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La escasez del girasol de Ucrania pilla al aceite de oliva en precios máximos de 2018
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La escasez del girasol de Ucrania pilla al aceite de oliva en precios máximos de 2018

A falta de referencias históricas que arrojen luz sobre el futuro, desde el sector vigilan cualquier traspaso de la demanda que se pueda estar dando hacia el aceite español

Foto: Aceite de oliva (istock)
Aceite de oliva (istock)

Pánico por el aceite de girasol. Ante la agresiva invasión de Rusia en Ucrania, los supermercados españoles ya han estado avisando a sus clientes de la racionalización de este producto, ya que gran parte de la materia prima que conforma este aceite proviene de Ucrania. Por suerte, España tiene en la retaguardia su propia grasa vegetal: el aceite de oliva. Nuestro país alcanza el 44% de la producción de este bien a nivel mundial, según el COI. Ante un escenario de escasez del aceite de girasol, extensamente utilizado para freír o conservas, el sector se mantiene a la espera de un auge de la demanda por el aceite de oliva. No obstante, este trasvase llega en un momento complicado para el consumidor, ya que el precio en origen del aceite de oliva ronda en la actualidad máximos de 2018.

Los datos oficiales todavía no reflejan la actualidad vivida en los supermercados durante los últimos días, ya que van ligeramente con retraso. Por ejemplo, las cifras del Ministerio de Agricultura de producción de aceite en España (Andalucía, Castilla-La Mancha, Cataluña y Extremadura) solo alcanzan la última semana de febrero y no muestran variación significativa. Desde el Observatorio de precios de la Junta de Andalucía, principal productor de aceite de oliva en España, sí que hay estimaciones más recientes que apuntan a un ligero repunte del ‘mix’ de aceites desde una media de 3,15 euros por kilogramo hasta los 3,26 euros a cierre de la novena semana. Con todo, son subidas en línea con las fluctuaciones recientes (por ejemplo, en la sexta semana, el aceite de oliva pasó de los 3,12 euros a los 3,25 euros.

No obstante, en el sector (que esta semana celebra la World Olive Oil Exhibition en Madrid) sí que están atentos a las variaciones que muestra el Sistema de Información de Precios en Origen del Aceite de Oliva, plataforma conocida como ‘POOLred’ que gestiona la Fundación del Olivar. En esta, lso gráficos sí que empiezan a mostrar una subida contundente de entre diez y quince céntimos diarios en los distintos aceites de oliva en los últimos tres días.

Está por ver si la tendencia se consolida. “Así como en otros países se utiliza mucho el aceite de colza, de nuez o de uva, en España hay dos grandes aceites: el de girasol y el de oliva — por eso si falta uno lo razonable es que el consumidor se pase instintivamente al otro, aun si el precio es más elevado, porque es lo que conocemos”, explica Primitivo Fernández, director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles. “Además, hay que tener en cuenta que dentro del aceite de oliva hay muchas categorías”, matiza Fernández. “Una buena conserva no necesita un aceite de oliva virgen, casa muy bien con otros aceites de oliva refinados como los orujos porque la calidad del alimento ya viste por si sola y tampoco requiere de un virgen extra”.

No obstante, Fernández subraya que el futuro de los precios en aras de la guerra en Ucrania es todavía una incógnita, ya que el mercado no cuenta con referentes históricos. Asimismo, avisa de que una cosa es que se produzcan picos de precio ahora y otra muy distinta es que, en el actual entorno de inflación de costes de las empresas y presión sobre el poder adquisitivo de los hogares, los consumidores mantengan a futuro su disposición por pagar más por el aceite.

En torno al 65% de la comercialización total del aceite de oliva en España se exporta, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. ¿Afecta en el exterior la escasez de aceite de girasol? Rafael Picó, director de la Asociación Española de la Industria y Comercio Exportador de Aceites de Oliva (Asoliva), sí que ha estado prestando atención a los precios del mercado en España por la guerra, pero mantiene cierta cautela, ya que cree que es pronto para saberlo. El experto anticipa contracción en el mercado hacia otras formas de grasas vegetales en caso de que falte el aceite de oliva, en cuyo caso este producto español subiría de precio — pero junto con el resto de grasas vegetales que se consumen en Europa. Según Picó, un uso fuera de lo habitual del aceite de oliva sería el mayor impacto sobre este producto español, ya que, en materia de exportaciones, la cantidad comercializada con Rusia es poca (unas 12.000 toneladas sobre el más de un millón anual que produce nuestro país).

