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Francisco, el porteador que chantajea a sus clientes secuestrando sus muebles
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precio tres veces menos que el de mercado

Francisco, el porteador que chantajea a sus clientes secuestrando sus muebles

El método es tan sencillo que hasta sorprende. Esta es la historia de una de las primeras afectadas de las que se tiene conocimiento. Sus muebles llevan secuestrados algo más de 13 años

Foto:  Lugar donde almacenaba los muebles. (EC)
Lugar donde almacenaba los muebles. (EC)

Se llama Francisco, tiene 73 años, una empresa de mudanzas y un reguero de víctimas que le han denunciado por secuestrar sus muebles. Personas vale, pero ¿cómo se secuestra un mueble? El método es tan sencillo que hasta sorprende. Esta es la historia de una de las primeras afectadas de las que se tiene conocimiento. Se llama Merche. Ella, según consta en el sumario al que ha tenido acceso El Confidencial, el 3 de febrero de 2005 llama por teléfono a Francisco, dueño de la empresa Transportes y Mudanzas F. Merino. "Yo estaba viviendo en Torrevieja", explica la mujer, "pero me había quedado sola y decidí regresar a Bilbao donde tenía a toda mi familia. Busqué una empresa de mudanzas en las páginas amarillas y encontré esta. El trabajo era fácil, tenían que trasladar mis enseres, mi ropa, todo lo que había acumulado a lo largo de una vida de una casa a otra. Pregunté precio y Francisco lo calculó rápido: eran de 700 euros". Nadie en su sano juicio hubiese rechazado una oferta así. La distancia entre Torrevieja y Bilbao es de 841 kilómetros y el precio estaba tres veces por debajo del de mercado.

"Vinieron a media noche a cargar los muebles. Lo primero que me exigió fue la mitad del dinero. Le puse uno tras otro todos los billetes en la mano. Cuando se los guardó en el bolsillo me dijo: 'He traído un camión grande, así que mete todo lo que quieras que te sale por el mismo precio'. Claro, yo aproveché. Como al día siguiente viajaba a Bilbao en autobús de línea, pues lo cargué todo. Pensé que así iría más cómoda".

Foto: Un coche de la Policía Nacional (Reuters).

Los operarios, como hormiguitas, comenzaron a embalar y mover bultos. Merche estaba feliz. Iba a comenzar una nueva vida junto a sus seres queridos y, además, el precio de la mudanza era una auténtica ganga. Cuando terminaron de cargar los muebles, todavía de madrugada, el idílico sueño comenzó ensombrecerse. Así lo cuenta Merche: "Va y me dice Francisco: 'Tiene que pagarme ahora lo que falta'. Yo le contesto: 'Pero eso no era lo acordado. Nuestro acuerdo es que la mitad ahora y la otra mitad en la entrega en Bilbao'. Su respuesta me dejó helada: 'Es sencillo, he traído un camión grande, si no paga lo que falta de golpe ahora, tiene que bajar usted sola los muebles del camión, porque no hacemos el transporte'. Era de madrugada, estaba sola y ante el problemón, decidí ir a un cajero, porque no tenía más dinero encima, y sacar lo restante". Se lo entregó y solo así consiguió Merche que el camión con toda su vida dentro se moviera de allí.

placeholder  Merche, una de las víctimas
Merche, una de las víctimas

"Unas horas después", recuerda la mujer, "me fui a Bilbao en autobús con la idea de que la mudanza llegaría antes que yo. Que estarían allí. Pero llegué y mi sorpresa fue que el camión no había llegado todavía". Extrañada llama por teléfono a Francisco y le pregunta dónde estaba. Ese es el momento en el que llega el chantaje: "Si quiere recuperar los muebles me va a tener que pagar 2.300 euros más", le anunció el trasportista. "Pero ¿cómo que más?", preguntó ella indignada. "¡Si me dijiste 700 euros y ya te los he pagado!". Se enzarzan en una discusión y Merche desesperada le cuelga el teléfono. "Luego yo misma pensé, este hombre se ha equivocado de persona. Ha debido confundirme con otra Merche, porque yo ya le había pagado todo. Le vuelvo a llamar y entonces va y me dice que si deseo recuperar mis muebles son 3.000 euros más sobre el precio que me había dado hacía unos segundos. Creí volverme loca. La última vez que le llamé me exigía 60.000 euros. Me asusté, porque pensé: 'Pero si con esa cantidad te compras un apartamento en la playa'. Claro, me negué a pagárselo". Los muebles de Merche llevan secuestrados 13 años, un mes y veinte días y el precio del rescate aumenta cada día.

