Valdepiélagos: el pueblo de Madrid que ya sabe antes de votar quién es el alcalde

Los 574 vecinos de Valdepiélagos sabrán el domingo nada más levantarse quién será su próximo alcalde. Antes incluso de ir a votar. En realidad lo saben desde el pasado 16 de marzo, cuando eligieron en una especie de primarias vecinales a los siete representantes públicos que gestionarán este pequeño Ayuntamiento del norte de la comunidad de Madrid los próximos cuatro años. Porque en Valdepiélagos no ha habido campaña electoral ni mítines. Ni publicidad que repartir en los buzones. Solo se presenta una lista, una agrupación de electores donde vienen reflejados los nombres de los siete vecinos elegidos.

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"Siempre ha sido así. Y para mí es el sistema ideal, lo mejor para los pueblos pequeños", señala Juan Pablo Herradas, 45 años, alcalde los últimos ocho años, que este domingo dará el testigo a Pedro José Cabrera, un catedrático de sociología que ostentará el nuevo bastón de mando. Un sistema que rige el pueblo desde 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones municipales tras la dictadura. Ningún partido presentó entonces candidatura y los vecinos decidieron que lo mejor era presentar una lista formada por gente del pueblo. "No hace falta ni que los elegidos sean de la misma línea ideológica. Solo que se pongan de acuerdo para el bien del pueblo. Yo nunca me he considerado un político. Para algunas cosas seré progresista y para otros, conservador", señala el regidor.

Herradas ha sido alcalde ocho años. Y antes estuvo 12 de concejal. "Ya es hora de dejarlo. La gente dice que como estoy soltero que siga, pero yo también quiero hacer otras cosas". Con este sistema cualquier vecino puede ser elegido. Los vecinos solo tienen que rellenar los nombres de los siete concejales a los que el pueblo tiene derecho y seleccionar a los que más votos suman. ¿Y si luego el elegido no quiere? "Hombre, a nadie se le obliga, puede renunciar, pero que yo sepa ninguno de los alcaldes elegidos durante este tiempo ha dicho que no". Generalmente los votados suelen ser gente que tiene cierto compromiso con el pueblo.

El nuevo alcalde, por ejemplo, ya lleva ocho años como edil. "Y hay una fuerte participación. De los 420 que pueden votar en el pueblo en las primarias de marzo lo hicieron más de 200". Se forma así un ayuntamiento anómalo. Sin oposición cuatro años, sin miedo a mociones de censura. "Lo importante es que haya buenas ideas para el pueblo". Los elegidos no tienen ni que ser gente afín. Tampoco parece que haya rendición de cuentas, una función que en un ayuntamiento a la vieja usanza suelen representar los partidos de la oposición. "Aquí enseñamos las cuentas y los gastos a todo el vecino que quiera".

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Y es que Valdepiélagos maneja un presupuesto anual de 800.000 euros y tiene nueve trabajadores. "Los cargos públicos nunca han cobrado sueldo. Ni dietas, aunque las tenemos aprobadas". El alcalde reconoce que el puesto le cuesta dinero. "Aunque alguna vez paso el taxi cuando me tengo que trasladar a alguna reunión por desempeñar el cargo". Herradas, electrónico, trabaja en la capital y todas las tardes le suele dedicar unas horas a la alcaldía. "Lo peor es el teléfono, que hay que estar siempre disponible". Los siete elegidos se reparten las áreas de Gobierno en función de los conocimientos de cada uno. Por ejemplo el nuevo regidor que salga de las urnas (perdón, primarias) ha ocupado Educación y Servicios Sociales.

Lo más llamativo es que el pueblo haya conseguido siempre conseguir que los partidos tradicionales no presenten nuevas candidaturas, sobre todo ahora, ya que el fin del bipartidismo ha traído nuevos protagonistas al tablero político. "En otras elecciones se han interesado. Me han preguntado si íbamos a seguir con este sistema. Y al decirles que sí ni lo intentan. En estos comicios ni siquiera. En 2015 por ejemplo lo intentó IU, pero al final retiró su lista al explicarles cómo funcionamos". Tampoco hay programa. Y eso que el pueblo tiene sus sensibilidades.

En las últimas generales del 28 de abril el PSOE ganó las elecciones con el 32% de los votos (111 papeletas), seguido de Podemos-IU-Equo (18%), PP y Ciudadanos. Vox obtuvo un 12%. Y Pacma 10 votos. Está claro que estamos ante un voto de confianza. Los vecinos, independientemente de su ideología, eligen a aquellos que creen que mejor pueden defender los intereses del pueblo. Aunque, como en todo, hay descontentos. En las últimas municipales, las de 2015, la Candidatura Independiente de Valdepiélagos (CIV), como se bautiza a la agrupación de electores, obtuvo 258 votos, el 91% de los que se acercaron a votar. Hubo otras 23 papeletas en blanco y 19 nulos, además de 134 abstenciones.

"No hace falta un programa político, si vives aquí ya sabes lo que necesita el pueblo", recalca el regidor. Su gran objetivo para esta legislatura es por ejemplo conseguir que Valdepiélagos tenga un colegio. "Tenemos 49 niños escolarizados que tienen que estar en varios edificios, las aulas por un lado, el comedor por otro. Queremos que esté todo junto, porque la población escolar del municipio se duplicaría. Hemos comprado suelo público para intentar que se construya". Y es que la localidad no destaca por tener agricultura ni ganadería. "Solo hay unos pocos comercios, ya que la mayoría de la gente trabaja en Madrid". Y eso sí, una especie de pequeña aldea ecológica a las afueras, 26 viviendas construidas con materiales ecológicos y donde se usan energías renovables. Todos los tejados tienen placas solares, su aislante es el corcho y están orientadas hacia el sur.