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La nueva imagen de los candidatos en campaña electoral
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MOLDEAN LA ESTÉTICA EN FUNCIÓN DE SU DISCURSO

La nueva imagen de los candidatos en campaña electoral

La imagen que transmiten los candidatos pesa mucho entre los electores. Todos ellos cuidan hasta el mínimo detalle y moldean su estética para sintonizarla con sus discursos

Foto: Carteles electorales de los cuatro candidatos.
Carteles electorales de los cuatro candidatos.

La imagen que transmiten los candidatos pesa mucho entre los electores, y todos ellos cuidan hasta el mínimo detalle y moldean su estética para sintonizarla almáximo posible con su discurso. A medida que se ha ido acercando el pistoletazo de inicio a la campaña del 20-D, los candidatos de los principales partidos han acabado de perfilar los últimos ragos definitorios de su estilo, con variaciones que podrían parecer imperceptibles pero que, como el lenguaje no verbal, sirven para comunicar y transmitir un mensaje determinado.

Pablo Iglesias

Es el candidato que más ha contribuido a romper los moldes preestablecidos, provocando incluso que los asesores de sus rivales electorales imitasen parte de su estilo propio de una persona de la calle, alejada de los políticos profesionales, encorbatados y sin recogerse nunca las mangas de la camisa. Pocos son los medios extranjeros que cuando informan sobre el líder de Podemos no se refieran a él como el politólogo con coleta. La principal característica estética de Pablo Iglesias de la que ya no podría desprenderse, asegurando desde un principio que no pensaba cortarse la coleta aunque llegase a La Moncloa.

Fue también el primero que rompió con la corbata, independientemente del tipo de acto al que acuda. Ni en sus intervenciones en el Parlamento Europeo ni cuando acudió a La Moncloa invitado por Mariano Rajoy para abordar la situación en Cataluña hizo uso de esta. Entre los pocos políticos europeos que se homologan a esta estética “de los de abajo” estáAlexis Tsipras, el primer presidente sin corbata, quien no se la puso ni en su investidura ni siquiera cuando acudió al Parlamento Europeo para defender sus planes económicos.

Los cambios en la imagen de Pablo Iglesias han sido imperceptibles desde la irrupción de Podemos, aunque significativos. El primero de ellos se produjo poco después de fundar el partido, cuando sus asesores lo obligaron a quitarse el piercing que desde años atrás lucía en una ceja. Demasiado informal y desenfadado como para dar credibilidad a su discurso.

El segundo gran cambio, secundario pero cargado de simbolismo, se produjo hace pocas semanas: ha dejado de portar la pulsera republicana que siempre lo acompañó. Este gesto ha coincidido en el tiempo con cierta moderación discursiva, en base a la cual el cambio del modelo de Estado ya no es una reivindicación identitaria de Podemos, ni tampoco una cuestión urgente. Incluso cuando justifica esta falta de urgencia evita nombrar el término “república”, sustituyéndolo por “un jefe de Estado que pueda ser elegido democráticamente”. Eso sí, mantiene el resto de pulseras, entre las que destaca la morada con el nombre de Podemos.

En las últimas semanas ha intensificado su presencia pública con camisas blancas, dejando atrás los cuadros, como acostumbraba a vestir hasta hace pocos meses. Una vestimenta que coincidiría con el cartel electoral del partido para el 20-D, y con la que el público tuvo tiempo de ir acostumbrándose, aunque fuese de manera subjetiva.

Pedro Sánchez

Los asesores del candidato socialista siempre miraron por el retrovisor al líder de Podemos. La corbata de Sánchez se ha ido quedando en el armario cada vez con mayor frecuencia, exceptuando sus intervenciones parlamentarias, importantes actos instituciones como la firma del pacto antiyihadista o cuando trata de vender un 'look' presidencialista, como ocurrió con su puesta en escena cuando fue proclamado como candidato a la Presidencia del Gobierno por el PSOE. Además, ha aprendido a remangarsela camisa, aunque lo haga por debajo del codo, en lugar de por encima, como el Iglesias de las “clases populares” o trabajadoras.

Los socialistas no quieren que los adelanten por la izquierda, pero mucho menos que la imagen de Pedro Sánchez se vincule a lo viejo, al inmovilismo contra el cambio y la frescura que transmite el candidato de la formación emergente. En este giro, Sánchez se ha acostumbrado a llevar mochila en lugar de maletín. Además, suele llevarla colgada por una sola asa, potenciando así el toque juvenil que roza casi la estética yuppie. Con todo, está lejos de utilizar zapatillas como su oponente de Podemos.

Albert Rivera

El cambio tranquilo y, sobre todo sereno también se refleja en su imagen. Fue el único de los tres candidatos que asistieron el primer debate electoral organizado por 'El País' que llevó corbata. En medio se situó Sánchez con chaqueta pero sin corbata y a la izquierda Pablo Iglesias sin chaqueta ni corbata. Es el único de los tres aspirantes primerizos que lleva siempre traje. También es el único que no se remanga la camisa cuando no lleva chaqueta, aunque siempre intenta evitar esto último.

Alberto Garzón

Su imagen no destaca por la informalidad, como la de Pablo Iglesias (zapatillas, pulseras, sin chaqueta, etc.) pero tampoco lleva nunca corbata. Lo más significativo y simbólico de su imagen es el pin del que nunca se desprende, al igual que la mayoría de dirigentes de su partido. Se trata de un triángulo rojo invertido, que era la marca de los presos políticos comunistas en los campos de concentración nazis.

Mariano Rajoy

Siempre de traje, su imagen es la más sobria, impasible y también invariable de todos los candidatos. La diferencia más reseñable tiene que ver con su barba, canosa, que marca una distancia generacional con el resto de sus oponentes. Un rasgo que trata de poner en valor, no solo para identificarse con el sector de votantes que más fidelidad a su partido (los mayores de 65 años), sino para potenciar los valores asociados a la edad, como la experiencia o la sabiduría.

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La imagen que transmiten los candidatos pesa mucho entre los electores, y todos ellos cuidan hasta el mínimo detalle y moldean su estética para sintonizarla almáximo posible con su discurso. A medida que se ha ido acercando el pistoletazo de inicio a la campaña del 20-D, los candidatos de los principales partidos han acabado de perfilar los últimos ragos definitorios de su estilo, con variaciones que podrían parecer imperceptibles pero que, como el lenguaje no verbal, sirven para comunicar y transmitir un mensaje determinado.

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