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¿Por qué la inflación no va a afectar al sector deportivo?
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¿Por qué la inflación no va a afectar al sector deportivo?

El IPC escaló hasta el 10,2% en junio, un punto y medio por encima del registrado en mayo. Sin embargo, el escaso peso que el deporte tiene en la cesta de los españoles – un 1% - moderará el impacto que la recesión tenga sobre el consumo en el sect

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La inestabilidad económica provocada por la crisis sanitaria de suministro y la guerra de Ucrania se ha convertido en la protagonista de la temporada con las principales economías mundiales como espectadoras de esta situación. El Gobierno ha rebajado su previsión de crecimiento hasta el 2,7% para el próximo año, ocho décimas por debajo de su estimación inicial. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado a la baja este indicador, situándolo en el 2% pese a que todavía lo mantiene por encima de la media de la Zona Euro.

Las familias, su capacidad de ahorro y su poder adquisitivo se ven directamente impactadas por la subida de precios y de los tipos de interés como medida para contener la inflación y el recorte en el gasto se presenta como una obligación para las más vulnerables. Cuanto más vale el dinero, más se frena el consumo. ¿Podría verse afectado el deporte? Las empresas del sector también pueden verse afectadas, pero, pese a la subida de precios, puede que logren mantener la compostura.

Ante esta situación, el sector teme que la situación enfríe la economía y los consumidores frenen el gasto. Pero toda crisis es un punto de inflexión, y la industria tiene oportunidades que aprovechar. “En economía, cuando el precio de un producto crece por encima de la inflación, se observan caídas en las compras. En este caso sucede al revés, y cabe esperar que el volumen de ventas de productos y servicios deportivos no se vea tan afectado como es el caso de otros sectores”, destaca José Manuel Sánchez Santos, profesor de economía en la Universidad de A Coruña. De hecho, la inflación en la categoría de artículos deportivos en junio fue del 1,6%, por el 1,3% en los servicios para la práctica deportiva, como son los gimnasios; más de ocho puntos por debajo del IPC general, que el pasado junio escaló hasta el 10,2%, el registro más alto de los últimos 37 años.

La práctica deportiva se ha convertido en un elemento fundamental para muchos usuarios por su vinculación con la salud

El deporte está resistiendo mejor que otros sectores, el alza en los precios y ello, unido a que este gasto en los núcleos familiares solo supone un 1% del total, provocará que la subida de los precios no se traduzca en una reducción importante del consumo, según los expertos. Pese a que no es un bien de primera necesidad, la práctica deportiva se ha convertido en un elemento fundamental para muchos usuarios por su vinculación con la salud, una situación que se ha visto reforzada tras la pandemia de la Covid-19. Si este sector se posiciona ante la sociedad como salud más allá del entretenimiento, su demanda será más inelástica, como ocurre con la energía o la alimentación.

Entretenimiento vs práctica deportiva

Un informe realizado por Kantar revela que “la percepción general para los consumidores es que los gastos convencionales han subido “una barbaridad” y por ello en estos productos y servicios es previsible una contracción del consumo. Por otro lado, la percepción de incremento de precios es menor en el amplio conjunto del ocio “ya que da la impresión de que quienes pueden pagarlos no van a renunciar a esos placeres de ‘recompensa’ tras las restricciones de la Covid-19”.

En ello coincide Sánchez que remarca que el efecto que esta subida de la inflación pueda tener sobre la industria deportiva será menor, ya que incluso en el ámbito del ocio y entretenimiento el deporte es más barato que otras opciones culturales como los viajes o acudir concierto. “El consumidor cambia los hábitos en una situación marcada por la inflación y la incertidumbre, y el deporte no se va a mantener ajeno a ese cambio de hábitos; pero en términos relativos creo que se verá menos afectado, entre otras cosas, porque el porcentaje de gasto en deporte con respecto al gasto total de una familia sigue siendo relativamente reducido”, señala.

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Pero, ¿cómo afectará esto a las empresas? Desde el sector del fitness ya han alertado de que si continúa subiendo el coste energético se verán obligados a trasladar parte de este incremento al precio final que paga el consumidor. Eso sí: desde las cadenas de gimnasios son conscientes de que esta subida debe ir acompañada de una mejora en la oferta de los servicios, que permita retener al abonado. En el caso del retail deportivo, ya son varias las marcas que han adelantado que se verán obligadas a subir sus precios ante la escalada de los costes de producción, entre ellas empresas como Ternua.

Al sector de la bicicleta le acompaña un viento de cola favorable por los cambios en los hábitos de movilidad. La industria de la bicicleta en España experimentó un incremento del 10,7%, hasta los 2.888 millones de euros, según un informe de la Asociación de Marcas de Bicicletas de España (Ambe) y Sportpanel. “Soy cautelosamente optimista; la demanda irá al alza, aunque quizá no con crecimientos enormes como los de 2020”, explica Jesús Freire, secretario general de Ambe, en referencia a un año en que la venta de bicicletas se disparó casi un 40%.

España, que entre 2008 y 2015 ya atravesó una dura crisis económica que provocó una caída del 8,6% del poder adquisitivo una vez descontada la inflación, ya ha navegado por este temporal con anterioridad. En ese periodo, el gasto total de cada español en artículos y práctica deportiva se redujo un 7,6%, por el 15,7% de caída que se anotó el gasto medio en ocio, cultura y restauración. El consumo deportivo aguantó bien en tiempos de crisis económica, e incluso creció al calor de los gimnasios 'low cost'. Hoy, esas empresas que ofrecían tarifas a menos de 20 euros al mes ya se sitúan en más de 30 euros. Y casi todas esas cadenas tienen una convicción: la práctica deportiva irá al alza y, esta vez, no será a costa del precio.

La inestabilidad económica provocada por la crisis sanitaria de suministro y la guerra de Ucrania se ha convertido en la protagonista de la temporada con las principales economías mundiales como espectadoras de esta situación. El Gobierno ha rebajado su previsión de crecimiento hasta el 2,7% para el próximo año, ocho décimas por debajo de su estimación inicial. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado a la baja este indicador, situándolo en el 2% pese a que todavía lo mantiene por encima de la media de la Zona Euro.

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