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El consejo de Pescanova encarga un plan B para disputar a la banca el control del grupo
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El consejo de Pescanova encarga un plan B para disputar a la banca el control del grupo

La compañía ha decidido contratar a un experto independiente para que presente alternativas a la propuesta de la banca y extienda más allá del 30 de noviembre el plan de salvamento

Foto: Factoría de Pescanova en la ría de Vigo
Factoría de Pescanova en la ría de Vigo

Las espadas están en alto en Pescanova. Después de dos años en concurso de acreedores, periodo en el que ha conseguido volver a beneficios bajo la administración concursal de Deloitte, el grupo gallego se enfrenta a un momento crítico derivado, en gran parte, del convencimieno generalizado de que la empresa, como está demostrando, puede ser viable.

Esta esperanza ha desatado una velada lucha entrelos accionistas de referencia de la compañía, por una parte, y los bancos acreedores, por otra, que ha terminado empujandoal consejo de administración a poner en marcha un plan B, después de que las dos partes hayan sido incapaces de presentar un único convenio y hayan terminado elaborando cada una su propia propuesta.

Desde un punto de vista técnico, los dos tipos de convenio son parecidos, pero se diferencian en que la propuesta de la banca amenaza con la liquidación si su propuesta no es plenamente aceptada antes de diciembre. La alternativa que está buscando ahora la compañía consiste ennombrar un experto independiente cuyo único mandato será encontrar alternativas a la ampliación de capital que incluyen las entidades en su propuesta de convenio, que deberá estarlista parael 30 de noviembre.

Detrás de la jugada diseñada por el consejo está, precisamente, evitar la amenaza de liquidacióny forzar a las entidades a mover sus líneas rojaspara, así, satisfacer a los todavía principales accionistas de la empresa, que ahora se frotan las manos intentando conseguir una mayor porción del pastel de la Nueva Pescanova.

El argumento oficial del máximo órgano de administración es que se tomaesta cautela ante la posibilidad de que la Junta General rechace el conveniode la banca y esto aboque al grupo a la liquidación. La extraoficial es, según fuentes conocedoras, que los accionistas de referencia del grupo gallego han presionado al consejo para que encuentre una alternativa después de habervisto queel grupo tiene futuroy,por tanto, no están dispuestos a perder todo el control en manos de la banca.

Con una deuda que supera los 3.000 millones de euros, el capital de Pescanova se reparte actualmente entre minoritarios, que suman el 60% del capital, y accionistas de referencia comola cervecera Dammde la familia Carceller,el fondo luxemburgués Luxempart, y el que fuera primer accionista de la empresa, Manuel Fernández Sousa. Además, desde la quiebra del grupo hanirrumpido inversores de referencia comoCarolina Masaveu, que en el mercado gris compró el 7% por poco más de 5.000 euros, y el fondo buitre Broadbill Investment, que ha entrado hace apenas dos meses y, según fuentes del mercado, lo ha hecho comprando con fuertes descuentos las participaciones de antiguos accionistas como Fidelity.

El hedge fund, por el momento, se ha posicionado del lado del consejo, según fuentes conocedoras, lo que dibujaun creciente frente opositor a la banca, ya que tampoco deben olvidarse las buenas relaciones que, tradicionalmente, hamantenido la familia Carceller con los Masaveu. Ahora, todos ellos están representados por un consejo de administración encabezado por Alejandro LegardaZaragüeta, uno de los independientes que se quedó en la empresa tras la dimisión de Juan ManuelUrgoiticomo presidente en mayo del pasado año.

Sabadell, Popular, CaixaBank, Bankia, BBVA, Abancay el italianoUBI, las siete entidades que tienen en su mano el futuro de Pescanova, contemplan que los actuales accionistas se queden con un 5% del capital y, si acuden a laampliación de capital prevista en su plan de salvamento, podrán hacerse con hasta un 20%, un planteamiento absolutamenteinsuficiente a ojos de los actuales accionistas, que acusan a las entidades de dejarlos reducidos a la nada.

Pero la realidad es que Pescanova es una compañía quebrada y la Nueva Pescanova que se creará, si finalmente todas las partes se ponen de acuerdo, sólo es viable si la banca acepta, como incluye en su propuesta, una quita del 75%, un sacrificio que las entidades consideran más que justificado para defender su toma de control mayoritario.

Citas clave

En este escenario de espadas en alto, cada uno de los dos bandos tiene a su favor una de las dos próximas citas clave en el calendario de la compañía, en las que se votarántanto la propuestapresentada por la banca como el convenio avaladopor el consejo.

Si, como se espera, los dos reciben el visto bueno de la Justicia a la vuelta de Semana Santa, las entidades saldrán vencedoras de la junta de acreedores prevista para los próximos 21 o 22 de mayo. El problema es que, en septiembre, su convenio se enfrentará a la junta general de accionistas, donde puede ser rechazado, debido a que los bancoscarecen actualmente de presencia en el capital y este, en cambio, está en gran parte controlado por los nombres antes citados.

El pasado año, Pescanova registró un beneficio neto de 1.654 millonesde euros, frente a los números rojosde 715 millones del ejercicio anterior, mientras que las ventasse situaronen 901 millones. No obstante, el patrimonio consolidado era negativo en 616,6 millones de euros, lo cual lallevaría a la liquidación en el caso de que no se ejecutara el plan de rescate.

Las espadas están en alto en Pescanova. Después de dos años en concurso de acreedores, periodo en el que ha conseguido volver a beneficios bajo la administración concursal de Deloitte, el grupo gallego se enfrenta a un momento crítico derivado, en gran parte, del convencimieno generalizado de que la empresa, como está demostrando, puede ser viable.

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