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El porqué de la decisión: lo que le está saliendo mal a Sánchez
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El porqué de la decisión: lo que le está saliendo mal a Sánchez

La utilidad del periodo de reflexión que se tomó el presidente parece escasa pocos días después del anuncio de que continuará. Hay varios factores que se le han vuelto en contra

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
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Después de un nivel intenso de emocionalidad, que llevó a que el único debate entre la España que está interesada en la política fuera la dimisión o la permanencia de Sánchez, el anuncio del lunes resultó un poco decepcionante. Cuando las pulsaciones se aceleran tanto, cuesta bajarlas al mínimo, de modo que se esperaba o bien el anuncio de su marcha o bien medidas nuevas y contundentes revestidas de algo de épica en la lucha contra la extrema derecha. No podía jugar la baza de su salida simplemente para regresar al lugar del que había partido, porque ese lugar no existía. Anunció un punto y aparte, pero este punto y seguido no parece satisfacer a nadie.

Sánchez explicó ayer en la Ser que con las elecciones municipales y autonómicas del pasado año había aprendido una lección. Había dedicado la campaña a explicar los logros de su gobierno, pero sus rivales “lanzaron tres bulos” que la hicieron descarrilar. Sin embargo, para las generales no había modificado mucho su estrategia. Hasta el debate con Feijóo, del que salió dañado; a partir de entonces, su posición se hizo más dura y la confrontación bastante más directa. La lección fue que ser mucho más contundente resultaba más rentable.

Las urnas le permitieron conservar el gobierno, y desde su inicio, su postura con la oposición fue muy tensa. Habló de un muro, y se sintió cómodo manejándose en él y tratando con cierto desdén a sus rivales. Cuando llegó el caso Koldo, y las acusaciones de corrupción comenzaron a ser frecuentes, el PSOE no rebajó el tono, y contestaba lo personal con alusiones personales. En ese escenario estábamos cuando decidió tomarse cinco días de reflexión.

1. El marco

Con el anuncio de su permanencia y del punto y aparte, quiso traer un marco nuevo: ya basta de insultos, de bulos y de difamaciones. Propuso que España reflexionase sobre la calidad de la esfera pública y afirmó que iba a promover la regeneración de la democracia, sin mayores concreciones. Quería dirigir la discusión hacia un nuevo lugar, pero a juzgar por estos primeros días, no lo ha conseguido. El objeto de análisis ha sido mucho más el propio presidente que lo que dijo o propuso. Y no desde el otro lado del espectro político, sino desde sus mismos partidarios. Dado que no regresó con un programa definido, pocos debates ha promovido sobre el deterioro de la democracia, y mucho más la falta de comprensión del porqué de estos cinco días.

2. La OPA a los suyos

En segundo lugar, la posibilidad de su permanencia constituía una amenaza respecto de los partidos afines, porque un golpe en la mesa de Sánchez podría conllevar un auge en el voto socialista. El PSOE estaba buscando una nueva legitimidad, la de convertirse en el partido sistémico que lucha contra movimientos antidemocráticos que instrumentalizan bulos y difamaciones, la misma estrategia que Biden utilizó con Trump, sin ir más lejos. De alcanzar esa posición, el deterioro en el voto para los partidos de su espectro sería grande.

En Sumar y Podemos ya han dicho que, si Sánchez no sabe qué hacer, ellos sí; han puesto sobre la mesa las medidas que se deben tomar

Sin embargo, al enunciar los propósitos y dejar su concreción en el aire, ha permitido que sus socios salgan fácilmente de ese espacio estrecho: Rufián ha afirmado que “este hombre necesita otros 5 días para reflexionar. La nada” y Sumar que “tú también necesitas unos días. Vamos a reformar la jornada laboral”. Los de Díaz, e incluso Podemos, lo han hecho más expreso aún: ya que Sánchez no dice qué hacer, nosotros sí sabemos cómo actuar, y vamos a poner las medidas encima de la mesa ahora mismo.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece en la Moncloa. (Moncloa)

Hasta ahora, lo único que sabemos es que se va a renovar el CGPJ, pero eso ya había sido anunciado por el PSOE antes del periodo de reflexión. Eso es volver al lugar del que se había partido, por lo que la capacidad de acción de los socios está intacta.

3. La tensión en el PSOE

En tercer lugar, Sánchez ha generado descontento en su partido por una doble vía. Les ha hecho creer que la posibilidad de su dimisión era elevada, cuando ha explicado después que no lo fue tanto, con lo que les ha sometido a una tensión excesiva, y además el regreso del presidente ha sido mucho más calmado de lo que esperaban y deseaban. Los suyos creían que, si se quedaba, tendría un perfil más contundente, que esto supondría un enérgico ‘ya basta’. No lo ha parecido. Por otra parte, desde el exterior, lo que se ha percibido es que no hay sucesión a la vista, que no hay un reemplazo que pueda tomar las riendas si Sánchez falta, y eso no es bueno para el PSOE.

De modo que no ha impuesto un nuevo marco, ha dejado que los socios se recompongan con facilidad y ha provocado cierto malestar entre sus afiliados. La política española es muy variable, y quizá en una semana sea de otra manera, pero de momento no se perciben ni grandes cambios en lo político ni ventajas electorales que sirvan para justificar este periodo de reflexión.

4. El impacto

Sin embargo, todos estos factores comparten un hecho: son relevantes en ámbitos interesados frecuentemente en la política y/o en el ecosistema de la M-30. Es complicado que la tensión que se ha vivido en estos días en medios e instituciones haya tenido una intensidad semejante entre la ciudadanía de amplias zonas de España. La vida cotidiana demanda otras prioridades y, para mucha gente, la regeneración democrática y los jueces y demás son asuntos que les parecen secundarios. Hay otras tareas.

El impacto real que este periodo de reflexión tenga lo veremos dentro de un tiempo, dependiendo de que se articulen medidas o no, del carácter de estas, y del interés que muestre la ciudadanía. Las elecciones catalanas y las europeas serán un buen momento para constatar la efectividad de este giro, y hasta qué punto le ha salido bien o mal a Sánchez. La prueba real está en las urnas.

Después de un nivel intenso de emocionalidad, que llevó a que el único debate entre la España que está interesada en la política fuera la dimisión o la permanencia de Sánchez, el anuncio del lunes resultó un poco decepcionante. Cuando las pulsaciones se aceleran tanto, cuesta bajarlas al mínimo, de modo que se esperaba o bien el anuncio de su marcha o bien medidas nuevas y contundentes revestidas de algo de épica en la lucha contra la extrema derecha. No podía jugar la baza de su salida simplemente para regresar al lugar del que había partido, porque ese lugar no existía. Anunció un punto y aparte, pero este punto y seguido no parece satisfacer a nadie.

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