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El califa azul
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JOSÉ ANTONIO NIETO, ALCALDE DE CÓRDOBA

El califa azul

José Antonio Nieto consiguió en Córdoba lo que el PP no había conseguido nunca: arrebatar al insustituible Julio Anguita su plaza dorada.

Foto: El alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto. (E. Villarino)
El alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto. (E. Villarino)

Córdoba era una plaza inexpugnable, la única capital de provincia que la democracia española había reservado para los comunistas. Ni siquiera en la oleada de votos socialista que aconteció en este país en los primeros años 80, el PSOE pudo conquistar la ciudad de Córdoba, que los electores reservaban siempre para el Partido Comunista y, en especial, de su líder, Julio Anguita. Por esa exclusividad, por esa peculiaridad, a Julio Anguita se le conoció como el ‘califa rojo’ y la imagen de marca lo llevó, en los años venideros, a conquistar la dirección de los comunistas en Andalucía y luego en toda España. Se marchó Julio Anguita de Córdoba pero la izquierda siguió gobernando en la ciudad ininterrumpidamente (salvo un mandato de desacuerdo entre el PSOE e Izquierda Unida) hasta que llegó este hombre, la apuesta más inesperada que se convirtió en la única mayoría absoluta de la derecha en esta ciudad.

José Antonio Nieto, sí, se hizo cargo de la candidatura del Partido Popular por descarte. En el año 2006, en plena efervescencia del zapaterismo, el PP, sencillamente, no encontró a nadie que quisiera asumir el reto de competir con los dos partidos de izquierda en Córdoba porque las perspectivas electorales de la derecha eran caninas. Ni siquiera el ex ministro Manuel Pimentel, una de las caras más populares del centro derecha español, quiso volver a su antiguo partido para encabezar la lista en su ciudad, en la ciudad que eligió para vivir. Así que pasaron los días y, cuando ya no había más conejos en la chistera, José Antonio Nieto dio un paso adelante y se ofreció para encabezar él la candidatura que nacía para perder en las elecciones municipales de 2007. De las malas expectativas nacen en política las grandes revelaciones.

Es el caso de Nieto. Con 37 años, se presentó a aquellas elecciones y se quedó a sólo un puñado de votos de la mayoría absoluta. Contra todo pronóstico, obtuvo casi el 44 por ciento de los votos y 14 concejales, diez más que el Partido Socialista. Izquierda Unida, liderada por Rosa Aguilar, consiguió 11 concejales y gracias al habitual pacto de las fuerzas de izquierdas, siguió conservando la Alcaldía. Cuatro años después, en las municipales de 2011, José Antonio Nieto ya no tuvo rival, y se instaló en la Alcaldía con una cómoda mayoría absoluta; arrasó con más del 48 por ciento de los votos y 16 concejales. Sólo Julio Anguita logró unos números como esos en unas elecciones. Del ‘califa rojo’ al ‘califa azul’.

Ahora que el Partido Popular de Andalucía anda metido en una espiral de nombres con el que sustituir el liderazgo frustrado de Javier Arenas, es normal que José Antonio Nieto figure en esas quinielas como una de las apuestas más firmes para el relevo en la cúpula del centro derecha andaluz. Nieto, además de la Alcaldía de Córdoba, es diputado andaluz y, cuando se le oye hablar, es fácil adivinarle su ambición de altos vuelos.

Dice que en la política andaluza existe un “vacío” porque la sociedad ha jubilado ya a los dirigentes de las generaciones precedentes y, si se analiza la situación actual, no le falta razón: Ninguno de los líderes que se presentaron a las últimas elecciones autonómicas está ya en primera línea y, en su lugar, han ido ocupando ese puesto políticos que nacieron a finales de los 60 o en los 70. Es el caso de Susana Díaz (1974), que sustituyó a José Antonio Griñán (1946) en el PSOE; de Antonio Maíllo (1966), que ha reemplazado a Diego Valderas (1953) en Izquierda Unida; y es el caso de la mayoría de las personas que se barajan para sustituir en el liderazgo del PP andaluz a Javier Arenas (1957). José Antonio Nieto, que es uno de los posibles sustitutos de Arenas, nació en abril de 1970.

En cualquier caso, si en algo insiste José Antonio Nieto es que el proceso de elección de un candidato para el Partido Popular de lo único que debe alejarse es de esta pugna estéril de nombres y facciones, que es la deriva por la que se han precipitado hasta ahora muchas ambiciones. Nieto tiene claro el relevo generacional que, a su juicio, demanda la sociedad andaluza para empezar un tiempo político nuevo, pero quiere templar y distanciarse de la meleé. Uno de los más grandes sabios de Córdoba, Averroes, dejó escrito que “quien habla de cosas que no le atañen, escucha cosas que no le gustan”. Y todo político sabe que, en tiempos de mudanza de liderazgo, lo mejor es el silencio. A Nieto, ahora, lo único que le atañe es la Alcaldía de Córdoba.

Córdoba era una plaza inexpugnable, la única capital de provincia que la democracia española había reservado para los comunistas. Ni siquiera en la oleada de votos socialista que aconteció en este país en los primeros años 80, el PSOE pudo conquistar la ciudad de Córdoba, que los electores reservaban siempre para el Partido Comunista y, en especial, de su líder, Julio Anguita. Por esa exclusividad, por esa peculiaridad, a Julio Anguita se le conoció como el ‘califa rojo’ y la imagen de marca lo llevó, en los años venideros, a conquistar la dirección de los comunistas en Andalucía y luego en toda España. Se marchó Julio Anguita de Córdoba pero la izquierda siguió gobernando en la ciudad ininterrumpidamente (salvo un mandato de desacuerdo entre el PSOE e Izquierda Unida) hasta que llegó este hombre, la apuesta más inesperada que se convirtió en la única mayoría absoluta de la derecha en esta ciudad.

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