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Rafael Español no da la cara y algunos accionistas de La Seda quieren demandarle
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Rafael Español no da la cara y algunos accionistas de La Seda quieren demandarle

El que fuera hasta finales de junio pasado presidente de la química La Seda de Barcelona, Rafael Español, no ha dado la cara ante sus accionistas

Foto: Rafael Español no da la cara y algunos accionistas de La Seda quieren demandarle
Rafael Español no da la cara y algunos accionistas de La Seda quieren demandarle

El que fuera hasta finales de junio pasado presidente de la química La Seda de Barcelona, Rafael Español, no ha dado la cara ante sus accionistas para explicar la actual situación de deriva financiera que vive la compañía. En la junta de ayer sábado, que se celebró en El Prat de Llobregat (Barcelona), Español fue el gran ausente de una asamblea donde los nuevos gestores aseguran que tienen la clave para relanzar la química: encontrar un socio industrial y buscar nueva financiación con la enésima ampliación de capital de los últimos 5 años.

“El problema es que ahora tenemos que apoyar una ampliación de capital cuando existen operaciones poco claras por importe de 80 millones de euros que el señor Rafael Español no quiere explicarnos. Pues lo tendrá que hacer ante la justicia”, comentó a El Confidencial un pequeño accionista a la puertas de una junta donde por primera vez no se ha permitido el acceso a la prensa.

 

Los accionistas minoritarios también han reclamado una segunda auditoría de las cuentas de La Seda por desconfiar de las cifras aportadas por el anterior equipo gestor encabezado por Rafael Español. La petición de acciones legales contra Rafael Español está apoyada por un grupo de accionistas de La Seda que ha pedido a la junta formalmente la acción social de responsabilidad contra el ex presidente de la compañía. Esta medida permitiría a la empresa estudiar diversas acciones legales contra Español para delimitar su responsabilidad en cuatro operaciones presuntamente irregulares que han aflorado en diversas auditorías y por las que la compañía ha tenido que provisionar 84 millones de euros.

 

La Seda, que cerró 2008 con pérdidas de 565 millones de euros y debe cerca de otros 800 millones a entidades financieras, mantiene un crédito a empresas del grupo Imatosgil por valor de 22 millones que ha sido impagado, cuando este grupo es el principal accionista, con el 12% del capital.

 

La plataforma de accionistas que ha pedido la acción social se creó hace un mes y ha dicho contar con medio millón de acciones, según las mismas fuentes. Sin embargo, los accionistas se han mostrado escépticos sobre la efectividad de esta medida legal, y uno de ellos, Eusebio de la Fuente, que asegura que “nunca se ha visto un presidente de consejo ir a la cárcel, y por eso se dan opciones a que los siguientes hagan lo mismo”.

 

Otro pequeño accionista en la junta explica que “compré mis acciones en el 2000 a 4,85 euros y ahora están a 0,34, suspendidas de cotización y encima tengo que pagar la custodia”. Ambos accionistas se han mostrado convencidos de que cuando la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNNV) levante la suspensión del valor, éste se desplomará todavía más.

 

Venta de fábricas, una ampliación de capital y un socio industrial para sobrevivir

 

La Seda, que hace un año negociaba una alianza con la filial de Cepsa Interquisa y una integración con la indonesia Indorama, ahora le queda poco más de un mes para reducir costes y saldar su deuda financiera para poder sobrevivir. Éste es el panorama que el antiguo equipo gestor presidido por Rafael Español le ha dejado al nuevo presidente José Luis Morlanes.

 

La multinacional barcelonesa necesita una ampliación de capital de 150 millones de euros, la obtención de un crédito por parte del Institut Català de Finances (el organismo público financiero de la Generalitat) y lograr refinanciar la deuda financiera que mantiene con la banca, que asciende a 800 millones de euros. Y ha de lograr todo ello en menos de dos meses, según explica Morlanes, para convertir a la empresa en una sociedad “líder en el sector del PET industrial (fibra de plástico para fabricar envases de la industria alimenticia)”.

 

Estas buenas intenciones, que ya hartan por desconfianza a un grupo de accionistas, tiene una fecha límite: el próximo 30 de septiembre. Ése día es el último que tiene el equipo directivo de Morlanes para negociar con bancos y accionistas un acuerdo de reestructuración financiera que mejore las condiciones de su deuda. La ampliación de capital, por su parte se ha puesto sobre la mesa ante los accionistas en la junta extraordinaria del pasado sábado. Acerca del crédito que espera obtener del ICF, Morlanes señaló que se han cumplido “casi todas las exigencias”.

