Francia y la Eurocámara presionan a Vestager tras fichar a una americana ex 'big tech'

La incorporación de Fiona Scott Morton como economista jefa de la dirección general de Competencia de la Comisión Europea ha sido una de las comidillas de la ciudad durante los últimos meses. Esta semana, el Ejecutivo comunitario ha confirmado su contratación, provocando que el Gobierno francés y una parte de la Eurocámara presionen a Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión, pidiéndole que revierta su fichaje. Su incorporación se ha vuelto una auténtica polémica por dos razones: por su nacionalidad y por su vinculación con los gigantes tecnológicos.

Scott Morton es americana, una académica reputada en el mundo de la Competencia que, de hecho, fue economista jefa del Departamento de Justicia bajo la Administración de Barack Obama. La relación entre ella y Vestager es muy buena, y por eso la danesa pensó en su perfil cuando tocó sustituir al actual economista jefe, el belga Pierre Régibeau, que llegó al cargo en 2019. Su fichaje sorprendía a muchos porque en parte la estrategia de la Comisión Europea en materia de competencia ha chocado con los intereses de Estados Unidos de proteger a las grandes tecnológicas. De hecho, la profesora Scott Morton se ha expresado en contra de la posibilidad de "dividir" a los gigantes digitales, una opción que sí recoge el Acta de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) que la Comisión Europea está empezando a aplicar y sobre la que ha trabajado Vestager.

Además, la americana tiene posibles conflictos de interés a ojos de muchos críticos con su fichaje. A principios de mayo, cuando ya se hablaba abiertamente de su posible contratación, un grupo de organizaciones de la sociedad civil escribieron una carta abierta a Vestager. "Nos preocupa que la profesora Scott Morton tenga posibles conflictos de intereses. Ha sido consultora de una variedad de grandes corporaciones" que incluyen Apple, Amazon, Microsoft, Sanofi y Pfizer, señalaba la misiva. De hecho, hasta hace poco, Scott Morton ha estado trabajando con Microsoft asesorándolos en su adquisición de Blizzard Activision, la popular creadora del videojuego Call of Duty, una operación de 69.000 millones de dólares. Recientemente, el Ejecutivo comunitario ha dado su visto bueno a esta adquisición.

Pero la cuestión de la nacionalidad está siendo la principal crítica en estas primeras horas. A diferencia de la oferta abierta en 2018 con la que se acabó fichando a Régibeau, en esta ocasión se ha eliminado uno de los dos requisitos: que el candidato fuera de una nacionalidad de la Unión Europea. Jean-Noël Barrot, ministro francés de Transición Digital, ha sido el primero en cargar contra el fichaje. "En un momento en que Europa se embarca en la regulación digital más ambiciosa del mundo, el reciente nombramiento del economista jefe de la dirección general de Competencia no está exento de preguntas legítimas. Invito a la Comisión Europea a reconsiderar su elección".

Poco después, Catherine Colonna, ministra de Asuntos Exteriores y de Europa del Gobierno de Francia, criticaba también su incorporación. "Asombro ante el nombramiento de la economista jefa de la Dirección de Competencia de la Comisión Europea. La regulación digital es un tema clave para Francia y para Europa. Esta nominación merece ser reconsiderada por la Comisión Europea", escribía en redes sociales. Las críticas desde París no son menores. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, es una estrecha aliada del presidente galo, Emmanuel Macron, y la comunicación entre su equipo y el del Elíseo es continua. Si alguien tiene influencia sobre Von der Leyen ese es Macron.

"Nos preocupa que Scott Morton tenga posibles conflictos de intereses. Ha sido consultora de una variedad de grandes corporaciones"

Pero en Francia el asunto va más allá de la formación de Macron. Incluso Marine Le Pen, líder de la extrema derecha, ha cargado contra el nombramiento, a pesar de su carácter técnico y poco político. "El nombramiento de esta mujer, exmiembro del departamento de Justicia de los Estados Unidos y exconsultora de los gigantes tecnológicos, es una prueba de que esta Europa ya no es europea en absoluto y que no trabaja al servicio de los intereses de los pueblos y de las Naciones de Europa", ha escrito en redes sociales. Jean-Luc Mélenchon, líder de la extrema izquierda, también ha criticado el fichaje.

Pero la presión no viene únicamente desde París. Un grupo de líderes políticos de la Eurocámara han enviado una carta para Vestager en la que critican el nombramiento. "Aunque reconocemos la prerrogativa de la Comisión Europea para sus contrataciones internas, no puede contradecir los principios, intereses y objetivos generales de nuestra Unión. En un momento de intenso escrutinio de nuestras Instituciones frente a la injerencia extranjera, no comprendemos la consideración de candidatos no pertenecientes a la UE para un cargo tan estratégico y de alto rango", señalan Iratxe García, presidenta de los Socialdemócratas, Stéphane Séjourné, de los liberales, Manfred Weber, del Partido Popular Europeo (PPE) y Terry Reintke y Philippe Lamberts, colíderes de Los Verdes.

Pero no todo el mundo está en pie de armas en Bruselas. Los conocedores del mundo de la Competencia destacan que Scott Morton es una buena economista y restan importancia al argumento de que deba ser de un país de la Unión Europea, recordando, además, que el trabajo de Scott Morton consistirá en asesorar y no en tomar decisiones en materia de Competencia. Nicolas Petit, del Instituto Universitario de Florencia, señala, por ejemplo, que "mientras el cargo siga siendo puramente técnico, centrado en la economía, y se respeten las medidas de seguridad nacional, la única pregunta que importa es si la profesora Scott Morton es la mejor economista que se postuló para el trabajo", ha señalado.

El fichaje es una decisión personal de Vestager y llega justo en un momento en el que la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión ha presentado su candidatura para ser la candidata danesa para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI), un movimiento que ha generado bastante irritación dentro de la Comisión Europea a un año de que finalice la legislatura europea.