Una inversión de 2.000 € permite ahorrar un 40% de carburante en vehículos gasolina

En la revolución energética en la que está inmersa el planeta juega un papel destacado la movilidad. En este sentido, los vehículos eléctricos no son la única opción de futuro. Existen alternativas intermedias mucho más accesibles en el corto plazo.

Una de esas opciones, menos conocidas por el gran público, es convertir su vehículo de gasolina en un bifuel (o dual fuel) de gasolina y autogás. Según los datos de la patronal del gas licuado de petróleo (el gas que llevan las clásicas bombonas de butano y propano), en 2017 4.000 automóviles de gasolina se adaptaron en vehículos bifuel de gas y gasolina. AOGLP estima que esto supone multiplicar por cuatro el número de transformaciones que se realizaron en 2016. Esta adaptación solo sirve para vehículos gasolina posteriores al año 2001 o que cumpla mínimo con la normativa de emisiones Euro3.

Estos vehículos no son híbridos sino que llevan dos depósitos. El coche normalmente arranca en gasolina y, cuando ha adquirido cierta temperatura, pasa automáticamente a funcionar con autogás. ¿Qué ocurre si el autogás se acaba y no dispones de un punto de repostaje o no quieres parar para repostar? El coche pasa automáticamente a gasolina sin que el conductor lo perciba más que por un testigo en el salpicadero. Así, los vehículos suman la autonomía de ambos combustibles fósiles. El repostaje es prácticamente igual al de los carburantes tradicionales.

La desventaja por ahora es el menor número de estaciones de servicio de gas disponibles en España, aunque ya hay más de 550 puntos de carga por todo el territorio nacional.

El coste aproximado de transformación, que oscila en función del cilindraje del vehículo, es de entre 1.500 y 2.000 euros más IVA. En este coste está incluido el kit de alta tecnología que se incorpora al vehículo, además de la mano de obra. La transformación se realiza en talleres especializados (más de 800 en toda España). Los propios talleres se encargan de todo lo necesario para la homologación del coche y su paso por la ITV.

Lo que se hace es instalar un depósito de combustible para el autogás, complementario al de gasolina. Este depósito se sitúa en la parte trasera, generalmente en el hueco de la rueda de repuesto.

La ventaja de tener además del motor de gasolina uno de autogás está en el ahorro. Este combustible es hasta el 40% más barato que los carburantes tradicionales. Aquí la incertidumbre está en la evolución futura del precio de los carburantes. Se espera que el gas suba, pero siempre en menor medida de lo que está previsto que se eleve tanto la gasolina como el gasóleo.

Si, además, el vehículo gasolina tiene etiqueta C de la DGT y se adapta, se puede disfrutar de un nuevo etiquetado, ECO, con las ventajas que ello conlleva en ciudades con protocolo anticontaminación o descuentos en zonas S.E.R., peajes, etc. En este caso, la ventaja es obvia para quienes aparcan en el centro de ciudades como Madrid o Barcelona. La incógnita en este sentido es regulatoria. Habrá que ver hasta cuándo se dan ventajas de aparcamientos a vehículos que aunque sus emisiones son bajas, no son nulas como ocurre con los eléctricos.

Por ahora, en Madrid disfrutan de bonificaciones en el Impuesto de Tracción Mecánica (IVTM) y, gracias al distintivo ECO, de 50% de descuento en los aparcamientos de las zonas S.E.R. y acceso prioritario a los carriles BUS VAO. En Barcelona también cuentan con descuentos en el IVTM y en Cataluña, con la etiqueta ECO, de acceso prioritario a los carriles BUS VAO y de descuentos en peajes en autopistas de la Generalitat.