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El juez Bermúdez sigue los pasos de Garzón con una hagiografía 'entre sábanas' escrita por su esposa
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El juez Bermúdez sigue los pasos de Garzón con una hagiografía 'entre sábanas' escrita por su esposa

Si Baltasar Garzón era “el juez que veía amanecer”, en palabras de su hagiógrafa, la periodista Pilar Urbano, Javier Gómez Bermúdez es el juez “todo soledad,

Foto: El juez Bermúdez sigue los pasos de Garzón con una hagiografía 'entre sábanas' escrita por su esposa
El juez Bermúdez sigue los pasos de Garzón con una hagiografía 'entre sábanas' escrita por su esposa

Si Baltasar Garzón era “el juez que veía amanecer”, en palabras de su hagiógrafa, la periodista Pilar Urbano, Javier Gómez Bermúdez es el juez “todo soledad, encapsulado en su responsabilidad, insoportable a veces”, según la también periodista Elisa Beni. La diferencia es que esta vez el plumilla es la propia esposa del juez, con quien comparte no solo los lógicos secretos de alcoba sino otros más cuestionables que tienen que ver con el delicado material que maneja diariamente el magistrado.

El adelantó que ayer realizaron al alimón los diarios El País y El Mundo –doble página en sus ediciones dominicales- del libro de Elisa Beni (La soledad del juzgador, Gómez Bermúdez y el 11-M, Editorial Temas de Hoy) ha conmocionado los ambientes judiciales madrileños. Jamás se había visto cosa igual: la esposa del último juez estrella, ensalzando la labor de su marido supuestamente cuestionada por los medios de comunicación. Un bombazo editorial en puertas que, sin embargo, no podrá obviar las consecuencias, ahora mismo difíciles de prever, que la obra tendrá para la carrera del magistrado.

La aparición del libro, que convierte a Bermúdez en el Garzón de la derecha, inaugura un género literario susceptible de denominarse “erótico judicial”, en atención a la mencionada relación que une a la autora y a su protagonista –la conyugal-, y a la condición de fuente revelada y autorizada respecto de la obra por parte del propio magistrado.

Lo desvelado ayer por la prensa dominical permite anticipar un importante éxito de ventas, siquiera sea por el morbo de conocer en la intimidad el ámbito y extensión de la cielitografía –término acuñado ayer por Aníbal Malvar en El Mundo-, con la consiguiente repercusión en el ámbito económico del mismo magistrado, bien porque –caso de mantener un régimen económico-matrimonial ganancial- le revierta directamente el 50% de los ingresos de la esposa, bien porque, en el supuesto de separación de bienes, los ingresos por derechos de autor –autora, en este caso- contribuyan a la satisfacción de las cargas conyugales e incluso de la de los bienes privativos del marido, Código Civil mediante.

Información confidencial

Por lo conocido ayer en torno a La Soledad del Juzgador, podría afirmarse que el juez ha puesto al corriente a la autora “fuera de los cauces de información judicial establecidos” –art. 418.8, LOPJ, en materia de faltas graves de Jueces y Magistrados-, “de hechos o datos de los que conozcan en el ejercicio de su función o con ocasión de ésta”, como lo demuestra la trascripción de conversaciones telefónicas del Magistrado, o su tolerada presencia en el coche oficial o en el domicilio de la pareja en reuniones con la Fiscal o letrados del caso. Probablemente el conocimiento de tales datos sea imposible de impedir en el ámbito conyugal: lo que no había ocurrido nunca hasta ahora es que, además, se divulgue.

Los detalles dados ayer a conocer sobre la soledad de Bermúdez permiten intuir hasta qué punto la esposa aconsejaba al marido en orden al impacto público de su actuación judicial, lo que, en buena lógica, es susceptible de levantar alguna que otra suspicacia sobre la influencia que tal asesoramiento haya podido ejercer en las resoluciones judicialmente adoptadas.

Queda fuera de duda, a la vista del material adelantado, hasta qué extremo importaba al Magistrado la existencia de un recurso pendiente ante el Tribunal Supremo en orden a su mantenimiento como Presidente de la Sala, y la posible necesidad de actuar conforme a tal preocupación para conservar el cargo u optar a otro diferente, es decir, ascender en la carrera.

De auctoritas y potestas

Si Baltasar Garzón era “el juez que veía amanecer”, en palabras de su hagiógrafa, la periodista Pilar Urbano, Javier Gómez Bermúdez es el juez “todo soledad, encapsulado en su responsabilidad, insoportable a veces”, según la también periodista Elisa Beni. La diferencia es que esta vez el plumilla es la propia esposa del juez, con quien comparte no solo los lógicos secretos de alcoba sino otros más cuestionables que tienen que ver con el delicado material que maneja diariamente el magistrado.