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Zapatero es ya un presidente interino mientras Rubalcaba mueve los hilos fuera del Gobierno
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SALGADO, JÁUREGUI O CAMACHO DEBEN SUS PUESTOS AL CANDIDATO DEL PSOE

Zapatero es ya un presidente interino mientras Rubalcaba mueve los hilos fuera del Gobierno

José Luis Rodríguez Zapatero acomete la última remodelación de su Gobierno sometido a un insólito estado de interinidad. A pesar de que formalmente sigue ostentando los

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Zapatero es ya un presidente interino mientras Rubalcaba mueve los hilos fuera del Gobierno

José Luis Rodríguez Zapatero acomete la última remodelación de su Gobierno sometido a un insólito estado de interinidad. A pesar de que formalmente sigue ostentando los cargos de presidente del Ejecutivo y secretario general del PSOE, la realidad es que no ha tenido más remedio que ceder todo el poder a Alfredo Pérez Rubalcaba. El candidato socialista no solo ejerce como líder del partido, sino que maneja el Gobierno a través de sus fieles, estratégicamente situados en los despachos clave. Elena Salgado, Ramón Jáuregui y Antonio Camacho le deben el puesto, mientras que otros como Manuel Chaves o José Enrique Serrano son viejos camaradas del felipismo.

Zapatero ha pasado a ser una figura simbólica. Tuvo que admitir públicamente que sería Rubalcaba quien le marcara la crisis de Gobierno, y nadie duda de que será el candidato del PSOE quien decida también la fecha de las elecciones generales. El sábado, por primera vez en 11 años, el presidente ocupó un papel secundario en la ratificación de Rubalcaba. No tomó la palabra en el Comité Federal y, más tarde, se limitó a guardar las espaldas de su ex vicepresidente en el paseíllo de entrada al acto en que Rubalcaba lanzó su primer discurso a la nación como candidato.

Pese a que suele decirse que los cambios en el Consejo de Ministros y la convocatoria de elecciones son las dos potestades sagradas de los presidentes, y que con más celo preservan, Zapatero se ha encontrado con un Gabinete hecho a la medida de Rubalcaba. Por ello, no sorprende que el ex número dos del Gobierno pueda seguir influyendo de forma decisiva en estos últimos meses de la legislatura. Elena Salgado no habría llegado al Ministerio de Sanidad en 2004 sin la mediación de Rubalcaba. Tampoco habría repetido en el Ejecutivo en 2008 como ministra de Administraciones Públicas, ni hubiera sido ascendida a Economía en 2009. 

La vicepresidenta contó también con el respaldo de José Enrique Serrano, jefe de Gabinete de Zapatero, con quien Rubalcaba y Ramón Jáuregui formaron el núcleo duro de Moncloa en octubre de 2010. Jáuregui aterrizó en Presidencia de la mano del entonces nuevo vicepresidente primero, a pesar de que nunca había tenido feeling con Zapatero. En 2009, sin más expectativas políticas que seguir de número dos en el Grupo Parlamentario Socialista, aceptó el exilio en Bruselas de la mano de Juan Fernando López Aguilar. Pero un año después, Rubalcaba lo rescató para que le ayudara a explicar ante la opinión pública el nuevo relato del Ejecutivo. “Espero que dos tardes, dos lecciones magistrales con Alfredo, me bastarán para ponerme al día, afirmó en su toma de  posesión.

Otra pieza importante es Antonio Camacho, en quien Rubalcaba ratificó su confianza cuando en 2006 desembarcó en Interior. Camacho ha ejercido prácticamente de viceministro desde el año pasado, cuando su jefe pasó a ser vicepresidente y portavoz, y supone la última barrera de Rubalcaba frente al caso Faisán. Cabe recordar que la investigación reveló contactos Camacho y el director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, imputado en la causa, la noche en que se planificó el chivatazo a ETA

Ministros con tarea electoral

Asimismo, Zapatero agota la legislatura con el vicepresidente Manuel Chaves, representante de la era de Felipe González en el PSOE y en el Gobierno, como también lo es el versátil Rubalcaba. Ni rastro de la generación del actual presidente, ni las señas de identidad que le llevaron a ganar dos elecciones consecutivas. Por otra parte, el candidato socialista ha pedido a otros ministros como Valeriano Gómez, titular de Trabajo; Cristina Garmendia, de Ciencia y Tecnología; y Miguel Sebastián, de Industria, que le ayuden a elaborar su programa, por lo que trabajarán en una curiosa doble dirección política: con las últimas políticas de Zapatero y con la alternativa del PSOE.

Por ello, uno de los flancos débiles de la candidatura socialista es cómo presentar al electorado una nueva propuesta política, cuando el líder acaba de abandonar el Ejecutivo, y, además, el Consejo de Ministros está sigue regido por sus fieles. Así, con Zapatero muy debilitado y los focos centrados en Mariano Rajoy y Rubalcaba, el PSOE debe hacer frente a la paradoja de sostener al Gobierno, al mismo tiempo que promueve iniciativas contrarias a su gestión. El giro a la izquierda del candidato tiene que superar todavía muchos obstáculos.

José Luis Rodríguez Zapatero acomete la última remodelación de su Gobierno sometido a un insólito estado de interinidad. A pesar de que formalmente sigue ostentando los cargos de presidente del Ejecutivo y secretario general del PSOE, la realidad es que no ha tenido más remedio que ceder todo el poder a Alfredo Pérez Rubalcaba. El candidato socialista no solo ejerce como líder del partido, sino que maneja el Gobierno a través de sus fieles, estratégicamente situados en los despachos clave. Elena Salgado, Ramón Jáuregui y Antonio Camacho le deben el puesto, mientras que otros como Manuel Chaves o José Enrique Serrano son viejos camaradas del felipismo.

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