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Se apaga la estrella de Borja Domecq
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Muere a los 74 años víctima del coronavirus

Se apaga la estrella de Borja Domecq

El ilustre ganadero fallece víctima del coronavirus a los 74 años, dejando como herencia una de las divisas de más calidad y bravura

Foto: Borja Domecq. (EFE)
Borja Domecq. (EFE)

No iba a librarse el mundo del toro de la epidemia del coronavirus. Ni iba a apiadarse mucho menos de su clase senatorial más vulnerable. Borja Domecq pertenecía a ella. Y ha dejado de hacerlo a los 74 años, como antes había sucedido con sus hermanos Juan Pedro, fallecido en un accidente de coche en 2011, y Fernando, víctima de un cáncer el pasado año.

No ha sido propicio el destino a los tres hijos varones de Juan Pedro Domecq y Díez, pero sí han sido propicios todos ellos a la fertilidad de la ganadería brava. Les unía el mismo encaste —Parladé, en sentido general— y les separaban los matices de la selección. Borja Domecq había heredado Jandilla. Y había conseguido llevarla a la máxima consideración de las figuras en las últimas décadas.

Borja Domecq murió en Mérida, cerca de las fincas donde pastaban sus toros. Tenía una sonrisa permanente y una salud precaria

Una estrella de seis puntas identificaba las reses de la vacada, tanto como lo hacía la búsqueda de un toro serio, exigente y peyorativamente llamado 'comercial', aunque esta clase de estereotipos al uso de los aficionados fundamentalistas no impidieron a Borja Domecq pavonearse entre los ganaderos más laureados y cotizados.

Sirva como prueba los trofeos que se llevó Hebreo en la feria de San Isidro de 2017. Y sirva como ejemplo el reconocimiento que Pamplona, la feria del toro, le hizo por el encierro lidiado en julio de 2018.

Había nacido Borja Domecq accidentalmente en la capital navarra, pero su estirpe y su genética no pueden disociarse de Jerez de la Frontera, tanto por la tradición bodeguera de la familia como por la vocación ganadera.

Jandilla se había fundado originalmente en 1930 a iniciativa de las hermanas Moreno de la Cova.Y pastaban las reses en Véjer de la Frontera, a la vera de la laguna de La Janda. Se explica así el diminutivo que identifica a la vacada, aunque es menos evidente la iconografía del hierro: la estrella de seis puntas no es una referencia a David, sino el símbolo que identificaba a los alféreces.

La mezcla de lo religioso y de los castrense le dio buena estrella a Jandilla desde que la familia Domecq la adquirió en 1943. Y convirtió a Borja en uno de los ganaderos más regulares y más preocupados en las cuestiones alimenticias, 'atléticas' y genéticas, más allá de haberse multiplicado en el suministro de casta y de sangre de otras divisas imprescindibles del panorama contemporáneo. Los ejemplos más elocuentes son Fuente Ymbro, El Perralejo, Daniel Ruiz o Garcigrande.

placeholder El diestro El Juli da un pase a su astado en el festival taurino con siete novillos-toros de Núñez del Cuvillo, Domingo Hernández, Garcigrande, Juan Pedro Domecq y Fuenteymbro, en 2018. (EFE)
El diestro El Juli da un pase a su astado en el festival taurino con siete novillos-toros de Núñez del Cuvillo, Domingo Hernández, Garcigrande, Juan Pedro Domecq y Fuenteymbro, en 2018. (EFE)

Había delegado Borja Domecq en su hijo, Borja Domecq Noguera, la responsabilidad de la ganadería, pero antes quiso fundar otra vacada gemela, Vistahermosa, con idénticos criterios de selección.

Predominan en Jandilla los toros negros. Y los caracteriza la nobleza, la clase y la durabilidad. Es este término muy poco poético, pero bastante ilustrativo de los ejemplares más característicos y premiados que crio el ganadero difunto. Por ejemplo, Libélula, indultado por Miguel Ángel Perera en Algeciras en 2018. Y también Horroroso, cuya belleza y calidad lo convirtieron en protagonista de la feria de Fallas de 2019.

Borja Domecq murió en Mérida, cerca de las fincas donde pastaban sus toros. Tenía una sonrisa permanente y una salud precaria. Y ya había sufrido en 2009 un edema pulmonar agudo que requirió convalecencia en la UCI. Once años después, el coronavirus lo ha deshabitado.

No iba a librarse el mundo del toro de la epidemia del coronavirus. Ni iba a apiadarse mucho menos de su clase senatorial más vulnerable. Borja Domecq pertenecía a ella. Y ha dejado de hacerlo a los 74 años, como antes había sucedido con sus hermanos Juan Pedro, fallecido en un accidente de coche en 2011, y Fernando, víctima de un cáncer el pasado año.

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