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Manolo Jove, una fortuna melancólica con manos de carpintero
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OBITUARIO

Manolo Jove, una fortuna melancólica con manos de carpintero

Ha fallecido en su domicilio familiar de A Coruña a los 78 años tras enfrentarse al tratamiento de un cáncer hace 12 meses

Foto:  El empresario gallego Manuel Jove (Efe)
El empresario gallego Manuel Jove (Efe)

Manuel Jove ha muerto a los 78 años de edad en la misma ciudad donde nació. Principio y fin en A Coruña. Allí donde se crió e inició como carpintero antes de saltar al negocio inmobiliario. Se va después de luchar contra un cáncer durante más de un año uno de los referentes del viejo sector del ladrillo, de aquellos que hicieron fortuna antes de la crisis de 2007.

'Manolo' jamás soñó con convertirse en lo que fue, a la sazón una de las personas más ricas de España. De familia humilde, su determinación por hacerse empresario de la promoción inmobiliaria fue fruto de su olfato natural para los negocios, tras su experiencia como proveedor de carpintería para diferentes constructoras. El margen estaba en el ladrillo.

Como muchos de su generación, los nacidos en la inmediata postguerra, la historia del gallego responde a la filosofía del hombre de negocios hecho así mismo, como otros paisanos y cohetaneos de éxito como Amancio Ortega, Roberto Tojeiro o José Collazo. Sus manos, voluminosas y curtidas, delataban su pasado artesanal, testimonio de alguien que venía de abajo.

Foto: Manuel Jove, presidente de Inveravante

Fadesa fue la criatura empresarial de Jove. Mientras su hermano Angel hacía cerrera con Anjoca, 'Manolo' quiso ir más lejos y más deprisa. Sorteó las crisis de los 80 y los 90 y se plantó en el siglo XXI con una de las principales promotoras del país sin necesidad de convertir Madrid en su centro de operaciones. Era competitivo, pero nunca imaginaría con llegar a la lista Forbes.

Nada de lo ocurrido en torno a Fadesa y al propio Manuel Jove puede entenderse sin tener en cuenta el luctuoso acontecimiento ocurrido en 2003. Ese año falleció María José Jove, su hija mayor y a la sazón heredera ejecutiva del emporio inmobiliario levantado por el patriarca. Todo lo logrado hasta entonces perdió parte del sentido. Hubo cambio de planes.

Desde ese momento, Jove barajó distintas opciones para el futuro de la promotora, que culminaron con la salida a bolsa en 2004 y el intento de una mayor profesionalización, con algún fichaje de campanillas incluido. Hasta que dos años después, a las puertas del pinchazo de la burbuja, el también inmobiliario Fernando Martín le compró la compañía por 4.000 millones.

placeholder Manuel Jove y sus dos hijos, el día de la salida a Bolsa de Fadesa. (EFE)
Manuel Jove y sus dos hijos, el día de la salida a Bolsa de Fadesa. (EFE)

Fue el mejor market timing de la reciente historia bursátil española, pero es muy probable que esa situación jamás hubiera llegado -vender la compañía- en caso de estar María José Jove presente. Quería pasar página y a partir de entonces, Jove pasó a un segundo plano deliberado, tanto para administrar su fortuna como para dirimir los flecos judiciales con Martinsa.

En estos últimos diez años, Jove mantuvo su espíritu por hacer empresa, pero a otro ritmo. Ya había tocado techo, su jet privado compartía garaje con el de Amancio Ortega en el aeropuerto de A Coruña, así que procuraba hacer cosas diferentes, como el negocio del vino o los quesos, al margen de sus inversiones más convencionales, siempre con el ladrillo presente.

Por el camino, intentó salvar la textil gallega Caramelo, atendiendo más a un compromiso institucional, por lo que todo terminó mal y encima él se quedó con sensación de apaleado. Fue la última vez que hizo algo por compromiso. Se lo podía permitir. Tenía más de lo que necesitaba y con unas rancheras por su cumpleaños con los suyos se daba por agasajado.

Pese a las puertas que abre el dinero y los interesados que visitaban su palacete-oficina en el barrio madrileño de Chamberí, Manolo tenía un círculo de amistades muy restringido. El mismo hizo poco por limar su apariencia hosca, aunque en el fondo fuera un hombre cordial y con cierto aire melancólico. Tal vez porque el dinero nunca compensó la muerte de su primogénita.

Manuel Jove ha muerto a los 78 años de edad en la misma ciudad donde nació. Principio y fin en A Coruña. Allí donde se crió e inició como carpintero antes de saltar al negocio inmobiliario. Se va después de luchar contra un cáncer durante más de un año uno de los referentes del viejo sector del ladrillo, de aquellos que hicieron fortuna antes de la crisis de 2007.

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