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El sector guerrista dinamitó el nuevo protocolo PSOE-PSC propuesto por Rubalcaba
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EL DÍA QUE EL LÍDER DEL PSOE SUCUMBIÓ AL APARATO

El sector guerrista dinamitó el nuevo protocolo PSOE-PSC propuesto por Rubalcaba

El enemigo suele convivir, en muchas ocasiones, con la víctima. Y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, tiene mucho más cerca al enemigo de

Foto: El sector guerrista dinamitó el nuevo protocolo PSOE-PSC propuesto por Rubalcaba
El sector guerrista dinamitó el nuevo protocolo PSOE-PSC propuesto por Rubalcaba

El enemigo suele convivir, en muchas ocasiones, con la víctima. Y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, tiene mucho más cerca al enemigo de lo que hubiese querido. El centenario partido abrió esta semana su peor crisis en muchas décadas. Vio cómo una parte de sus diputados desobedecían las consignas y votaban en contra de la orden llegada de la superioridad. La consecuencia: el líder de la oposición se encuentra en una situación alarmantemente incómoda, con un sector guerrista que le presiona a fondo y un partido hermano que le exige que cumpla sus compromisos. Este partido hermano es el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), que lidera Pere Navarro.

Hace tan sólo unos meses, ya había pactado que los socialistas catalanes podían votar diferente del resto del PSOE. Pero una avalancha de críticas le hizo dar marcha atrás. “Rubalcaba está, en estos momentos, en la posición más débil que uno pueda imaginarse. No controla, no manda y no decide y hay algunos sectores en el partido que han recuperado peso específico y son los que presionan. Además, algunas de las tesis que había mantenido tradicionalmente el PSOE están desvirtuadas. El posicionamiento integrista y centralista de esos personajes es el que nos hace verdaderamente daño. Hay dirigentes y exdirigentes que harían un mejor servicio a todos estando calladitos y no montando conspiraciones de salón”, dice a El Confidencial una fuente de la cúpula socialista.

Los catalanes están en el punto de mira de algunos de los barones del PSOE con más peso en el aparato del partido. Es más: estos barones han utilizado tradicionalmente al aparato para evitar que los catalanes puedan tomar decisiones ‘equivocadas’. Y junto a ellos se alinea un sector guerrista que ha renacido de sus cenizas como el ave fénix y que ha logrado controlar resortes de poder que hace dos décadas que había perdido.

La gota que colmó el vaso fue la votación, hace sólo unos días, de una propuesta de resolución que, de manera insólita, presentaban al alimón Convergència i Unió (CiU) e Iniciativa per Catalunya (ICV). En ella, se instaba al Congreso a negociar con las fuerzas parlamentarias la celebración de un referéndum “que permita conocer la voluntad de la ciudadanía de Cataluña sobre su futuro político, utilizando los mecanismos legales previstos”. Y los socialistas catalanes votaron a favor de esta resolución, contraviniendo las órdenes de Rubalcaba, otro hecho insólito. 

El hecho hubiese pasado sin pena ni gloria en otras circunstancias. Pero fue una auténtica bomba de relojería en la línea de flotación del PSOE. ¿Qué pudo haber pasado para que la gran familia socialista decidiese partir peras y enredarse en una guerra fratricida?

Para entender la situación, sólo hace falta aventurarse en la coyuntura política de hace tan solo unos meses. El PSC, como partido independiente del PSOE propuso hace un año al líder socialista la necesidad de actualizar el protocolo de relaciones entre ambos partidos. En el congreso que el PSC celebró en diciembre de 2011, en el que resultó elegido nuevo líder Pere Navarro, se aprobó una resolución en la que se instaba a firmar ese protocolo. Y en él se especificaba que los socialistas catalanes debían formar grupo propio en el Congreso de los Diputados, que se debía articular dentro del Grupo Socialista Federal. Además, pedía que los diputados catalanes “observaran una disciplina común de acción, voz y voto, excepto en casos excepcionales relativos a temas de especial interés para Cataluña y su autogobierno”, siempre y cuando no hubiese habido acuerdo de votación en común en la comisión paritaria de seguimiento para temas catalanes.

En verano pasado, las negociaciones entre PSOE y PSC para firmar un primer protocolo que permitiría al PSC salir airoso en cuestiones nacionalistas estaba prácticamente hecho. La intención era llevarlo a los máximos órganos de dirección y aprobarlo antes de las elecciones autonómicas catalanas del pasado mes de noviembre.

La propuesta, en la Ejecutiva Federal

Rubalcaba, según fuentes solventes consultadas por El Confidencial, llevó el tema a la Ejecutiva Federal del PSOE, en lo que habría de ser un puro trámite para encarrilar definitivamente el problema catalán dentro del partido. Pero ahí saltó la sorpresa: el sector guerrista montó en cólera y comenzó a poner en cuestión el desmarque de los catalanes. Hubo varias intervenciones que pusieron en entredicho la maniobra del PSC y su intención de organizarse autónomamente. Incluso algún dirigente madrileño fue particularmente duro en su intervención 

Y Rubalcaba cedió. El líder del PSOE se mostró “tremendamente preocupado” por las reacciones ante el documento que presentó en la Ejecutiva. “En realidad, hubiese podido tirar adelante la firma del protocolo, pero se acojonó”, explica gráficamente una de estas fuentes consultadas por El Confidencial. Al PSC le hubiese ido muy bien el acuerdo con su hermano mayor PSOE, de cara a las elecciones del 25 de noviembre, para poder presentarse ante el electorado catalán como un partido totalmente independiente y liberado de presiones en temas que afectasen a Cataluña. Las negociaciones habían durado meses y los términos estaban claros. Pero un sector del hermano mayor tiene aún un peso determinante en las determinaciones que se toman.

Los socialistas catalanes intentaron forzar la situación, salvar la cara y rebajar la tensión incluso renunciando al grupo propio. Pero fue inútil. Ante las presiones de los guerristas, Rubalcaba decidió que era una cruz demasiado pesada como para llevarla él solo. Su decisión fue que el tema tenía que ser llevado al Comité Federal del PSOE, el máximo órgano de dirección entre congresos. Pero, para ello, quería “negociar personalmente y uno a uno” con todos los barones territoriales la propuesta del PSC.

Rubalcaba ha sido un cobarde. La actual crisis se hubiese evitado si presenta a votación el protocolo que había negociado con el PSC en la Ejecutiva, porque a pesar de las críticas y las intervenciones, se hubiese aprobado. Y como en él se preveía la votación por separado del PSC, ahora no tendríamos la crisis que tenemos”, señala una de las fuentes consultadas por este diario. De aquella aguas, pues, vinieron estos lodos.

El enemigo suele convivir, en muchas ocasiones, con la víctima. Y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, tiene mucho más cerca al enemigo de lo que hubiese querido. El centenario partido abrió esta semana su peor crisis en muchas décadas. Vio cómo una parte de sus diputados desobedecían las consignas y votaban en contra de la orden llegada de la superioridad. La consecuencia: el líder de la oposición se encuentra en una situación alarmantemente incómoda, con un sector guerrista que le presiona a fondo y un partido hermano que le exige que cumpla sus compromisos. Este partido hermano es el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), que lidera Pere Navarro.

Alfredo Pérez Rubalcaba