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Ofensiva contra unas oposiciones del siglo XIX: "Memorizar temas ya no sirve de nada"
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ante el nuevo acceso a la función pública

Ofensiva contra unas oposiciones del siglo XIX: "Memorizar temas ya no sirve de nada"

El programa socialista de cambiar las oposiciones y el escándalo con la prueba de los docentes avivan el debate. Los defensores del sistema defienden que frena el amiguismo

Foto: Examen de oposición al Gobierno vasco. EFE
Examen de oposición al Gobierno vasco. EFE

Jorge Díaz Lanchas es economista y profesor de la Universidad de Loyola Andalucía y se encuentra opositando a una plaza en la Comisión Europea. "Hemos tenido pruebas ligadas a comprensión lectora, cálculo matemático, pensamiento abstracto, resolución de dilemas éticos en un tiempo ajustado. El primer examen es como un psicotécnico, el primer gran filtro. Luego hay pruebas individuales y finalmente vas a Bruselas a dinámicas de grupo y a defender tu currículum ante un tribunal. Un compañero tuvo una prueba en la que recibía en tiempo real una serie de correos electrónicos con tareas y tenía que ir contestando y priorizando", cuenta por teléfono. Ha preparado las oposiciones a ratos, manteniendo su trabajo. Las plazas se anuncian con mucho tiempo y el proceso de selección se parece más al de una multinacional que al de un ministerio español.

Su experiencia, que explicó en Twitter, contrasta con la de su pareja, que está preparando oposiciones al Ministerio de Justicia en España. Ella ha tenido que dejar de trabajar durante años para centrarse en un temario que no valora sus ocho años de experiencia como abogada. "En España no se sabe cuándo sacarán las plazas y quien decide presentarse tiene que dejar de trabajar o no sé cómo se pueden organizar con temarios tan amplios, y menos si tienes obligaciones familiares". En este país, critica Díaz Lanchas, los opositores pasan años preparando los exámenes, a veces los mejores de su vida, memorizando temarios en un sistema obsoleto, desigual e ineficaz.

Su conocimiento del sector viene de largo. "Hace unos años me encargaron unos temas para la oposición a un cuerpo superior del Estado. Me parecía absurdo tener a alguien dos años de su vida estudiando lo que yo había escrito. No se miden muchas capacidades de la persona como las habilidades para negociar. Además, no se valora la experiencia laboral previa. La idea de memorizar leyes tendría sentido hace 30 años, pero hoy donde todo está a un golpe de clic no tiene especial interés. Las leyes a veces son antiguas y otras son modificadas". No es solo que, en su opinión, la oposición no selecciona bien, sino que deja a miles y miles de jóvenes brillantes rezagados en el mercado laboral si en el examen tienen un mal día. "Si no saca la oposición, la persona sufre un ajuste brutal en su carrera. Volver a engancharse es duro: te deprecias y encima con un estigma negativo".

El presidente de los altos funcionarios: "El sistema deja a gente buena fuera y puede que no valore todas las competencias, pero pocos malos entran"

Su testimonio ha tenido eco porque llega en un momento en que el sistema de acceso a la Función Pública y toda la carrera de los funcionarios está en cuestión. El Gobierno del PSOE, que en su programa electoral ya se comprometió a "modificar el acceso al empleo público", "revisar sistemas, pruebas y programas para reducir el componente memorístico, valorar la experiencia profesional previa e introducir periodos evaluables de formación y prácticas", ha encargado un informe para modernizar la Administración al exministro Jordi Sevilla.

El caos en las oposiciones a secundaria, con notas sospechosamente bajas y sin ninguna trasparencia, con miles de familias preguntándose qué ha pasado, ha abonado el debate. ¿Realmente el acceso al sector público es igualitario, útil y justo? A grandes rasgos, hay unanimidad en una cosa: el sistema de acceso es mejorable. Pero frente a muchos expertos que proponen derribar el sistema y empezar de cero, entre los funcionarios, los que en su día aprobaron, muchos defienden que el sistema evita el amiguismo y el enchufismo —un mal endémico español—y que el resultado no es tan malo. Lo resume en una frase Jordi Solé Estalella, presidente de Fedeca, la federación de altos funcionarios: "El sistema actual de oposiciones deja a gente buena fuera, pero son pocos los malos que entran".

Rafael Jiménez Asensio, consultor de instituciones públicas de larga trayectoria, es de los expertos que no ahorra críticas: "El sistema actual de oposiciones es más viejo que el crimen" y está "totalmente obsoleto". "Está basado en un patrón decimonónico en el que básicamente se memorizan contenidos para cantarlos ante un tribunal". En su opinión, este proceso de selección no filtra a las personas más aptas para cada puesto, sino a aquellas capaces de memorizar grandes cantidades de información.

