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Vuelco al turismo por el covid: los precios caen en el Mediterráneo y suben el norte
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Los viajeros eligen destinos seguros

Vuelco al turismo por el covid: los precios caen en el Mediterráneo y suben el norte

El turista ha optado por pasar sus vacaciones en el norte, en especial en Asturias, la comunidad que mejor superó la fase aguda de la pandemia del coronavirus

Foto: La Playa de El Sardinero en Santander, registra una gran afluencia. (EFE)
La Playa de El Sardinero en Santander, registra una gran afluencia. (EFE)
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Huyendo de la masificación del Mediterráneo, muchos viajeros han optado este verano por pasar sus vacaciones en el norte de España. Para su sorpresa, lo que se han encontrado son destinos con un nivel de ocupación elevado que no se diferencian mucho de los niveles de años anteriores. Estas regiones ofrecen destinos que no están masificados y, además, han logrado mejores resultados en la lucha contra el coronavirus, lo que les ha permitido atraer a los turistas. Por el contrario, el Mediterráneo y las grandes capitales están pasando el peor verano en décadas que parece, más bien, plena temporada baja.

A la espera de conocer los datos de llegada de turistas de julio que publicará el INE en dos semanas, los datos de los precios de los alojamientos arrojan una primera aproximación que permite comprobar la situación de la demanda de los distintos territorios. Las diferencias son abismales, tanto que en Baleares los hoteles han hundido los precios para intentar atraer a turistas, mientras que en Asturias los han subido aprovechando la alta demanda que están viviendo.

Foto: Huelga de trabajadores frente a la fábrica de Getafe. (EFE)

El precio de los alojamientos en el conjunto del país se hundió un 11,5% en julio respecto a los precios del mes de junio. Nunca se había registrado una caída tan brusca de los precios, ni siquiera ocurre algo así cuando acaba una temporada alta. Por ejemplo, la caída de precios en los meses de octubre tras el verano se sitúa habitualmente en el entorno del 6%, casi la mitad que el desplome actual. Esto muestra cómo realmente este año se ha perdido la temporada alta. Y ni siquiera con esta caída de precios se está logrando evitar el desplome en la llegada de turistas.

Sin embargo, no todas las regiones están atravesando la crisis con la misma gravedad. En el norte, los resultados iniciales invitan a pensar en un verano aceptable. Estas regiones se están consiguiendo salvar por varios motivos. El primero es que no tienen una dependencia muy alta del turismo internacional, que es el que realmente se ha hundido. El segundo es que son destinos menos masificados, precisamente porque la demanda en circunstancias normales es menor que la de los destinos de ‘sol y playa’. Y el tercero es que han logrado mejores resultados en la lucha contra la pandemia, lo que les convierte en destinos seguros.

Asturias es el paradigma de estos tres factores positivos, lo que se ha visto reflejado en el precio de los alojamientos. En julio las tarifas fueron casi un 5% superiores a las del mismo periodo del año anterior y es la única comunidad autónoma que registra subidas de precios. Un dato que también demuestra que los buenos resultados contra la pandemia son garantía de éxito económico.

Para Asturias, este buen verano (en comparación con el resto de España) es un balón de oxígeno, ya que su economía lleva una década de estancamiento como consecuencia del gran fracaso de la reconversión industrial. Asturias es el paradigma de la España decadente, de modo que al fin consigue una buena noticia que permitirá recortar la brecha de crecimiento que mantiene con el resto de España.

En las comunidades vecinas a Asturias los datos también fueron favorables. Aunque los precios sí que cayeron, registraron un descenso claramente inferior a la media nacional. En Cantabria se redujeron un 4,7% y en Galicia, un 7%.

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Los datos de estas tres comunidades del norte contrastan con los registrados por el País Vasco y Navarra, dos regiones en las que el turismo debería haber seguido el ritmo de sus vecinas, pero no lo lograron. Ambas sufrieron con mayor dureza la incidencia del virus durante los meses del estado de alarma, lo que explicaría por qué se quedaron atrás en julio. En concreto, los precios de los alojamientos en el País Vasco se hundieron un 13% y en Navarra cayeron nada menos que un 25%.

En el Mediterráneo, por el contrario, este año se ha esfumado la temporada alta. Los precios son propios de la primavera, o incluso del otoño, con continuas ofertas para tratar de llenar la oferta de camas. Los registros de Baleares son claramente los peores, con una caída de precios que alcanza el 23% respecto al mismo mes del año anterior. En junio ya registró uno de los peores datos de llegada de turistas de toda España con un hundimiento del 90%.

placeholder Playa de Mallorca casi vacía en plena temporada alta. (EFE)
Playa de Mallorca casi vacía en plena temporada alta. (EFE)

Las playas de Mallorca e Ibiza pasan el verano llenas de los turistas extranjeros que este año han optado por quedarse en sus países. Cataluña también tiene una alta dependencia de los viajeros internacionales y las malas semanas que está atravesando se ven reflejadas en los precios de los hoteles. En julio cayeron nada menos que un 19,6% con las tres provincias costeras sufriendo un desplome de más del 19%.

Madrid también está atravesando un año muy delicado. En la capital la expansión del virus fue muy fuerte, y también lo fueron los rebrotes durante el mes de julio. La desconfianza que genera la región, unida a la caída de la demanda del turismo de la gran ciudad, está dando como resultado uno de los peores veranos en décadas. La caída del precio de los alojamientos superó el 15% en julio y las expectativas para agosto no son mejores en absoluto. En esta ocasión, el norte de España saldrá reforzado de la crisis, pero no será por su industria, sino por su turismo, paradójicamente.

Huyendo de la masificación del Mediterráneo, muchos viajeros han optado este verano por pasar sus vacaciones en el norte de España. Para su sorpresa, lo que se han encontrado son destinos con un nivel de ocupación elevado que no se diferencian mucho de los niveles de años anteriores. Estas regiones ofrecen destinos que no están masificados y, además, han logrado mejores resultados en la lucha contra el coronavirus, lo que les ha permitido atraer a los turistas. Por el contrario, el Mediterráneo y las grandes capitales están pasando el peor verano en décadas que parece, más bien, plena temporada baja.

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