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Un asalto a la antigua y venganzas políticas entre los clanes vascos y madrileños
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la fallida toma de control de BBVA

Un asalto a la antigua y venganzas políticas entre los clanes vascos y madrileños

El intento de toma de control de BBVA por parte de Sacyr fue orquestado por empresarios afines al PSOE, que quería eliminar la estructura del Ibex montada por el PP de Aznar

Foto: El expresidente del BBVA Francisco González. (EFE)
El expresidente del BBVA Francisco González. (EFE)

Francisco González dejó la presidencia de BBVA el pasado 31 de diciembre tras 20 años como primer ejecutivo. Un periodo largo de tiempo en que el valor del banco se ha dividido por dos, fruto de las apuestas fallidas del financiero gallego en China, Turquía y Estados Unidos, y tras haber desinvertido en las joyas industriales, como Repsol, Iberdrola e Iberia. Un extenso mandato forjado en su amistad con José María Aznar, que lo aupó a la dirección de Argentaria y que le apoyó en los dos envites que sufrió para ser desbancado de la que en su día, cuando se produjo la fusión con BBV, era una entidad que miraba cara a cara al Santander.

El primer pulso fue la publicación en 2001 de las cuentas opacas que las familias fundadoras del banco vasco, los ricos de Neguri, tenían en el paraíso fiscal de Jersey (Reino Unido). Un escándalo mayúsculo que, pese a saldarse sin ninguna condena, le sirvió para destituir a los 16 consejeros procedentes del Bilbao y del Vizcaya, entre ellos a los descendientes de los Ybarra, Uriarta, Leguizamón, Ampuero, Aresti, Entrecanales y Cortina. Aunque el caso se cerró sin condenas, FG, como se le conoce, aplicó una limpieza étnica sin precedentes con la salida, además, de 15 directores generales de origen vasco.

Foto: El excomisario Villarejo. (EFE)

En aquellos tiempos, Aznar tenía mayoría absoluta y ya no necesitaba, como en su primera legislatura, los apoyos del PNV, que perdió de la noche a la mañana su brazo financiero. Paco González salió vencedor y se creyó con la fuerza suficiente para sentarse a la misma mesa que Emilio Botín.

Cuando el PP perdió las elecciones de 2004 tras los atentados del 11 de marzo, FG sufrió su segundo desafío. Fue el intento de varios empresarios madrileños de adopción por tomar el control de BBVA con el respaldo del nuevo PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Sacyr, la constructora participada entonces por Luis del Rivero, Juan Abelló y José Carceller, aprovechó las ganas del nuevo Gobierno por relevar a los empresarios nombrados a dedo por Aznar cuando llegó a La Moncloa y colocar a los suyos de izquierdas. Lo consiguió en Repsol, con el relevo de Cortina y el nombramiento de Brufau, y casi lo consigue en el banco con sede en Bilbao.

Foto: El comisario Villarejo en 'Salvados'.

Pero con Rodrigo Rato en la sombra, ya como director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), y Pedro Solbes en la mesa, que vendió su voto por asuntos personales pese a ser un nombre del PSOE, aquella extraña operación se frustró pese a contar con munición de largo alcance. Primero la de los ricos del País Vasco, con José Ampuero y Santiago Ybarra a la cabeza, presidente a la vez de Vocento, es decir, del músculo mediático de 'ABC', 'El Correo' y el resto de cabeceras de la histórica compañía de periódicos. Segundo, con la del Grupo Prisa, con Matías Cortés, abogado de la casa, y Gregorio Marañón, presentes en varias de las reuniones clave. Tercero, con Juan Abelló, íntimo amigo del rey Juan Carlos, buen hacedor de todo tipo de negocios.

La pregunta era qué hacía una constructora de tamaño medio, como Sacyr, comprando un 5% de un banco. ¿Cuáles eran sus intereses, políticos y/o financieros? ¿Qué sentido tenía? Los mismos que generaciones atrás llevaron a los Botín, dedicados al comercio naviero internacional, a invertir y crear un banco. O a los industriales vascos a constituir su entidad financiera con el dinero ganado en las minas y las plantas siderúrgicas. Es decir, exceso de capital, dinero ganado con el 'boom' de la construcción en España, un tesoro que ya anticipaba su ocaso.

Sacyr, como les pasó a ACS —se hizo con el 20% de Iberdrola— y a Acciona —tomó el 25% de Endesa—, oteaba que España estaba ya más que construida y que tenía dos opciones: irse fuera a aplicar los mismos hábitos contractuales que en Madrid o volver al origen e invertir en bancos. Lo primero le salió mal, a la vista del agua que goteó por el Canal de Panamá, como también les ocurrió a FCC y a OHL. Lo segundo tampoco llegó a buen puerto, pese a que aquel intento por hacerse con el BBVA se saldó al menos con unas plusvalías de 148 millones al actuar como bróker en la compra y venta en cuestión de meses de un 5% del banco. Casi lo mismo que ha ganado FG entre sueldos, acciones y pensiones en sus dos décadas como gran jefe de BBVA.

Francisco González dejó la presidencia de BBVA el pasado 31 de diciembre tras 20 años como primer ejecutivo. Un periodo largo de tiempo en que el valor del banco se ha dividido por dos, fruto de las apuestas fallidas del financiero gallego en China, Turquía y Estados Unidos, y tras haber desinvertido en las joyas industriales, como Repsol, Iberdrola e Iberia. Un extenso mandato forjado en su amistad con José María Aznar, que lo aupó a la dirección de Argentaria y que le apoyó en los dos envites que sufrió para ser desbancado de la que en su día, cuando se produjo la fusión con BBV, era una entidad que miraba cara a cara al Santander.

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