El PSOE se comprometió a "revisar sistemas y pruebas para reducir el componente memorístico y valorar la experiencia profesional previa"

Sin embargo, continúa, las habilidades que se necesitan hoy en día en plena revolución digital no están cubiertas. Pone como ejemplo las plazas de administrativo. "Siguen convocando plazas para trabajos que van a desaparecer en unos años". "¿Qué buscamos, personas que resuelvan problemas con las herramientas que están al alcance de todos o empleados con manguito que sepan buscar en repertorios de papel la norma aplicable?", se pregunta.

Jiménez Asensio sabe de lo que habla: ha sido alto funcionario en el País Vasco, profesor de la Escuela Judicial, ha impartido clases en varias universidades y trabajado como consultor para administraciones públicas y gobiernos como el de la Generalitat. Cree que es uno de los grandes desafíos que afronta España y un tema al que casi nadie presta atención. "Esto nos va a generar un problema enorme en el futuro. No se tienen en cuenta competencias digitales, ni idiomáticas, que deberían ser imprescindibles. Y luego las llamadas habilidades blandas: iniciativa, creatividad, pensamiento crítico, lo realmente importante en una sociedad en la que las máquinas acabarán haciendo todo el trabajo mecánico y el valor añadido del hombre quedará reducido a este tipo de talentos que se pueden identificar con test de personalidad, de creatividad...".

El presidente de Fedeca ve la botella medio llena. Solé Estalella, inspector de Hacienda que además de presidir la federación de los altos funcionarios prepara a opositores, admite que hay margen de mejora pero que ni mucho menos el panorama es tan malo. "Decimos de las oposiciones lo mismo que Churchill decía sobre la democracia: 'No es el mejor sistema pero es el menos malo". "Es verdad —añade— que en los cuerpos superiores, donde tenemos vocación de directivos, la memoria no te avala las destrezas. Debemos superar estos errores, pero sin caer en un sistema que no prime mérito y capacidad".

placeholder Protesta de interinos en Sevilla. (EFE)
Protesta de interinos en Sevilla. (EFE)

El debate está abierto y Fedeca ha creado un grupo de trabajo para analizar posibles mejoras, pero nunca derribando todo. Su temor es que un sistema mucho más flexible, que en entrevistas se valore la experiencia laboral o destrezas menos medibles en un examen, se preste al enchufismo. "El sistema deja a gente buena fuera y puede que no valore todas las competencias, pero pocos son los malos que entran. Quien ha hecho la oposición al menos ha demostrado tesón, capacidad de concentración, ambición, vocación de servicio público, capacidad de sacrificio...", añade.

España no es un caso aislado. Otros países han superado ya la discusión. Irlanda o Canadá, por ejemplo, revisan constantemente sus sistemas de selección del funcionariado. En Bélgica, cuya Administración es una pesadilla al menos para los muchos expatriados que viven allí, se llevó a cabo una ambiciosa reforma (llamada Copérnico) entre 1999 y 2004 partiendo de "la constatación de que la función pública se hallaba paralizada por una estructura formal, rígida, ineficaz y costosa para el contribuyente". Desde entonces los belgas emplean test de razonamiento numérico y verbal, cuestionarios sobre aptitudes de planificación, entrevistas estructuradas, ejercicios en los que se evalúa la reacción del candidato ante determinadas situaciones, o la resolución de supuestos prácticos en grupo.

Clara Mapelli, administradora civil del Estado y recién nombrada secretaria general Técnica del Secretariado del Gobierno de Pedro Sánchez, ha escrito bastante al respecto. Uno de sus últimos trabajos académicos consistía en repasar las principales innovaciones en materia de contratación pública emprendidas por países del entorno. Concluía que España necesita virar hacia un modelo de competencias "centrado en la identificación de las capacidades y comportamientos requeridos para un desempeño óptimo de cada una de las profesiones", que se debería hacer "una intensa labor de captación del talento, lo que obligará a diseñar estrategias para conseguir atraer a los mejores perfiles al sector público" y ponía como ejemplos a Bélgica, Reino Unido, Irlanda y las instituciones europeas.

