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Cómo revender 8 millones de mercurio y que te pillen por faltar al trabajo
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creó un depósito del metal en panamá

Cómo revender 8 millones de mercurio y que te pillen por faltar al trabajo

Manuel Ramos, exdirector comercial de la empresa estatal que explotaba las minas de Almadén, facturó grandes cantidades del metal a su nombre

Foto: Manuel Ramos posa junto a técnicos de Mayasa. (Mayasa)
Manuel Ramos posa junto a técnicos de Mayasa. (Mayasa)

Lo primero que hizo Fernando Murillo, presidente de Mayasa, la empresa estatal dedicada a la explotación del mercurio de las Minas de Almadén, cuando accedió al cargo fue revisar la agenda de sus directivos. De este modo, descubrió que la conducta de Manuel Ramos, su director comercial, podía calificarse de diversas formas que no incluyen 'profesional'. Se ausentaba de reuniones importantes, pasaba largas temporadas sin aparecer por la oficina y, las pocas veces que respondía al móvil, se encontraba en parajes tan exóticos como Singapur o Hong Kong.

Nada de esto hubiera sido extraño años atrás, cuando Mayasa era la primera distribuidora del mundo de mercurio, y menos para el puesto de jefe de ventas, obligado a viajar constantemente para asegurar pedidos y envíos. Sin embargo, durante el verano de 2012, la presencia de Ramos en Asia era injustificable por un detalle: hacía casi un año que Mayasa no vendía nada. La Unión Europea prohibió la comercialización de mercurio en marzo de 2011 por su alta toxicidad y, desde entonces, la empresa de la SEPI ha pivotado hacia actividades que nada tienen que ver, como la explotación agrícola y ganadera de los terrenos que posee en Almadén.

Un posterior seguimiento evidenció que Ramos no faltaba al trabajo por motivos médicos, como aducía, sino por "otras causas que nos hicieron pensar que no tenía interés en su labor", dicen fuentes de Mayasa. Ramos fue despedido en mayo de 2014 y, según salía por la puerta, se abrió la caja de los truenos. Los testimonios de algunos empleados adelantaron unas maniobras que ahora se tratan en el juzgado de instrucción número 52 de Madrid.

La investigación, conducida por la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional, revela que entre 2008 y 2014 Ramos pasó de comercializar metales para el Estado a erigirse en comprador y distribuidor internacional a título personal. Según fuentes policiales, confirmadas al céntimo por la empresa, los perjuicios que el directivo causó a las arcas públicas superan los ocho millones de euros.

Un empresario del mercurio

Mayasa es, posiblemente, la empresa más antigua de España. Desde tiempos de Plinio y Vitrubio, durante la conquista romana, se extrae en Almadén cinabrio, el mineral del que se obtiene el mercurio, en el que es considerado el mayor yacimiento del metal en todo el mundo. Es, además, el mercurio de Almadén uno de los más puros, lo que le ha granjeado una fama internacional que le permitía, en muchas ocasiones, venderse por encima de la cotización internacional. A lo largo del siglo XX y hasta el cierre del mercado, Mayasa y el mercurio, con múltiples aplicaciones industriales, supusieron un lucrativo negocio para el Estado, que llegó a convertirse en la primera potencia mundial del sector.

A punto de cumplir los 58 años, Ramos es un geólogo que llegó en la primera hornada a Mayasa, al que algunos excompañeros definen como ególatra, bien capaz de defender una posición contra todos los demás. Fue, de hecho, uno de los pocos directivos que defendieron la estrategia de liquidar el máximo posible de 'stock' de Almadén, a cualquier precio, cuando se supo que se avecinaba una prohibición comunitaria. La decisión colegiada de Mayasa, sin embargo, optó por esperar a que la cotización aumentase para dar salida al producto.

Los datos recogidos en el móvil y el ordenador del directivo demuestran que su objetivo era recoger el testigo estatal cuando se cerrase el mercado, aprovechando incluso la cartera de clientes de Mayasa. Para ello, creó la sociedad Jade Bridge, de la que es administrador único, con la que comenzó a vender a todo el mundo en 2007. Eran pedidos de Mayasa que, en el último momento, se facturaban a Jade Bridge. En su mayoría, las entregas se satisfacían en efectivo, una irregularidad "impensable", según fuentes del sector, y en unos plazos más dilatados de lo habitual.

