El nuevo protocolo de la nueva Familia Real

En unos días, la Familia Real se recompondrá. Tras la proclamación del nuevo rey, Felipe VI y Letizia encabezarán un núcleo que estará compuesto por sus hijas, Don Juan Carlos y Sofía y donde se quedarán fuera las hermanas del todavía Príncipe de Asturias. Desde El Confidencial nos preguntamos cómo será el protocolo a partir de ahora si Don Juan Carlos y Felipe coinciden en un acto oficial, cómo nos deberíamos dirigir a las infantas Leonor y Sofía, si se esperan mucho errores en actos oficiales con dos niñas de apenas ocho años, o cómo deberíamos comportarnos en una mesa o en un besamanos.

A la primera pregunta, los expertos Diego Zala, Marina Fernández y Juan Manuel Jiménez, profesores de la Escuela Oficial de Protocolo, apuntan a que será muy difícil encontrar a padre e hijo en un acto oficial más allá del momento de proclamación de los próximos días. “No van a coincidir porque Felipe VI actuará ya como jefe del Estado”, apunta Diego Zala.

El tratamiento de uno y otro también será diferente. Al Rey se le deberá tratar como Majestad. Para el director del Instituto Universitario de Protocolo de la Universidad Camilo José Cela, Carlos Fuente, es el momento de establecer, además, un título específico para el Rey abdicado, “para clarificar verbal y popularmente el estatus de uno y de otro”.

¿Qué puesto ocuparía Don Juan Carlos?

Zala apunta a que dentro de la Familia Real, “los Reyes padres ocuparán los puestos quinto y sexto” por detrás de las infantas Leonor y Sofía. El profesor Fuente prefiere esperar a la norma que lo especifique, pero si a Don Juan Carlos se le considera rey, tanto él como Doña Sofía “irían por delante de la Princesa de Asturias, salvo que se modificara en sentido contrario”. Fuente apuesta precisamente por la modificación para que el Rey no esté por delante de la Princesa de Asturias. “La edad actual no debe ser condicionante” –apunta–. “Las normas se hacen con la perspectiva de tiempo”.

Es precisamente Leonor quien pasará a uno de los puestos más relevantes al convertirse en Princesa de Asturias y colocarse la primera en la línea de sucesión. Deberá ser tratada como su Alteza Real o Señora. “Es verdad que no es muy natural dada su corta edad”,reconoce Marina Fernández, directora de Relaciones Institucionalesde la Escuela, “pero es la futura jefa del Estado”.

Uno de los primeros actos donde tendrá mayor protagonismo serán los Premios Príncipe de Asturias del año próximo, donde deberá resolverse su papel protagonista. “La carga más institucional del acto la llevarán los Reyes. Hay varias posibilidades: pueden colocarla en la mesa presidencial o en el palco de honor que ocupa la reina Doña Sofía. Que esté pero que no esté”, opina Marina, quien también señala que la corta edad de las pequeñas nos ofrecerá “momentos divertidos” a la hora de seguir el protocolo.

Los errores de protocolo

El profesor Juan Manuel Fernández, recuerda, sin embargo, que pese la existencia de normas para sentarse en una mesa, saludar a los comensales o disfrutar de una cena, el protocolo “no debe ser nunca un corsé, un problema o un elemento de presión, sino una ayuda”. Eso sí, reconoce que, pese a las normas del juego y el sentido común de los asistentes, “errores hay”.

Los tres profesores de Protocolo reconocen que el común de los mortales apenas se da cuenta de esos errores y, los que hay, están programados. “Cuando dicen que se ha saltado el protocolo, en realidad, no es tal cual; todo está programado para transmitir una imagen de cercanía”, dice Zala. Una idea que también apunta su compañera. “Hay veces que interesa que la opinión pública perciba algo como error de protocolo pero, en realidad, es una estrategia de comunicación para dar una sensación de más cercanía”.

“Errores muchos, y de ellos se aprende. Y aprendidos están”. Juan Manuel Fernández evita desvelar algunas de esas equivocaciones que sí se han producido en la Casa Real, pero se atreve a contar cómo el Rey, tras un partido de Champions, decidió romper el incómodo silencio de un ascensor de manera espontánea. “Bajábamos al vestuario Florentino Pérez, el Rey, un escolta y yo. En el silencio absoluto, el Rey dio una palmadita a su escolta y contó un chiste. Rompió la frialdad del momento y salimos del ascensor muertos de risa”. El chiste, prefiere guardárselo.