Codere evita la quiebra con un principio de acuerdo para ceder el control a los bonistas
La ruleta rusa de Codere puede tener final feliz. Tras una guerra sin cuartel, las partes han alcanzado un principio de acuerdo para salvar el grupo
La ruleta rusa de Codere puede tener final feliz. Después de una guerra sin cuartel entre los actuales accionistas de referencia, la familia Martínez Sampedro, y los acreedores de sus 1.100 millones de euros de deuda, ambas partes han alcanzado un acuerdo preliminar para salvar la compañía, cuya mayoría del capital pasaría a manos de los bonistas, si bien el actual presidente mantendría el control de la gestión.
Las negociaciones están siendo muy intensas en las últimas horas porque este sábado, a las 24 horas, acabó la primera prórroga que se concedieron el pasado 31 de abril para que la compañía no entrará en concurso voluntario de acreedores. La intención de los Martínez Sampedro y de los inversores institucionales poseedores de los bonos es darse otros diez días más para afinar el principio de acuerdo alcanzado días atrás.
Según fuentes próximas a las conversaciones, los bonistas se quedarían con la mayoría de las acciones, que actualmente es propiedad de los Sampedro, dueños del 70% de los títulos. Este ha sido el punto más importante de las discusiones, ya que el presidente se negaba en rotundo a ceder más del 51% del capital. Pese a las amenazas y denuncias por presunto fraude de ley, según palabras textuales de José Antonio Martínez Sampedro, el consejo acepta que los acreedores tomen más de la mitad de las acciones.
No obstante, tampoco será el 82% que exigían los bonistas en su última propuesta. El porcentaje final será algo menor e incluirá la creación de un nuevo vehículo instrumental cuyo consejo de administración estará dominado por la familia. A su vez, los titulares de la deuda aportarían 200 millones de dinero fresco y encajarían una quita de 350 millones de euros. De esta forma, Codere podría ser viable.
Este principio de acuerdo tiene que ser rubricado por las dos partes, que han pasado de estar en posiciones totalmente alejadas a un acercamiento muy positivo. Una vía para solucionar un problema que empezó hace justo un año cuando los anteriores acreedores de Codere, Banesto y BBVA, vendieron una línea de deuda de 125 millones a fondos oportunistas por el miedo a que la compañía no les pagará un crédito que vencía en junio.
Aquel pasivo pasó a manos de Blackstone y Canyon, principalmente, dos fondos buitres, que salvaron el primer match ball para la compañía, pero que después quisieron cobrarse el favor con unos intereses que Codere no podía asumir. El líder español de salas de bingo y máquinas tragaperras entró entonces en una espiral de impagos que la llevaron a dejar de atender sus obligaciones financieras.
El pasado 2 de enero, la sociedad solicitó el preconcurso de acreedores, lo que supuso iniciar una cuenta atrás de cuatro meses para alcanzar un acuerdo o quebrar. La primera de las alternativas parece ahora más cerca para tranquilidad de sus más de 18.300 empleados. Los asesores y los abogados de las dos partes siguen reunidos para que la partida acabe bien.
La ruleta rusa de Codere puede tener final feliz. Después de una guerra sin cuartel entre los actuales accionistas de referencia, la familia Martínez Sampedro, y los acreedores de sus 1.100 millones de euros de deuda, ambas partes han alcanzado un acuerdo preliminar para salvar la compañía, cuya mayoría del capital pasaría a manos de los bonistas, si bien el actual presidente mantendría el control de la gestión.