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"Vitaldent nos pedía dinero en sobres. Mandaba recaudadores al aeropuerto"
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INVESTIGACIÓN AL GIGANTE DENTAL

"Vitaldent nos pedía dinero en sobres. Mandaba recaudadores al aeropuerto"

Franquiciados de Colman denunciaron a Anticorrupción la asfixia que recibían de la matriz de clínicas dentales. Hay quejas de gastos en b y compras y publicidad infladas

Foto: Molde de yeso dental. (Corbis)
Molde de yeso dental. (Corbis)

Ernesto Colman es, según a quien se pregunte, un genio o un timador. No hay termino medio. O un hombre sabio que ideó un nuevo y exitoso modelo de negocio con clínicas dentales, Vitaldent, o un tirano que exprimía a sus franquiciados y apartaba de su camino a quien le hacía frente. La juez de Majadahonda que le investiga por una denuncia de de la Fiscalía Anticorrupción ha dado de momento la razón a los segundos y lo ha mandado a prisión. Parece que tienen razón esos que como ese antiguo franquiciado que bajo la condición de anonimato afirma: "Nos pedía que pagásemos parte del canon en b. Bueno, no sé si b, pero sí dinero en efectivo. Venía el que entonces era su suegro al aeropuerto y debía pagarle en billetes en sobres".

La historia de Vitaldent es la de una buena idea en el momento adecuado. España, año 1997. Año I del milagro económico de Rodrigo Rato. El cuidado dental no era todavía una prioridad. Ir al dentista era para mucha gente un lujo y daba miedo. Ahí apareció Colman, protésico dental nacido en Uruguay en 1961 y que residía en España desde 1989. Había llegado a Madrid con 180.000 pesetas (1.100 euros) tras pasar por Buenos Aires y había abierto una pequeña y exitosa consulta en un piso el barrio madrileño de Chamberí. Mucho mérito. Ocho años después fundó Laboratorios Lucas Nicolás, en Las Rozas, a las afueras de Madrid, cuya marca es Vitaldent. La semilla del éxito -y del hundimiento- está sembrada.

En Vitaldent comenzó a ofrecer limpiezas de boca gratuitas y pagar a plazos, de forma flexible. "Atrajo la odontología a la gente. Entonces muy poca gente se limpiaba la boca o se ponía un implante", explica un franquiciado de primera hora, que da claves el éxito: "Yo recibía 22 personas nuevas cada día. No daba abasto". Colman, delgado, de fina barba y mucha labia, encandiló a todos. "Era una persona buenísima. Un líder, gran orador. Si te llevabas bien con él no había problema", cuenta uno que llegó a ocupar cargos de responsabilidad en Vitaldent. "Es listísimo y se rodeó de gente muy capaz", dice otro.

Había franquiciados que rebajaban la facturación para pagar menos canon. A esos Colman los perseguía

Mujeriego y gastador se aficionó al lujo conforme las franquicias se multiplicaban. Aviones privados, pisos, carruajes, cuadras de caballos en el hipódromo de la Zarzuela, purasangres en un chalé de Vilalcastín (Segovia), esquí con perros en Baqueira, sicavs... hasta se compró un pueblo abandonado en el Pirineo. Un emprendedor. Los dentistas eran al principio autónomos y ganaban poco más de mil euros. Chicos jóvenes recién salidos de la carrera. Hacían falta manos. Llegó a emplear a 2.500 odontólogos. La marca no reparaba en minucias a la hora de anunciarse y fue condenado por publicidad engañosa. "Claro que usaba un avión. Colman era extraordinariamente rico. La empresa es grande y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra", cuenta un franquiciado desde la primera época que sigue encantado con Vitaldent.

Y si los dentistas son con frecuencia sinónimo de dinero negro, de pagos en efectivo, con Vitaldent todo era desproporcionado. Según la titular del juzgado número 2 de Majadahonda, María Isabel Serrano, que ha mandado a los principales directivos a prisión provisional, está acreditada "la existencia de cobros mensuales en b por importes que oscilan entre los 10.000 y 12.000 euros por cada una de las clínicas propias (Opendent)". También señala que hay "pagos en b por parte de franquiciados" de confianza. Ese dinero, nunca declarado, salía después a Suiza y Luxemburgo.

