La única razón para mantener a Gabriel encerrado son las dudas de su señoría. ¿Por qué no se despertó durante los crímenes? y ¿por qué no llamó antes a pedir ayuda? Seguro que le formulará esas dos preguntas cuando finalmente Gabriel declare ante su presencia.

Para Gabriel, María y sus hijos Ichel y Amiel la noche arrancó con cierta normalidad, como la de cualquier familia. Cenaron y se recostaron en el sofá hasta quedarse dormidos. Los despertó el persistente lloro de su bebé. "Tenía hambre", explicó Gabriel a los investigadores. "Vi cómo María lo cogía y cómo ella se acomodó de nuevo en el sofá para darle de mamar". Él aprovechó para llevar en brazos a su hijo mayor hasta la cama. Lo recostó y se tumbó a su lado. "No sé qué hora era, pero a lo largo de la noche me desperté durante unos segundos y comprobé que María y el bebé se habían unido a nosotros y estaban tumbados en la cama". La ternura de la escena no reflejaba la tragedia que se avecinaba.

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