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Pilar Goya, la química que está detrás de Rubalcaba
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LA MUJER DE… EL CANDIDATO DEL PSOE

Pilar Goya, la química que está detrás de Rubalcaba

“¿Pero tu mujer todavía no te ha echado de casa?”. A la diputada del PSC, Isabel López i Chamosa, la pregunta le salió de forma espontánea

Foto: Alfredo Pérez Rubalcaba y su mujer Pilar Goya. (Efe)
Alfredo Pérez Rubalcaba y su mujer Pilar Goya. (Efe)

“¿Pero tu mujer todavía no te ha echado de casa?”. A la diputada del PSC, Isabel López i Chamosa, la pregunta le salió de forma espontánea cuando una mañana, bien temprano, se encontró por los pasillos del Congreso de los Diputados al entonces portavoz parlamentario socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Chamosa se había despedido de él la noche anterior, casi de madrugada, y volvía a ser Rubalcaba la primera persona a la que se cruzaba, sobre las ocho de la mañana, en esos mismos despachos de la ampliación del Congreso. “¿Pero tú duermes algo?”. “De verdad, no conozco a nadie con una dedicación como la suya”, explica la diputada.

Pilar Goya Laza ha aprendido a convivir con esa dedicación casi enfermiza, que su marido tiene por la política, desde que lo conoció en las aulas de la Facultad de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid. Rubalcaba está casado con ella y con el PSOE. Un binomio que Pilar parece haber encajado a la perfección y que le ha permitido volcarse a fondo en su carrera como doctora, hasta convertirse en una eminencia muy reconocida en su propio ámbito. Son, en ese sentido, uno de esos matrimonios sin hijos en los que ambos miembros de la pareja han sacrificado otras facetas más familiares por una larga y exitosa proyección profesional, cada uno en su terreno. Aunque en los últimos tiempos, los avatares de la familia Goya les hayan obligado a cambiar los planes. “Es muy familiar. Se le murieron tres hermanos y ha estado muy ocupada de sus sobrinos y de su madre”, explica Mar Cuevas, una de las amigas del matrimonio. Un suceso que también afectó muchísimo al propio Rubalcaba, muy unido a sus cuñados, en especial a Tato Goya, y que le llevó incluso a amagar con dejar la política en el 2008, cuando dudaba si aceptar de nuevo la cartera de Interior.

Rubalcaba y Pilar se casaron a finales de los setenta, recién estrenada la Democracia, en una ceremonia que tuvo lugar cerca del circuito madrileño del Jarama, donde vivían los padres del hoy candidato socialista. “Fue en el año 1979, pero lo que sí recuerdo es que yo era el único cargo público que asistió a la boda, porque entones todos estábamos empezando en política”, recuerda Juan Barranco, ex alcalde de Madrid. Para entonces, Goya acababa de volver de Alemania, en donde había disfrutado, recién licenciada, de una beca otorgada por la prestigiosa fundación Alexander von Humboldt.

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De ella, poco se sabe. Enormemente discreta, la suya ha sido una trayectoria paralela a la de Don APR y en la que casi nunca se ha prodigado en los grandes actos de partido encabezados por su marido. Muchos la descubrieron en julio, en el acto de proclamación oficial de Rubalcaba como candidato, cuando se dejó ver por primera vez junto al flamante nuevo líder del partido. Discreta en público, pero comprometida con las siglas. “Es una mujer muy tímida, muy seria y muy maja”, añade Barranco. “No tiene afán de protagonismo ni va de mujer de… Pero es una persona muy comprometida, con una gran dedicación. Yo es que he pegado con ella carteles en la época de la clandestinidad. Entonces, éramos dos grupos. Por un lado, estaba el de los químicos, al que pertenecen ambos, y, por otro, el de los banqueros, como yo. Y todos solíamos quedar para pegar carteles y hacer campaña en aquella época. Es una militante del PSOE activa, de las que va a la agrupación y a las campañas. Muy comprometida”, concluye.

En esta campaña, en la que por primera vez su marido es la estrella principal del cartel tras más de dos décadas como eterno actor secundario, Goya tampoco ha querido modificar su agenda para arropar a Rubalcaba durante los 15 días de campaña. Al contrario, ha seguido adelante como si tal cosa con sus compromisos con el CSIC y con sus conferencias, como la que pronunció el pasado lunes en la Residencia de Estudiantes de Madrid sobre el centenario del Nobel a Marie Curie. Mientras a ella la aplaudía una sala abarrotada de científicos y de estudiantes que, nada más acabar la charla, corrieron a hacerse fotos con ella, Rubalcaba terminaba de perfilar en su despacho de Ferraz los últimos argumentos para el cara a cara que una hora después mantendría en televisión con Mariano Rajoy.