Foto: Foto: iStock.

Fernández también recuerda que hay muchos matices sobre el consumo de aceite de oliva en el extranjero, ya que fuera de España este producto es casi considerado de lujo. Incluso en grandes importadores de aceite español, como EEUU, este bien es consumido más bien por razones anecdóticas, como por motivos de salud. De hecho, los hábitos de consumo cambian también por cuestiones culturales: mientras que en el sur de Francia sí que se cocina mucho con aceite, en el norte la cocina está basada en la mantequilla. “En estos países tienen también otras grasas vegetales a las que están ya habituados en caso falten aceites como el de girasol”, detalla.

La fluctuación de las campañas

Más allá de lo que aguarde el futuro de la guerra de Ucrania y, en materia de consumo, el aceite de girasol, el aceite de oliva llega a esta tormenta perfecta con unos precios relativamente altos. Esta fluctuación se debe, por un lado, al ritmo de las cosechas, así como a la presión de los costes registrada en los últimos meses. “Desde el pico de 2017, los precios venían viviendo una situación crítica que se produjo por una serie de excedentes de producción tanto en las campañas en España como en otros países productores en el extranjero”, recuerda Iñaki Benito, director de la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero. “Además, hay que recordar que en ese momento el sector sufrió los aranceles de EEUU, por lo que los excedentes se incrementaron aún más por la caída de un mercado tan importante como el americano”.

Esta situación encontró suelo en 2020 y, a partir de ahí, las campañas de producción volvieron a una situación de equilibrio entre la demanda y la oferta. A lo largo de 2021, además, la industria se empezó a encontrar con una fuerte subida de costes: energía, transporte, mano de obra… Al igual que en otros segmentos económicos, las presiones inflacionarias también llevaron al precio del aceite de oliva a alcanzar máximos de 2018 a comienzos del otoño pasado, destaca Benito.

No en vano, las estimaciones para la campaña de 2021 a 2022 (que empieza en octubre hasta entrada la primavera del año siguiente) del Ministerio de Agricultura a principios del otoño se situaban en unas 1,2 millones de toneladas, explica Fernández. Sin embargo, según se ha ido desarrollando la campaña, se ha visto que había más aceitunas y jugo de lo esperado. Todo esto ha obligado al ministerio a revisar sus estimaciones, y en la última (hace diez días), la estimación ha alcanzado las 1,4 millones de toneladas. De hecho, en ANIERAC esperan que la cifra tenga que volver a ser revisada al alza. Este entorno ha estado presionando a los precios a estabilizarse en la recta final de 2021 y comienzo de 2022. Sin embargo, las informaciones sobre el desarrollo de la sequía a principios del ejercicio han vuelto a presionar las expectativas de precios al alza, aunque el sector empieza a dudar de qué parte de las subidas recientes se pueden atribuir al actual entorno de incertidumbre. “En todo entorno de crisis, como el actual, los precios ya no se mueven por las disponibilidades, sino que por otros criterios, lo cual es una locura”, argumenta el experto.

Pánico por el aceite de girasol. Ante la agresiva invasión de Rusia en Ucrania, los supermercados españoles ya han estado avisando a sus clientes de la racionalización de este producto, ya que gran parte de la materia prima que conforma este aceite proviene de Ucrania. Por suerte, España tiene en la retaguardia su propia grasa vegetal: el aceite de oliva. Nuestro país alcanza el 44% de la producción de este bien a nivel mundial, según el COI. Ante un escenario de escasez del aceite de girasol, extensamente utilizado para freír o conservas, el sector se mantiene a la espera de un auge de la demanda por el aceite de oliva. No obstante, este trasvase llega en un momento complicado para el consumidor, ya que el precio en origen del aceite de oliva ronda en la actualidad máximos de 2018.

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