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Pablo Iglesias baraja su retirada si Podemos no es imprescindible para formar gobierno
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EL 'PLAN B' DE PODEMOS TRAS LAS ELECCIONES

Pablo Iglesias baraja su retirada si Podemos no es imprescindible para formar gobierno

Los cerebros del partido comienzan a diseñar el tan denostado 'plan B' que desvirtúa el 'leitmotiv' propagandístico del “salimos a ganar”

Foto: Pablo Iglesias, junto a Íñigo Errejón, la secretaria general de Podem Gemma Ubasart y Raimundo Viejo. (EFE)
Pablo Iglesias, junto a Íñigo Errejón, la secretaria general de Podem Gemma Ubasart y Raimundo Viejo. (EFE)

La pregunta sobre cuál será el 'plan B' “si no ganamos” es tabú en Podemos. Lo era hace unos meses, cuando varios cargos orgánicos y sectores de base plantearon la necesidad de contar con una estrategia alternativa al “asaltar los cielos” por la vía rápida, y lo sigue siendo ahora, pero sólo de puertas hacia fuera. Cada vez son más las voces dentro de la formación que se formulan un hipotético escenario en el que Podemos no sea la primera fuerza, ni tampoco la segunda, sino la tercera, como confirman las encuestas del CIS de los últimos meses, que han hecho saltar las alarmas en Princesa 2.

Las pretensiones de Pablo Iglesias, a estas alturas, pasan por conseguir unos resultados que sean suficientes para colocar a Pedro Sánchez en la tesitura de tener que elegir entre el líder de la formación morada o Mariano Rajoy. Sin embargo, los cerebros del partido comienzan a diseñar, muy vagamente pues la campaña para las generales es la única prioridad desde el día después del 24-M, el tan denostado 'plan B' que desvirtúa el leitmotiv propagandístico del “salimos a ganar”. Una estrategia más a largo plazo, para ejercer la oposición en lugar del Gobierno, encaminada a sobrevivir “empantanados” en una más que eterna legislatura de cuatro años sin el colchón de la tan mentada “ventana de oportunidad”. En resumen, y como el propio Íñigo Errejón ha asegurado, se trata de dejar de ser una máquina de guerra electoral y volver a convertirse en Podemos.

El cómo todavía carece de concreción, aunque en líneas generales se trata de multiplicar los liderazgos, distribuirlos a nivel territorial y recuperar una parte fundamental de la esencia del partido: devolverle su carácter movimentístico, regenerar sus estructuras orgánicas, fomentar los mecanismos de participación interna, potenciar el papel de los círculos y abandonar el pragmatismo tacticista para dar paso a un idealismo más enamoradizo.

“Si no se gana, la batalla se reconfigura", advirtió Errejón en el contexto de la Universidad de Verano de Podemos, una cita que el número dos definió en su inauguración como espacio de reflexión sobre el proyecto político de Podemos y sus objetivos a medio y largo plazo. En este sentido añadió que, después de las elecciones, el partido tiene por delante un proceso de mutación para que la "maquinaria de guerra electoral" pase a ser "movimiento popular".

Vuelta a los orígenes

Una vuelta a los orígenes que varios padres fundadores vienen reclamando desde hace varios meses. Coincidiendo con la dimisión de Juan Carlos Monedero, precisamente porque el partido había perdido su esencia adoptando un modelo organizativo centralizado y moderando tanto el discurso como el programa, se produjo la primera oleada, que reclamaba un congreso extraordinario para refundar el partido. El pasado mes de julio se produjo un segundo terremoto mediante manifiestos y recogida de firmas para reivindicar cambios en los reglamentos de primarias. Aunque sus objetivos eran menos ambiciosos, debido a la inoperatividad e imposibilidad temporal de convocar un congreso de estas características a escasos meses de las generales, lograron aunar cientos de firmas entre cargos orgánicos (800 en el caso del documento para revisar el proceso de primarias) y militantes.

Estos movimientos internos no hicieron variar ni un ápice la hoja de ruta diseñada por la cúpula. Es más, el órdago lanzado por Ahora en Común, plataforma entre cuyos primeros promotores destacan críticos con la dirección, concejales de Ahora Madrid y miembros de otras fuerzas de izquierda, recibió un beligerante contraataque, interpretando sus intenciones como un “chantaje”. Como ya adelantaba en el mes de mayo Jaime Pastor, uno de sus fundadores y dirigente de Anticapitalistas, “miembros de la cúpula están de acuerdo con que Podemos debe seguir siendo un partido-movimiento con un papel protagonista de los círculos. Sin embargo, dicen que hay que esperar a noviembre, a ver qué pasa en las elecciones generales. Es decir, convertir a Podemos en una máquina electoral y luego, si no se gana, ya se hablará de refundación”.

El propio secretario general ya insinuó a su equipo más cercano que, si no era presidente del Gobierno, podría rebajar su papel dentro de la organización

Desde esta corriente y otros sectores de base se ha tomado la decisión de aparcar las críticas hasta después de las elecciones. La promesa de que tras ese momento, principalmente si no se alcanza la expectativa de estrenarse en las instituciones tomando el poder, se volverá a recuperar la esencia del partido, dejando a un lado la hoja de ruta marcada en el congreso fundacional de Vistalegre, ha apaciguado las tensiones internas.

"Multiplicar a Pablo"

La desmovilización, no sólo del electorado como muestran los últimos sondeos, sino también interna, con unas primarias, por ejemplo, en las que participó un escaso 15,7% de la militancia, ha sido otra de las constantes en los últimos meses. Una situación que lleva a parte de las bases más activas a temer que el efecto “desilusión”, máxime cuando las expectativas presentadas al electorado no son otras que gobernar, cunda tras las elecciones y provoque que la vuelta a un movimiento-partido carezca de bases suficientes para sostenerlo.

Más si cabe cuando las relaciones con una buena parte de los movimientos sociales están prácticamente rotas, un hecho que se visibiliza en la lista de primarias presentada por el equipo de Pablo Iglesias, sin apenas representantes de la sociedad civil no alineados con el partido más allá del abogado David Bravo o del exportavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) Juan Antonio Delgado. Por todo ello, la operación para volver a tender puentes con la sociedad civil tendría serias dificultades de consumarse.

A todo ello se suma el reto de un Podemos en el que el liderazgo de Pablo Iglesias mengüe en favor de otras figuras. “Multiplicar a Pablo”, en palabras de Errejón. Estrategia postelectoral que el número dos justificaba porque “hay que garantizar que nadie sea imprescindible”. El propio secretario general ya insinuó a su equipo más cercano que, si no era presidente del Gobierno, podría rebajar su papel dentro de la organización e, incluso, echarse a un lado. En una entrevista concedida al escritor y activista Tariq Alí para Telesur el pasado mes de mayo, Pablo Iglesias reconocía que “la ventana de oportunidad” para Podemos podría cerrarse pronto. “Si cambia el escenario, no sé si tendré un papel tan relevante en ese futuro", añadía premonitoriamente.

La pregunta sobre cuál será el 'plan B' “si no ganamos” es tabú en Podemos. Lo era hace unos meses, cuando varios cargos orgánicos y sectores de base plantearon la necesidad de contar con una estrategia alternativa al “asaltar los cielos” por la vía rápida, y lo sigue siendo ahora, pero sólo de puertas hacia fuera. Cada vez son más las voces dentro de la formación que se formulan un hipotético escenario en el que Podemos no sea la primera fuerza, ni tampoco la segunda, sino la tercera, como confirman las encuestas del CIS de los últimos meses, que han hecho saltar las alarmas en Princesa 2.

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