La Seda se encuentra inmersa en una situación grave desde el pasado año, cuando el grupo viviese una situación “terrible por la crisis de liquidez y la crisis del petróleo”, apunta su presidente. Un delicado momento que ha llevado a la empresa a elaborar un abultado plan de reestructuración -que incluye despidos y cierres de fábricas para reducir costes.

 

Los responsables del grupo químico apuestan por un plan para los próximos cinco años que refuerce a La Seda como líder europeo en el sector del PET y en la producción de preformas de PET y de PET reciclado. La compañía se focalizará en el negocio de soluciones de PET (preformas) con el cliente.

 

La Seda mantendrá las ocho plantas de producción actuales y el centro de desarrollos de Bélgica con el objetivo de pasar de 400.000 a 500.000 toneladas anuales de producción en tres años y alcanzar una cuota de mercado del 19% en Europa occidental.

 

Por su parte, las plantas de producción en resina de PET reducirán su capacidad hasta las 550.000 toneladas. Esta medida llevará al cierre de 5 plantas y únicamente se mantendrán las de San Giorgio (Italia), El Prat de Llobregat y San Roque (España). En estas tres plantas, el presidente de La Seda asegura que se deberá realizar una reducción de plantilla que afectará a 60 trabajadores así como planes para reducir los gastos de energía y de logística.

 

La estrategia de futuro de La Seda se completa con la potenciación del reciclado con una inversión de cinco millones de euros para aumentar la capacidad de las 66.000 toneladas actuales a 100.000 toneladas sin aumentar plantilla. La compañía cuenta con una nueva tecnología de reciclado químico que pondrá en marcha en 2010 y que ya ha obtenido el certificado para ser usada en envases alimentarios. El plan de reestructuración prevé la desinversión en la producción de materias primas, lo que ha llevado ya al cierre de la planta de Wilton (Reino Unido). La empresa también reducirá su participación en el proyecto Sines mediante un acuerdo con la portuguesa Caixa Geral que, junto a sus socios, aportará 40 millones de euros de capital social con lo que tomará una participación entorno al 40%.

 

La Seda, además, pondrá a la venta activos calificados como “no estratégicos” con un total de siete plantas -entre ellas la de Tarragona- y terrenos no operativos. También habrán cambios en el consejo de administración: saldrán del consejo los representantes de PC Siglo XXI, el ex consejero de La Seda Joan Castells, y el vicepresidente dimitido Carlos Gila, mientras que se desconoce la postura del ex presidente Rafael Español.

 

Protestas a las puertas de la Junta y expulsión de los periodistas

 

“Estamos perdidos, nadie nos dice nada en cuanto a la producción y estamos completamente desconectados de nuestros jefes en la fábrica de El Prat de Llobregat. Es increíble que el anterior presidente Rafael Español no haya dado la cara por la pésima situación que atraviesa la compañía”, asegura un empleado que prefiere guardar el anonimato. Este trabajador formó parte del centenar que el pasado sábado protestó a las puertas del Hotel Renaissance, en El Prat de Llobregat, en donde se celebra la junta de accionistas

A la protesta acudieron trabajadores británicos de la planta de Wilton, que el grupo cerrará como parte de esta reestructuración y que ha supuesto el despido de 240 personas. Los trabajadores ingleses han recibido el apoyo de la diputada laborista Vera Baird, que ha viajado hasta Barcelona, para apoyar a los trabajadores. Además habrá un ajuste de 60 personas en España y la empresa llevará a cabo a la venta activos que la empresa cuantifica (entre 250 y 320 millones), lo incluye siete plantas, entre ellos la factoría de IQA a Tarragona.

El que fuera hasta finales de junio pasado presidente de la química La Seda de Barcelona, Rafael Español, no ha dado la cara ante sus accionistas para explicar la actual situación de deriva financiera que vive la compañía. En la junta de ayer sábado, que se celebró en El Prat de Llobregat (Barcelona), Español fue el gran ausente de una asamblea donde los nuevos gestores aseguran que tienen la clave para relanzar la química: encontrar un socio industrial y buscar nueva financiación con la enésima ampliación de capital de los últimos 5 años.

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