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De los Altos Hornos a MásMóvil, historia de una fortuna sin descendientes
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LA SAGA YBARRA CAREAGA

De los Altos Hornos a MásMóvil, historia de una fortuna sin descendientes

Antes que los Botín o los March, los Ybarra son parte del capitalismo patrio desde hace más de dos siglos, con un árbol tan amplio, que sus ramas se extienden por gran parte del mundo corporativo

Foto: Globo de MásMóvil durante el evento de su entrada al Ibex. (Reuters)
Globo de MásMóvil durante el evento de su entrada al Ibex. (Reuters)
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José Eulalio Poza acudió a ver José Manuel Alsedo para informarle del insistente interés de dos noruegos por fusionarse con su compañía. Era el año 2013, y el joven ingeniero informático de San Sebastián buscaba consejo de su socio financiero, el gestor del grupo inversor Onchena, un destacado 'family office' vasco, propiedad de la familia Ybarra Careaga, con larga tradición industrial, a quien se había unido antes del debut en el MAB para financiar el crecimiento de Ibercom como proveedor de servicios de internet y de telecomunicaciones.

Antes de aquel histórico 'sí quiero' hubo una reunión a cuatro entre Poza y Alsedo con el impulsivo Meini Spenger y un cuarto en discordia, Josep María Echarri, "deslumbrante haciendo los números", en su condición de socio financiero de MásMovil a través del fondo Inveready. Ocho años después, aquella unión empresarial ha culminado en una operación de 5.000 millones (deuda incluida), para satisfacción de quien fuera hombre de confianza, mitad asesor, mitad albacea, del fallecido Fernando Ybarra y López-Doriga.

Era el momento de recoger beneficios. El valor del 13% de MásMóvil representaba cerca de la mitad del patrimonio de Onchena, una concentración de riesgos demasiado elevada para un patrimonio conservador. Hace más de dos años que Alsedo ya no está al frente como primer ejecutivo, le sustituyó Rafael Canales, un respetado banquero privado de raíces vascas, ni tampoco como presidente, cargo que dejó esta primavera a una persona del clan, Álvaro Ybarra Zubiría, primo carnal del fundador de la oficina familiar.

Foto: MásMóvil saltó del MAB al Continuo hace tres años.

Hasta su muerte en 2001, Fernando Ybarra y López-Doriga era la cabeza pensante de Onchena, la oficina de inversión cuyos mandos había confiado hacía más de 20 años a un aplicado abogado de origen asturiano a quien conoció como directivo del Banco de Vizcaya en las oficinas de Madrid. Juntos dieron forma y sentido al grueso de participaciones familiares, algunas heredadas como Vocento, pero otras muchas nacidas de nuevas alianzas con otras familias emprendedoras como en Viscofán, Europac o Elecnor.

Un terrible accidente de tráfico en México, allá por 1981, acabó con la vida de Fernando Ybarra Careaga, un joven de 25 años al que habría correspondido recoger el testigo empresarial de esta rama del linaje Ybarra. Sin embargo, a partir de esa fecha, su hermana Carmen quedó como única heredera de Onchena. En los últimos años, a medida que Alsedo estiraba su jubilación, el 'holding' familiar ha sofisticado su estructura, tanto con un consejo de administración como con la creación de una Fundación, propietaria del 10%.

Ese conjunto de cambios puede estar relacionado con el futuro a medio plazo de la millonaria fortuna agrupada bajo el paraguas de Onchena. Por circunstancias de la vida, ese patrimonio irá a parar a manos de los familiares directos. Tras perder a su hijo varón, la ahora octogenaria María del Carmen Careaga Salazar, condesa del Cadagua y viuda de Fernando Ybarra, no ha podido ver crecer la familia a través de su hija Carmen, de manera que la rama Ybarra Careaga queda sin descendientes, aunque no sin herederos.

Antes que los Botín o los March, los Ybarra son parte del capitalismo patrio desde hace más de dos siglos

Hasta que llegue ese momento, Onchena seguirá los pasos inspiradores de su fundador, que bautizó al 'holding' con el nombre del caserío que sus antepasados tenían a las afueras de Bilbao. Parte de ese ingente patrimonio, propio de una de las sagas empresariales más importantes del país, se remonta más de 100 años atrás, como su participación en Vocento, fruto de la creación por sus antepasados del diario 'El Pueblo Vasco', luego fusionado con 'El Noticiero Bilbaíno', germen del grupo de prensa regional El Correo.

Antes que los Botín o los March, los Ybarra son parte del capitalismo patrio desde hace más de dos siglos, con un árbol genealógico tan amplio, cruzado con otras grandes casas, que sus tentáculos se extienden todavía por gran parte del mundo corporativo. Además de la supernova MásMóvil, donde mantendrán un 5%, los Ybarra Careaga tienen participaciones similares en cotizadas con un patrón común: tamaño mediano y perfil familiar, como es el caso de Reig Jofre, Solarpack, Nicolás Correa, Prim, Atrys Health, Vitrubio...

Foto: (EFE)

Esta cartera, fruto de los nuevos tiempos (energías renovables, industria de la salud...), dista mucho de la heredada por el joven Fernando Ybarra y López-Doriga, un cachorro de Neguri educado en la Universidad de Deusto de la posguerra que, fiel a la tradición familiar, compaginó política (alcalde de Guecho, presidente de la Diputación de Vizcaya y mano derecha del ministro tecnócrata López Rodó) y negocios, donde su apellido fue protagonista en el desarrollo industrial (Altos Hornos) y financiero (Banco de Bilbao) del país.

El ensayo 'Nosotros, los Ybarra' glosa de forma extraordinaria la historia de esta saga, que en el caso de Fernando quedó marcada por la pérdida de su padre, Fernando Ybarra y Oriol, y su abuelo, Fernando Ybarra y de la Revilla, primer marqués de Arriluce por cortesía de Alfonso XIII, prohombre de la industria vizcaína y diputado maurista de principios del XX. Ambos fueron ejecutados por el bando republicano al comienzo de la Guerra Civil, estando presos en el Cabo Quilates, un buque requisado a la propia familia. Onchena fue un tributo a esos antepasados. Ahora, su legado sigue creciendo pese a no tener descendientes.

José Eulalio Poza acudió a ver José Manuel Alsedo para informarle del insistente interés de dos noruegos por fusionarse con su compañía. Era el año 2013, y el joven ingeniero informático de San Sebastián buscaba consejo de su socio financiero, el gestor del grupo inversor Onchena, un destacado 'family office' vasco, propiedad de la familia Ybarra Careaga, con larga tradición industrial, a quien se había unido antes del debut en el MAB para financiar el crecimiento de Ibercom como proveedor de servicios de internet y de telecomunicaciones.

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