La crisis económica redujo al mínimo las plazas que salían en oposiciones y orilló el debate. En ese tiempo, la Administración fue tirando de interinos. Eso ha contribuido a frenar la modernización del servicio público español y ahora las costuras lo sufren. "Los sindicatos presionan para que los interinos tengan prioridad y se les aplantille, pero muchos han entrado sin apenas pruebas, o con pruebas muy poco rigurosas. Deberíamos meter a los mejores, no a los que llevan un tiempo de interinos, sin embargo, hay unas 400.000 personas ahora mismo en proceso de consolidar sus plazas", opina Jiménez Asensio. "En España", continúa, "todo depende del Derecho y la Administración aún más, pero en cinco o seis años se van a necesitar urgentemente otros perfiles: matemáticos, físicos, ingenieros, expertos en sistemas, tratamientos de datos... Tendrá que haber juristas y economistas, pero estas son profesiones en declive".

Bélgica reformó su sistema al constatar que "la función pública se hallaba paralizada por una estructura formal, rígida, ineficaz y costosa"

Mientras los expertos debaten, miles y miles de opositores se han dado de bruces contra un sistema que consideran opaco y arbitrario. Ha ocurrido en las oposiciones a secundaria, donde se ha producido lo que califican como "una escabechina": un porcentaje inusualmente alto de suspensos en la primera prueba, cercano al 90% en algunos casos. Lo que parecía un problema circunscrito a Murcia, se reprodujo en Madrid, Extremadura, Andalucía o Castilla- La Mancha. El número de aprobados, denunciaban los alumnos, ni siquiera daba para ocupar todas las plazas convocadas porque la criba había sido implacable. En pocos días se han organizado incluso asociaciones de protesta como la Plataforma Estafa Oposiciones Docentes Madrid.

Javier se presentó a una plaza de Geología y Biología que lleva años ocupando como interino y sacó un cuatro sobre 10. "Llevo cinco años sin parar de estudiar. Es incomprensible". Él, como otros miles de candidatos, también exigen una modernización de su evaluación que se adapte a las necesidades reales que se encuentran en las aulas. "En mi día a día como profesor necesito formación en muchas cosas pero no me sirve para casi nada lo que tengo que prepararme para la oposición. Y no es porque haya sacado un cuatro y tenga una rabieta, esto es algo que decía también antes", asegura.

placeholder Opositores durante un examen de oferta pública de empleo. (EFE)
Opositores durante un examen de oferta pública de empleo. (EFE)

En su opinión, se les da mucha importancia a cosas como faltas de ortografía menores. "En la anterior convocatoria me restaron un punto entero por poner la palabra universo con la primera letra en mayúsculas. La había puesto dos veces con minúsculas en un examen de muchos folios y se me pasó. ¿Realmente es tan grave?". A cambio, insiste, el temario está completamente obsoleto a nivel científico ("en mi especialidad, que ha avanzado mucho con la genética, etcétera, no se toca desde 1992"). Y tampoco se ajusta a las necesidades del trabajo. "Al final los que pagan son los niños, que tienen profesores desmoralizados que dedicamos un montón de tiempo a estudiar cosas que no nos sirven después. Es una falta de recursos y energía interminable. Deja fuera a muchos buenos profesores y permite que entre gente que no está cualificada para lo que realmente es el trabajo", dice. "En España no están cubiertas las habilidades que se necesitan hoy en día", comenta Jiménez Asensio.

"Todo depende del Derecho y la Administración aún más, pero unos años se van a necesitar físicos, matemáticos, ingenieros, expertos en datos..."

Hay tantos tipos de oposiciones que es complicado unificar el diagnóstico. Edmundo Bal Francés es abogado del Estado y prepara a opositores desde hace años a ese prestigioso cuerpo. Considera que este es un debate Guadiana, que va y viene. Suele reaparecer cuando el PSOE llega al poder (el PP se nutre más de estos cuerpos y tiende a defender el sistema vigente). "Tenemos a un montón de compañeros en excedencia en el sector privado y exopositores que no aprobaron en su día y que ahora tienen su despacho, son empresarios. Ahora mismo tenemos cero exopositores en el paro. En vez de doble grado y máster en el extranjero, muchos despachos prefieren a un exopositor aunque no sacara la plaza. Si el mercado valora esta formación, ¿quién puede decir que las oposiciones están mal?". Además de los abogados del Estado, inspectores de Hacienda, técnicos comerciales del Estado, letrados de Cortes... tienen jugosas ofertas del sector privado.