El negocio era boyante y Colman llegó a probar fortuna en Miami. El primer dólar que ganó allí lo enmarcó y se hizo una foto con él. Cruzó el Atlántico junto a franquiciados de confianza pero la experiencia no fue bien. Para entonces ya estaba en Polonia y en Italia y ya le llaman el señor mcdentist. En 2013 recibió 100 millones en financiación para continuar la expansión internacional. Ese mismo año llevó la matriz a Luxemburgo, en un movimiento nada inocente. Desde allí facturó más de 450 millones en dos años.

Si todo iba bien, si todo el mundo ganaba dinero, ¿por qué cayó Colman? Porque llegó la crisis y él siguió asfixiando a los franquiciados. "Les hacía firmar contratos leoninos llenos de cláusulas. Había canones por todo", explica Ernesto Sanguino, de Sanguino abogados, el bufete sevillano que en marzo de 2013 presentó una denuncia en la Fiscalía Anticorrupción. La queja de un grupo de franquiciados de Andalucía trataba principalmete de que el 5% de la facturación de las franquicias que recibía Vitaldent para publicidad no se destinaba realmente a eso, sino que se lo quedaban. Estos denunciaban que podía ser una estafa.

Colman enmarcó el primer dólar que ganó en su expansión a Miami y se hizo fotografiar con él

"Les ocurría miméticamente a seis franquiciados, que sufrían las exigencias brutales y la sangría de dinero", explica Sanguino. No solo era la cantidad de cánones que había que pagar, sino que Vitaldent centralizaba las compras. Eso, que normalmente debía suponer un ahorro porque se aumenta el volumen, en este caso era al revés: "Cobraba miles de euros por un programa informático básico y triplicaba el precio de los productos pero los franquiciados no podían salir al mercado".

Durante dos años, Anticorrupción investigó en silencio a Colman y su grupo y en 2015 lo denunció al juzgado de Majadahonda, ya que tiene la sede en Las Rozas. Escuchas teléfonicas e investigaciones de la Agencia Tributaria llegaron mucho más lejos que la denuncia original. Según la juez, cada una de las 146 clínicas propias de Vitaldent enviaba 10.000 euros al mes en dinero b a la matriz. Eso eleva a 17,25 millones al año el dinero "que se ocultaban a la Hacienda Pública, existiendo flujos monetarios con Luxemburgo".

Cuando llegó la crisis siguió apretando a sus franquiciados y al final unos cuantos se revolvieron

Vitaldent exigía a sus franquiciados un 10% de la facturación en concepto de canon. En teoría la mitad iba para publicidad y la mitad para la matriz. Pero muchos tenían dudas. "Había gente que simulaba facturar menos, pero era algo complicado porque el sistema informático controlaba lo que entraba y los pacientes que tenían. Aun así, si Colman pensaba que estabas haciendo menos dinero del que debías hacer por tu situación te ponían un canon fijo que le tenías que pagar", explica un antiguo franquiciado que pide el anonimato.

El Confidencial ha consultado a una decena de franquiciados. Unos han criticado a la casa madre, otros han denunciado abusos y unos pocos han admitido el uso de dinero en metálico como forma habitual de pago: "Venía su antiguo suegro al aeropuerto y te pedía billetes", cuenta uno. "Te preguntaban: '¿Cuánto has facturado?'. Si habías facturado 100 ponías menos y le dabas parte del canon en negro. Luego tú cuadrabas tu caja". Hasta hoy.

Ernesto Colman es, según a quien se pregunte, un genio o un timador. No hay termino medio. O un hombre sabio que ideó un nuevo y exitoso modelo de negocio con clínicas dentales, Vitaldent, o un tirano que exprimía a sus franquiciados y apartaba de su camino a quien le hacía frente. La juez de Majadahonda que le investiga por una denuncia de de la Fiscalía Anticorrupción ha dado de momento la razón a los segundos y lo ha mandado a prisión. Parece que tienen razón esos que como ese antiguo franquiciado que bajo la condición de anonimato afirma: "Nos pedía que pagásemos parte del canon en b. Bueno, no sé si b, pero sí dinero en efectivo. Venía el que entonces era su suegro al aeropuerto y debía pagarle en billetes en sobres".

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