En los siguientes cuatro años, Ramos vendió mercurio a Togo, China, Estados Unidos o Japón por un valor estimado de cuatro millones de euros. Jade Bridge, además de compartir sede con el domicilio de Ramos en la Alameda de Osuna, Madrid, tiene numerosas transferencias registradas a cuentas bancarias de las que Ramos es titular junto a su esposa.

No obstante, el negocio paralelo del geólogo tocaría techo poco antes del cierre del mercado. Su frenesí comercial se desata un día antes, el 14 de marzo, cuando coloca 400 frascos de mercurio en Singapur y decide anotar 600, gestando de este modo un remanente que posteriormente convertiría en un notable depósito del metal.

Los dos envíos más importantes, como se puede comprobar en el documento adjunto, corresponden a Quality Freight, con sede en la Zona Libre de Colón, en Panamá. Ramos vendió en cuatro meses 2.951 frascos de mercurio que, en aquel momento y según el 'Metal Bulletin' londinense, tenían un valor cercano a los 4,2 millones de euros, pero fueron traspasados por apenas 700.000 euros. Un quebranto de más de tres millones para las arcas del Estado que desde el sector no alcanzan a justificar: "El mercado del mercurio es especial, con muchas peculiaridades que se acentuaron con la perspectiva del cese del comercio, pero los descuentos del 80%-90% de este caso no son en absoluto normales. La extracción, procesado y transporte del mercurio tiene unos elevados costes que marcan un precio base; un descuento de ese calibre devora cualquier margen".

En esta ocasión, los pagos también se retrasaron. Tanto, que el entonces presidente de Mayasa, Eduardo Martínez, inquirió por correo electrónico a Ramos sobre los retrasos de Quality Freight. "Negociamos un aplazamiento del pago, se han comprometido a pagar este mes. No hay problema con esta gente", explicó el director comercial.

Hay indicios de blanqueo de capitales e infracción de la normativa comunitaria

El posterior análisis de la correspondencia entre Ramos y el director de Quality Freight, Fernando Vicuña, deja a la claras la intención del español: alquilar un almacén de mercurio en Panamá y comenzar a distribuir desde allí a partir del 15 de marzo. Ramos se aprovisionó con una primera remesa de 2.000 frascos a finales de 2010 que se autovendió a 136 dólares la unidad, cuando su precio era de 1.400, y cerró 'stock' el 14 de marzo, con la adquisición de otros 951 frascos a un tercio de su cotización.

Desde este depósito en Panamá, donde aún es legal el comercio de mercurio, Ramos habría ejercido como magnate del mercurio a expensas de Mayasa, que financiaba viajes, dietas y alojamiento, aprovechándose no solo de la caída de la oferta, sino de la calidad del metal de Almadén, del que se convirtió en distribuidor exclusivo a nivel mundial. La policía, además, ve indicios de blanqueo de capitales y de infracción de la normativa comunitaria, ya que vendió, seis meses después del cierre de mercado, frascos por valor de 7.000 euros.

Continúa la investigación sobre Ramos, ya que un porcentaje importante de la información recuperada de sus dispositivos personales aún no ha podido ser leído por problemas informáticos, de modo que no se descarta que los daños a Mayasa pudieran finalmente ser mayores.

*Este periódico ha contactado con el señor Ramos quien, aunque ha ofrecido su versión de los hechos, prefiere que se mantenga en privado hasta la resolución del juicio.

Lo primero que hizo Fernando Murillo, presidente de Mayasa, la empresa estatal dedicada a la explotación del mercurio de las Minas de Almadén, cuando accedió al cargo fue revisar la agenda de sus directivos. De este modo, descubrió que la conducta de Manuel Ramos, su director comercial, podía calificarse de diversas formas que no incluyen 'profesional'. Se ausentaba de reuniones importantes, pasaba largas temporadas sin aparecer por la oficina y, las pocas veces que respondía al móvil, se encontraba en parajes tan exóticos como Singapur o Hong Kong.

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