“No te lo tomes a mal, pero he decidido que no voy a hacer ningún tipo de entrevista y a todo el mundo que me lo ha pedido le he dicho que no”, explica a este diario la propia Pilar para rehuir hablar sobre la campaña de Rubalcaba, con quien apenas coincidirá en actos públicos. De hecho, el próximo lunes, vuelve a participar en otro foro sobre Marie Curie organizado por la Residencia de Estudiantes para presentar al ponente de otra conferencia. “Tengo una agenda muy completa, con muchas conferencias de este tipo, así que voy a estar al margen de la campaña”, añade.

Eduardo García Junceda, director del Instituto de Química Orgánica del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), explica que Goya “es una persona realmente extraordinaria, con una capacidad de trabajo impresionante y con una capacidad divulgativa muy alta”. Se le puede considerar, por ello, “una de las químicas más importantes que hay en el país”. Su currículo no es para menos. Desde el 2001 es profesora de investigación de Consejo y ha desarrollado su labor investigadora centrada, sobre todo, en la química médica y en el desarrollo de nuevos fármacos. Fue durante seis años responsable del departamento de Relaciones Internacionales y, entre 2006 y 2011, dirigió el Instituto de Química Médica del propio Consejo. Además, participa activamente en temas de divulgación científica y acaba de publicar este año un libro, “¿Qué sabemos de? El dolor”, escrito junto a María Isabel Martín Fontelles.

“Es una química estupenda y que da gusto en todos los sentidos”, explica otro amigo de la pareja, Antonio Hernando Grande, premio nacional de investigación en Física. “Es muy inteligente y no está a la sombra de Rubalcaba, sino que ha hecho otra cosa, pero no en la sombra de Rubalcaba. Ha dirigido este instituto de Química Médica estupendamente y es una mujer muy inteligente”.

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Los ‘químicos’

Goya, Rubalcaba, Jaime Lissavetzky y su esposa, Pilar Tigeras, forman junto con alguna otra pareja más, el reducido y exclusivo grupo de amistades del candidato socialista. Un clan de químicos, amigos todos desde los tiempos de la facultad, que durante años han mantenido la costumbre de quedar a cenar una vez por semana (antes lo solían hacer los sábados en el restaurante Arrumbabaya) y para jugar a fútbol los fines de semana. Práctica, esta última, que Rubalcaba tuvo que dejar hace años obligado por lesiones varias y que le ha convertido ahora en todo un experto del pin pon, el único deporte que puede seguir jugando en la mesa que ha instalado en su propia casa. “Por un lado está Lissavetzky, que es amigo de Rubalcaba desde que iban juntos al colegio de El Pilar y, a años luz, estamos el resto de sus amigos”, asegura Francisco de Asís Blas. Una lealtad entre matrimonios, inquebrantable. De hecho, una de las pocas apariciones públicas de Pilar en clave de partido tuvo lugar en las pasadas elecciones municipales, en las que prestó su imagen para apoyar en un vídeo la candidatura de Lissavetzky al Ayuntamiento de Madrid.

Nacida en Vitoria, en 1951, Pilar procede de una familia muy conocida en la capital vasca, propietaria de la confitería Goya, que elabora los célebres bombones Vasquitos y Nekanes, famosos en todo el País Vasco. Desde hace años, además, es subdirectora de la organización Save de Children, en donde vuelca su faceta más filantrópica. “Es solidaria, cariñosa, cercana, muy lista, una mujer muy inteligente, que siempre ha tenido una vida propia como química”, concluye Mar Cuevas. “Ha llevado bien la carrera política de Rubalcaba. Han estado siempre juntos y la vida de Alfredo ha sido la política. ¿Que le hubiera gustado ir más al cine? Pues a lo mejor, pero ella le ha ayudado en todo. No creo que ella haya sufrido porque Alfredo se haya metido en política”.

“¿Pero tu mujer todavía no te ha echado de casa?”. A la diputada del PSC, Isabel López i Chamosa, la pregunta le salió de forma espontánea cuando una mañana, bien temprano, se encontró por los pasillos del Congreso de los Diputados al entonces portavoz parlamentario socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Chamosa se había despedido de él la noche anterior, casi de madrugada, y volvía a ser Rubalcaba la primera persona a la que se cruzaba, sobre las ocho de la mañana, en esos mismos despachos de la ampliación del Congreso. “¿Pero tú duermes algo?”. “De verdad, no conozco a nadie con una dedicación como la suya”, explica la diputada.

Alfredo Pérez Rubalcaba