Un director de un importante despacho de Madrid confirma que ficha opositores aunque no aprobaran. "Alguien que en plena juventud llega con buenas notas y se encierra a estudiar me interesa. Las puede no haber sacado por mala suerte o por un mal día, pero ese carácter marca". Las oposiciones a abogado del Estado no son precisamente modernas. Incluyen pruebas de memoria, pero no solo eso: hay un último ejercicio en el que en ocho horas tiene que preparar un dictamen. Se realiza en una sala sin internet. Hay un ordenador con la base de datos del Aranzadi y hay que escribirlo a bolígrafo. Los más brillantes las aprueban en dos o tres años aunque lo normal es estar cuatro años estudiando. Se empieza estudiando ocho horas diarias seis días a la semana y los últimos meses no hay tregua.

"La memoria es importante. Hay que saberse las leyes, si no ¿cómo razonas? No hay otra manera de ser abogado del Estado", añade Bal, quien matiza que la oposición incluye otro tipo de ejercicios como el de los dictámenes que descartan que solo eso cuente. Solé Estalella admite que, a veces, preparando inspectores de Hacienda ve a gente brillante pero sin la capacidad para memorizar o recitar esa cantidad de información. "Algunos tienen problemas para exponer en público, pero es que los altos funcionarios en algún momento de su carrera van a tener que hacerlo".

"La memoria es importante. Hay que saberse las leyes, si no ¿cómo razonas? No hay otra manera de ser abogado del Estado"

Otro Técnico de la Administración Civil (TAC) defiende el sistema de cantar temas: "La memoria no es mala, ¿eh? Además, cuanto más memorística es la oposición, más igualitaria; cuanto menos, más arbitraria. En TAC el tribunal dialoga con el opositor y saber si ha cascado el tema sin haber entendido nada". Este, que pide el anonimato, añade que frente a las críticas al sistema de oposición han crecido gateras de entrada a la Administración más flexibles y favorables a los partidos: "Al final crean plazas que acaba consolidando personal de confianza sin oposición".

La cantidad de años que requiere acceder a un alto cuerpo del Estado en España es otro de los factores que acapara críticas porque lo convierte en un sistema elitista, en una selección entre las mejores familias, un sacrificio para las familias humildes que tiene dificultades para tener a un hijo preparando durante años una oposición. En eso coinciden todos los consultados. Pero Bal cree que no es un problema de la oposición, sino de la falta de becas. "Con Caamaño de ministro dieron 30 becas para preparar la oposición en función de la renta a gente seria que se comprometía a presentarse y con la palabra del preparador. Las quitaron con la crisis. Claro que hacen falta becas, pero en contra de lo que se dice, los abogados del Estado somos hijos de la clase media". Solé Estalella coincide: "Debatamos sobre el sistema de oposición. Si luego decidimos que el que tenemos es bueno, el problema de la desigualdad se corrige con becas, pero no busquemos un acceso más rápido por principio".

La cantidad de años que requiere acceder a un alto cuerpo del Estado también genera críticas porque lo convierte en un sistema elitista

En el aire hay multitud de opciones. Desde crear una agencia independiente del Gobierno que se encargue de organizar el sistema de entrevistas, o generalizar el sistema de los MIR, que haya un examen primero que sirva de primer filtro que apruebe la mayoría, pero que el mayor aprendizaje se obtenga de forma práctica rotando por la Administración y adquiriendo conocimientos prácticos mientras ya se cobra un sueldo.

Israel Pastor, administrador civil del Estado, opina que no solo hay que valorar las competencias, sino "la vocación de servicio público". "Tenemos que seleccionar trabajadores que no son trabajadores cualesquiera, sino que tengan claro que son conscientes de que están sirviendo a la sociedad. Seleccionando servidores públicos y para eso hay que atraer a los mejores. El acceso tiene que ser más ágil, más pegado a las competencias y no tan memorístico. Necesitamos a gente capaz de aprender y reaprender, de adaptarse, de demostrar habilidades aprendidas nuevas, de viajar...". Que los mandarines del futuro no tengan ojos solo para los temarios.

Jorge Díaz Lanchas es economista y profesor de la Universidad de Loyola Andalucía y se encuentra opositando a una plaza en la Comisión Europea. "Hemos tenido pruebas ligadas a comprensión lectora, cálculo matemático, pensamiento abstracto, resolución de dilemas éticos en un tiempo ajustado. El primer examen es como un psicotécnico, el primer gran filtro. Luego hay pruebas individuales y finalmente vas a Bruselas a dinámicas de grupo y a defender tu currículum ante un tribunal. Un compañero tuvo una prueba en la que recibía en tiempo real una serie de correos electrónicos con tareas y tenía que ir contestando y priorizando", cuenta por teléfono. Ha preparado las oposiciones a ratos, manteniendo su trabajo. Las plazas se anuncian con mucho tiempo y el proceso de selección se parece más al de una multinacional que al de un ministerio español.

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