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Isolux admite un agujero de 1.000 millones por proyectos fallidos y pérdida de activos
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Isolux admite un agujero de 1.000 millones por proyectos fallidos y pérdida de activos

El consejo de administración de la compañía aún tardará un mes más en formular las cuentas de 2016, que incluyen un fuerte deterioro de la cartera de concesiones

Foto: Oficinas de Isolux Corsán en Madrid. (EFE)
Oficinas de Isolux Corsán en Madrid. (EFE)

Los accionistas y los acreedores de Isolux ya saben cuál es el agujero que arrastra la compañía de ingeniería y construcción de cara a salir del actual preconcurso de acreedores. Según fuentes financieras próximas al grupo participado por Caixabank, Bankia, Sabadell, Popular y Goldman Sachs, la empresa ha reconocido pérdidas operativas de 1.000 millones de euros, números rojos que se diluyen parcialmente con los efectos contables de la conversión de la deuda en capital llevada a cabo en el fallido plan inicial de rescate. El consejo de administración todavía no ha aprobado las cuentas finales.

La cifra es el resultado de un ejercicio de auditoría interna o 'forensic' mediante el cual el equipo que dirige Nemesio Fernández-Cuesta ha detectado proyectos de construcción que no han dado los resultados esperados y ha realizado una retasación de determinados activos que tienen un valor muy inferior al estimado inicialmente. La conclusión es que la alta dirección de Isolux se ha visto obligada a reconocer pérdidas de unos 500 millones por contratos que no han podido culminarse según lo presupuestado y otros 500 millones de concesiones que valen mucho menos de lo reflejado previamente en sus cuentas.

La radiografía ha sido similar a la que hizo Abengoa, que en 2016 admitió haber perdido 7.629 millones de euros tras realizar un severo reconocimiento del deterioro de su cartera de activos. La compañía andaluza ya había admitido un año antes minusvalías de 1.213 millones, números rojos que se dispararon en los siguientes doce meses por la paralización de numerosos proyectos en los que estaba inmersa por falta de liquidez. El diagnóstico de Isolux ha sido muy parecido, pero en una dimensión más pequeña dada las diferencias de tamaño entre una y otra ingeniería.

No obstante, las pérdidas finales netas que Isolux registró en 2016 oscilan entre los 400 y los 500 millones, gracias al impacto contable de la conversión de 1.400 millones de deuda financiera y corporativa en capital. Esta operación formó parte de la refinanciación aprobaba por el 92% de los acreedores y por el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid el pasado mes de octubre. El acuerdo incluía un tramo A de hasta 275 millones de dinero nuevo, un tramo B de hasta 750 millones -deuda presuntamente sostenible- y un tramo C mediante el cual un numeroso grupo de bonistas y bancos canjearon los citados 1.400 millones.

La ley de sociedades permite este efecto meramente contable, habitual en este tipo de transacciones de alto riesgo. Pero el consejo de administración de Isolux, nombrado a finales de junio de 2016, ha optado por acogerse a todas las cautelas posibles antes de firmar unas cuentas altamente delicadas, especialmente porque se harían responsables de las pérdidas históricas del grupo, cuando en realidad solo estuvieron medio año en la compañía. La espantada del Banco Santander, que ha vendido gran parte de la deuda y su participación de casi el 10% del capital, también les ha asustado.

Primera dimisión en el consejo

Entre ellos destacan Cristina García-Peri, directora general de Azora y exejecutiva de Merrill Lynch; Francisco Rey, exBBVA; el catedrático de derecho tributario Juan Zornoza, y Ana Plaza, exdirectiva de PriceWaterhouse y Microsoft y actual secretaria general de la CEOE. Todos ellos fueron designados por la banca, que tomó el control del capital de Isolux tras la refinanciación, con el convencimiento de que el apoyo de Caixabank, Santander, Bankia, Popular y Sabadell sería suficiente para garantizar el futuro. Pero el devenir de la compañía, con la caída en preconcurso de acreedores, les ha puesto en una situación incómoda, ya que sobre el grupo podrían recaer demandas contra la reestructuración de la deuda.

Foto: Oficinas de la empresa Isolux Corsán en Madrid. (EFE)

Según distintas fuentes, tras rechazar en dos ocasiones la formulación de las cuentas, no se espera que el consejo de administración las valide hasta la segunda quincena de mayo, lo que pone de manifiesto las dificultades por las que atraviesa Isolux y las precauciones que están adoptando los miembros del órgano de gobierno. Un retraso que le supondrá el pago de una sanción económica puesto que el plazo para firmar las cuentas expiró el pasado 31 de marzo.

El que ya ha dimitido ha sido Álvaro Anchuelo, catedrático de economía, que como el resto de consejeros fue nombrado el pasado 26 de junio. Aunque la compañía no lo ha comunicado oficialmente, el catedrático de Economía Aplicada y exdiputado y portavoz de Economía de UPyD ya no aparece como miembro del consejo de administración de Isolux en la página web corporativa de la compañía. Fuentes oficiales han explicado que su dimisión se debe al deseo del ya exconsejero de volver a dar clases en la universidad.

Los accionistas y los acreedores de Isolux ya saben cuál es el agujero que arrastra la compañía de ingeniería y construcción de cara a salir del actual preconcurso de acreedores. Según fuentes financieras próximas al grupo participado por Caixabank, Bankia, Sabadell, Popular y Goldman Sachs, la empresa ha reconocido pérdidas operativas de 1.000 millones de euros, números rojos que se diluyen parcialmente con los efectos contables de la conversión de la deuda en capital llevada a cabo en el fallido plan inicial de rescate. El consejo de administración todavía no ha aprobado las cuentas finales.

Nemesio Fernández-Cuesta
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