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¿Bandera blanca de Orcel? Mejor un mal acuerdo que un buen pleito contra Botín
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¿Bandera blanca de Orcel? Mejor un mal acuerdo que un buen pleito contra Botín

El mundo del dinero encierra claves de poder y de intereses que explican el sentido de muchas operaciones, movimientos y desenlaces. Ibex Insider ofrece pistas para entender a sus protagonistas

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Ha estado sondeando el mercado durante semanas. Consultas informales, a gente de confianza, para valorar la conveniencia de ponerse en manos de un gran litigador y contratar a algún equipo de comunicación para anular la versión que el Banco Santander ofreció sobre su no contratación. Andrea Orcel ha encontrado pocas voces que le recomienden armar bronca, y menos en España, contra Ana Botín. “Me ha preguntado qué hacer y le dije la verdad: lo mejor es firmar la paz y pasar página”, explica una de las pocas personas consultadas por el banquero romano.

Orcel tiene 55 años y quiere seguir en activo. Aún le quedan añadas para seguir incrementando su patrimonio, por lo que un pleito a cara de perro contra la primera banquera de la eurozona puede suponer un lastre demasiado grande para esa aspiración. Orcel es consciente de los riesgos que asume si judicializa su nombramiento 'fake' como CEO del Banco Santander, aun a sabiendas de todas las plumas que se ha dejado ya por el camino, tanto con el entidad española como en su antigua casa, el gigante suizo UBS. Pero lo pasado ya no tiene solución.

Foto: Andrea Orcel y Ana Botín. (EFE)

Como pocos creen, el montante de 50 millones nunca fue la causa real del fichaje abortado de Andrea Orcel. En realidad, la prima de fichaje que reclamaba rondaba los cinco millones de euros, amén del pago diferido a través de acciones de hasta 40 millones en caso de cumplir determinados hitos como gestor del Santander. Todos esos flecos se negociaron a uña de caballo entre el propio italiano e Ignacio Benjumea, el otrora guardián jurídico del banco y desde su relevo consejero externo, además de miembro de las comisiones ejecutivas y de retribuciones.

Era la letra pequeña de su incorporación. Las líneas maestras las cerró con Ana Botín, durante el verano, incluida la mudanza de su familia a Madrid, tras saber que la banquera buscaba consejero delegado para dar una vuelta de tuerca al plan estratégico, acuciada por el castigo del mercado a la entidad durante su mandato. Orcel representó ese golpe de efecto extraordinario, tanto de puertas afuera como adentro, un volantazo casi tan abrupto como representó su no llegada cuatro meses después. Algo no funcionó en su aterrizaje forzoso más allá del dinero.

Boadilla y alrededores fueron un hervidero durante semanas. El malestar y desconcierto provocado en el cuerpo de coroneles del Banco Santander llegó a oídos de algunos lugartenientes como Rodrigo Echenique, que dio traslado a la presidenta. Fuera de este entorno, los Castellanos, Lopezmadrices y Monzones también ejercieron durante el interin del fichaje como frontón para las dudas que empezaban a surgirle a Botín, sobre el reparto de poderes reales siendo ella presidenta ejecutiva y portadora del apellido fundacional, más allá de quién fuera a Davos.

"Hace un par de semanas no tenía abogado y creo que es innecesario. Querellarse contra el banco puede ser muy caro, no solo en términos económicos"

Orcel jugó fuerte con el tema del dinero cuando descubrió que su margen de acción estaría limitado hasta extremos insospechados. Cobraría como un CEO para mandar como un director general y sin garantías de que algunas decisiones drásticas, como plantean algunos inversores institucionales en los road shows, fueran a ser viables. Esa no era su apuesta a corto. A medio o largo plazo, cualquier sueño legítimo propio de su ambición, hasta llegar a la presidencia, como más de uno recordó a la presidenta, era un simple ejercicio de optimismo infundado.

Llegados a ese punto, ambas partes eran conscientes de que no se convenían, una vez que el conflicto con UBS nunca fue un obstáculo insalvable. Tampoco ahora parece que firmar las paces termine siéndolo. “Hace un par de semanas no tenía abogado y creo que es innecesario”, reconoce una persona de su entorno. “Querellarse contra el banco puede ser muy caro, no solo en términos económicos, así que me imagino que están terminando algún tipo de acuerdo”, una opción que se baraja ya desde el Santander, tal como adelantó este diario la semana pasada.

Francia y Soto, en el mercado

placeholder Jesús Soto. (Grupo Vips)
Jesús Soto. (Grupo Vips)

Han sido la dupla que ha sostenido al Grupo VIPS en su dura travesía durante los años de crisis. Sin su trabajo, la reciente venta al gigante Zena-Alsea por 600 millones de euros habría sido un reto imposible. Una vez culminado, Enrique Francia y Jesús Soto han puesto fin a su tiempo en la compañía de la familia Arango, donde se habían repartido las tareas de consejero delegado y director financiero. Ahora deshojan la margarita de nuevos retos y aunque su desempeño en el sector de la restauración, en plena vorágine, les ha creado un cartel inmejorable, seguro que su perfil gestor y financiero (ambos son ‘exarturos’) puede llevarles a cualquier destino.

Hermosilla, llave del dinero mexicano

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Dos grandes familias mexicanas han puesto sus ojos en el inmobiliario español. Rodrigo Lebois (Aralpa) y José Ramón Liñero (Terrafondo) han lanzado Terralpa Investment, un vehículo de inversión dirigido por su socio español Ramón Hermosilla Gómez-Cuétara, curtido en el sector y bien conectado con el mundo mexicano. Tras sus primeros pinitos en Madrid junto al empresario Blas Herrero, ambos magnates mexicanos han decidido lanzar su propio proyecto. El fundador del grupo financiero Unifin y el creador de la promotora Terraforma apuestan por España como lugar para invertir su fortuna y la de otros grandes patrimonios de su país.

Albella, a tortas con Goldman Sachs

placeholder Sebastián Albella.
Sebastián Albella.

Ocurrió hace un par de semanas en un acto organizado por Bloomberg. Ambos actuaron como ponentes y hablaron sobre los panes y los peces. Lo importante vino después, entre bambalinas, cuando Sebastián Albella, presidente de la CNMV, buscó a Olaf Díaz-Pintado, a la sazón jefe de Goldman Sachs en nuestro país, para hacer un aparte. Nada ha trascendido de aquellos minutos, acalorados según los gestos crispados del supervisor bursátil, que el banquero encajaba sin mover una ceja. Lo único cierto es que, días después, la CNMV reclamó a Goldman Sachs más transparencia sobre su operativa en DIA, donde trabaja como asesor de LetterOne.

Ha estado sondeando el mercado durante semanas. Consultas informales, a gente de confianza, para valorar la conveniencia de ponerse en manos de un gran litigador y contratar a algún equipo de comunicación para anular la versión que el Banco Santander ofreció sobre su no contratación. Andrea Orcel ha encontrado pocas voces que le recomienden armar bronca, y menos en España, contra Ana Botín. “Me ha preguntado qué hacer y le dije la verdad: lo mejor es firmar la paz y pasar página”, explica una de las pocas personas consultadas por el banquero romano.

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