placeholder Imagen de algunos de los objetos presuntamente secuestrados. (EC)
Imagen de algunos de los objetos presuntamente secuestrados. (EC)

"En ese camión no solo iban mis muebles, también viajaban todos mis recuerdos, los partes médicos, las escrituras de mi casa, las cartillas de ahorro, las fotos de mi boda, las de mis hijas al nacer. Ahora me es imposible enseñarles a mis nietas imágenes de sus madres y decirles: 'Mira cómo te pareces'. Lo pasé muy mal y caí en una depresión. Toda mi vida iba en ese camión. Tuve que empezar desde cero. Como el que acaba de nacer. Me dejó con el chándal que llevaba puesto el día de la mudanza. Nada más".

placeholder  Documento que firmaban las víctimas
Documento que firmaban las víctimas

¿Cómo es posible que este hombre presuntamente le secuestrara los muebles y no pasara nada? ¿Cuál es el truco? Lo explica la propia Merche: "Cuando terminaron de cargar los muebles y yo le hube pagado el precio completo, él me dio una factura. Recuerdo que era de madrugada. Me la enseñó allí, en la misma calle, y claro de noche y yo sin las gafas, firmé lo que me puso delante porque me fié de él". Esa fue la trampa. Si uno lee la letra pequeña, descubre que Merche no pagaba por lo que habían acordado verbalmente, el traslado de muebles de Torrevieja a Bilbao, sino "que descubro que lo que yo contraté es que llevaran los muebles hasta el Campello para almacenarlos allí en un guarda muebles". A ese documento se agarra Francisco para no entregarle los muebles y la deuda va aumentando. Son bastantes las víctimas de este transportista. Hasta el punto de que se han organizado en una plataforma llamada "Mudanzas Fraudulentas". Entre los afectados hay quienes cuentan que cuando la deuda se hace grande, Francisco la reclama vía ejecutiva y que encima ha habido algún caso en el que han embargado la nómina al afectado. Merche define el sentimiento de todos en una frase: "Somos personas sin pasado".

placeholder  Parte de los muebles almacenados. (EC)
Parte de los muebles almacenados. (EC)

La presunta estafa tiene un capítulo más. "No sé si tendrá todavía mis cosas almacenadas", explica Merche, "ni si podré recuperar las fotos de mis hijas y de mi boda porque el Francisco este tiene en el propio guardamuebles un negocio de venta de muebles de segunda mano, así que quizá los ha vendido".

Este martes se iba a celebrar un juicio contra Francisco acusado por cuatro de sus víctimas, entre otras cosas, de estafa continua grave, pero ha sido suspendido. Según Juan Gonzalo Ospina, abogado penalista de alguno de los afectados: "Habíamos pedido que determinados testigos declarasen por videoconferencia porque son mayores, alguno ronda los 90 años, y viven lejos de Madrid. No sabemos qué ha pasado, pero el juzgado ha tenido problemas localizando a los testigos y al final se ha suspendido. El juicio se tenía que celebrar este próximo martes y algunas citaciones llegaron el jueves pasado. Un despropósito incomprensible".

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Se llama Francisco, tiene 73 años, una empresa de mudanzas y un reguero de víctimas que le han denunciado por secuestrar sus muebles. Personas vale, pero ¿cómo se secuestra un mueble? El método es tan sencillo que hasta sorprende. Esta es la historia de una de las primeras afectadas de las que se tiene conocimiento. Se llama Merche. Ella, según consta en el sumario al que ha tenido acceso El Confidencial, el 3 de febrero de 2005 llama por teléfono a Francisco, dueño de la empresa Transportes y Mudanzas F. Merino. "Yo estaba viviendo en Torrevieja", explica la mujer, "pero me había quedado sola y decidí regresar a Bilbao donde tenía a toda mi familia. Busqué una empresa de mudanzas en las páginas amarillas y encontré esta. El trabajo era fácil, tenían que trasladar mis enseres, mi ropa, todo lo que había acumulado a lo largo de una vida de una casa a otra. Pregunté precio y Francisco lo calculó rápido: eran de 700 euros". Nadie en su sano juicio hubiese rechazado una oferta así. La distancia entre Torrevieja y Bilbao es de 841 kilómetros y el precio estaba tres veces por debajo del de mercado.

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