Historia de una presidenta y tres exCEOs: la primavera dentro y fuera de El Corte Inglés
Marta Álvarez-Guil se propone para renovar su cargo al frente de los grandes almacenes en la próxima junta mientras sus tres predecesores buscan por fuera el poder perdido
Marta Álvarez-Guil prepara ya su renovación como presidenta in pectore de El Corte Inglés, cinco años después de que, en julio de 2019, se hiciera con un cargo que inicialmente no tenía funciones ejecutivas. Esa labor quedaba bajo la responsabilidad de Jesús Nuño de la Rosa y de Víctor del Pozo, dos directivos de la casa de toda la vida, que hoy ya no están en la cocina de un holding, el cual ha superado los peores augurios sobre su existencia.
Pese a que durante la pandemia puso en duda el modelo de los grandes almacenes, hoy todas las empresas que tienen malls han resucitado de las cenizas. Al contrario de lo que decían los expertos de McKinsey y consultoras internacionales similares, que hablaban directamente de la desaparición de estos gigantes, los clientes han vuelto a pasar por la caja física y no solo la virtual, a la que también se han adaptado las multinacionales como Marks & Spencer, Kohl's o Falabella.
Por el camino ha habido una reestructuración importante de la red de tiendas y despidos masivos, de los que no se ha escapado El Corte Inglés, que tenía cerca de una veintena de centros comerciales obsoletos y, sobre todo, no rentables. Pero, según fuentes próximas al grupo, la compañía presentará en las próximas semanas unos resultados históricos desde el punto de vista operativo. Algo impensable cuando la tormenta de los cambios en los hábitos de consumo amenazaba sus cimientos.
Por ello, Marta Álvarez-Guil presumirá en la próxima junta de accionistas de haber sido capaz de reconducir un transatlántico, pese a que se le achacaba falta de experiencia como gestora cuando se aupó a la presidencia en 2019. Por el camino, han caído tres ejecutivos como Dimas Gimeno, su primo y sobrino de su padre, Isidoro Álvarez, que lo eligió para la sucesión; Jesús Nuño de la Rosa; y Víctor del Pozo, los tres con distinta suerte, ninguno con un poder de gestión como el que tenían dentro de la casa.
El primero lucha para sacar adelante WOW, un innovador modelo de centro comercial con el que pretendía sacarse su revancha contra su prima. Pero en el primer año de vida, su empresa apenas facturó 4 millones y perdió 14. El joven empresario ha dado entrada en el capital a varios millonarios latinoamericanos para reflotar el proyecto y, sobre todo, aportar capital. Porque Dimas se ha gastado en su sueño una buena parte de la indemnización y de los 35 millones netos, excluido el pago a Hacienda, que recibió por sus acciones de El Corte Inglés. Hasta el punto de que su madre ha aportado avales para mitigar las reticencias de entidades como Banco Santander.
El segundo, Jesús Nuño de la Rosa, lucha por sacar adelante Air Europa. La aerolínea, pese al ruido sobre la relación con Begoña Gómez, vive el mejor momento de su historia por el boom del turismo, lo que le ha facilitado el trabajo al expresidente de El Corte Inglés. Pero la compañía de los Hidalgo tiene aún que devolver los 620 millones de ayudas que recibió del Estado para evitar su quiebra. La empresa sigue con un patrimonio negativo que quita el sueño al directivo, que está preparando un plan B por si finalmente, como desliza la Comisión Europea, se veta la venta a International Airlines Group (IAG), es decir, a Iberia.
Por último, Víctor del Pozo se acaba de incorporar a MasOrange como director general de innovación y alianzas de la sociedad resultante de la fusión entre MásMóvil y Orange. Del Pozo depende dentro del nuevo gigante de las telecomunicaciones de Meinrad Spenger, el consejero delegado, y de Germán López, un antiguo empleado de El Corte Inglés cuando el ejecutivo era uno de los grandes jefes de los grandes almacenes.
Con ambos intentó desarrollar varios nuevos negocios, como las alarmas y los móviles cuando aún dirigía El Corte Inglés y Spenger y López, la entonces pequeña teleco. Pero ninguno de los dos ha sobrevivido a su marcha. Del Pozo, que no quiere asumir más responsabilidades de caza mayor, también se ha convertido en asesor de El Turronero para invertir en centros comerciales. Su objetivo es, en realidad, decidir qué hacer con los 30 millones de indemnización que pactó para salir de El Corte Inglés.
Dos de los tres puestos fueron nombrados por Marta Álvarez-Guil, están muy lejos de gestionar los algo más de 15.000 millones en ventas que tenían cuando dirigían los grandes almacenes. Esa cifra, según varias fuentes, se ha superado al cierre del último ejercicio, el pasado 28 de febrero. Prueba de que el holding ha sobrevivido al tsunami de la pandemia y a los diferentes ejecutivos.
Algo parecido a lo que, salvando las distancias del tamaño, pasó con Inditex y Marta Ortega, cuando la hija de Amancio Ortega asumió las riendas de Inditex en noviembre de 2021, acelerando la salida de Pablo Isla. La cotización de la compañía gallega, que al principio sufrió con el cambio, dada la reputación de Isla, se ha duplicado desde la marcha del abogado del Estado y desde que la heredera, también con poca experiencia y recelos iniciales del mercado sobre su capacidad, se hiciera con el timón.
La presidenta de El Corte Inglés tiene aún mucho trabajo por hacer ante la presión de sus accionistas por sacar a bolsa el grupo. Especialmente las sagas familiares que quieren hacer caja, como han hecho ahora los Puig. Para ese momento tendrá que definir la primera línea directiva, inquieta ante la llegada de su nuevo hombre de confianza, un asesor externo que tiene muchos números para asumir funciones ejecutivas tras visitar toda la red de tiendas en los últimos meses.
Marta Álvarez-Guil prepara ya su renovación como presidenta in pectore de El Corte Inglés, cinco años después de que, en julio de 2019, se hiciera con un cargo que inicialmente no tenía funciones ejecutivas. Esa labor quedaba bajo la responsabilidad de Jesús Nuño de la Rosa y de Víctor del Pozo, dos directivos de la casa de toda la vida, que hoy ya no están en la cocina de un holding, el cual ha superado los peores augurios sobre su existencia.
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