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El que resiste gana: Javier Marín triunfa donde Horta y Luzón fracasaron
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EL CARGO DE CONSEJERO DELEGADO DEJA UNA SUCESIÓN DE CADÁVERES

El que resiste gana: Javier Marín triunfa donde Horta y Luzón fracasaron

La sucesión de Alfredo Sáenz como consejero delegado del Santander ha sido el resultado de una batalla soterrada que lleva librándose más de dos años. El

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El que resiste gana: Javier Marín triunfa donde Horta y Luzón fracasaron
  • Antonio Horta-Osorio: era sin duda el gran candidato para el relevo de Sáenz. El portugués, de 48 años, era el mejor preparado para ascender a la cúpula, el que mejor había asumido la 'filosofía Botín' y el que más gustaba al presidente. En efecto, todo el mundo se hacía eco de su valía profesional y la excelente gestión desplegada en el Reino Unido, donde supo integrar a la perfección las diferentes adquisiciones del banco (Abbey, Alliance & Leicester y Bradford & Bigley), para colocar al Santander como uno de los grandes jugadores en un mercado tan difícil (ningún otro banco español tiene allí presencia y, tras su marcha, los resultados se han venido abajo). Pero le faltó paciencia. En noviembre de 2010 se cruzó la oferta de Lloyds, el mayor banco británico, para ser consejero delegado y él prefirió irse antes que esperar no se sabe cuántos años hasta que se fuera Sáenz. Y eso que ya por entonces la condena de la Audiencia de Barcelona ensombrecía su futuro.
  • Francisco Luzón: otro caso de impaciencia. Tras la marcha de Horta, Luzón, entonces consejero director general para Latinoamérica (la región más importante para el grupo), se situó como número tres indiscutible del banco. Pero tampoco supo esperar a que la fruta cayera del árbol. Empezó a maniobrar para ocupar el cargo de Sáenz aprovechando precisamente el inicio de su vía crucis judicial, pero tuvo la torpeza o la mala fortuna de que Botín descubrió sus movimientos. Tratar de quitarle el puesto al número dos beneficiándose de su desgracia era traición. Y si Roma no paga traidores, Botín menos. Fue forzado a dimitir en enero de 2011. Aunque como ya ocurrió en su día con Ángel Corcóstegui, con una indemnización de lo más suculenta.
  • Ana Patricia Botín: don Emilio llegó a considerar seriamente hace años que la hijísima relevase a Sáenz para foguearse antes de asumir su propia sucesión en la presidencia. Sin embargo, los fondos con fuerte presencia en el accionariado le hicieron saber que no iban a tolerar un banco con el padre y la hija a los mandos, y que habría guerra si lo intentaba. Además, los malos resultados de su gestión, primero en Banesto y luego en la filial británica, no la avalaban. La duda es si el presidente todavía mantiene la idea de que le suceda a él o si ya está pensando en otras opciones.
  • Matías Rodríguez Inciarte: el vicepresidente segundo del banco era otra opción barajada por Botín, por ser un hombre de la casa de toda la vida que goza de su absoluta confianza. Pero sus 65 años eran un impedimento insalvable si lo que se pretende con la sucesión de Sáenz es un relevo generacional en el banco. Además, le falta empuje y visión estratégica para gobernar una nave tan grande y compleja como es el Santander de hoy. Habría sido una solución transitoria y Botín ha optado por otra definitiva.
  • Enrique García-Candelas: recién ascendido a 'superjefe' de España con la absorción de Banesto y Banif, el fichaje de Ángel Rivera desde el Popular había impulsado los rumores de su candidatura: él sería consejero delegado y Rivera, responsable de España. Sin embargo, le faltan cualidades. Aunque tiene un enorme conocimiento del negocio y gestiona con la agresividad marca de la casa, no sabe idiomas y le falta visión global. Además, España ya sólo supone el 11% del beneficio del banco. 
  • José Antonio Álvarez y Juan Guitard:  los compañeros de camada de Marín, uno director financiero y el otro responsable de auditoría (y hombre de Sáenz), podrían haber sido elegidos perfectamente para el cargo. Pero les faltaba la confianza ciega del presidente, de la que sí goza Marín. No obstante, están llamados a más altas responsabilidades en el relevo generacional, al igual que los dos últimos consejeros delegados de Banesto, José García Cantera y Javier San Félix

And the winner is...

"En el banco casi todo el mundo tenía claro que el elegido iba a ser Marín, la cuestión era cuándo", según una fuente de la entidad. A su favor tiene que es un hombre de absoluta confianza de Emilio Botín, del que fue secretario personal antes de que le pusiera al frente de toda la división de banca privada tras la fusión con el BCH. También cuenta con un profundo conocimiento de los entresijos del banco -ha dirigido una unidad global y un banco independiente, Banif- y con una gran "cabeza financiera y de negocio", además de que no le tiembla la mano a la hora de tomar decisiones. En contra, su escasa experiencia en banca minorista, el negocio core del banco, y los escándalos en que se ha visto implicado en el banco: Madoff, Lehman y Banif Inmobiliario.

Ahora le toca demostrar si es capaz de superar esa falta de experiencia y si está a la altura de lo que requiere un banco internacional de la dimensión del Santander. Desde luego, el listón lo tiene muy alto.

  • Antonio Horta-Osorio: era sin duda el gran candidato para el relevo de Sáenz. El portugués, de 48 años, era el mejor preparado para ascender a la cúpula, el que mejor había asumido la 'filosofía Botín' y el que más gustaba al presidente. En efecto, todo el mundo se hacía eco de su valía profesional y la excelente gestión desplegada en el Reino Unido, donde supo integrar a la perfección las diferentes adquisiciones del banco (Abbey, Alliance & Leicester y Bradford & Bigley), para colocar al Santander como uno de los grandes jugadores en un mercado tan difícil (ningún otro banco español tiene allí presencia y, tras su marcha, los resultados se han venido abajo). Pero le faltó paciencia. En noviembre de 2010 se cruzó la oferta de Lloyds, el mayor banco británico, para ser consejero delegado y él prefirió irse antes que esperar no se sabe cuántos años hasta que se fuera Sáenz. Y eso que ya por entonces la condena de la Audiencia de Barcelona ensombrecía su futuro.
  • Francisco Luzón: otro caso de impaciencia. Tras la marcha de Horta, Luzón, entonces consejero director general para Latinoamérica (la región más importante para el grupo), se situó como número tres indiscutible del banco. Pero tampoco supo esperar a que la fruta cayera del árbol. Empezó a maniobrar para ocupar el cargo de Sáenz aprovechando precisamente el inicio de su vía crucis judicial, pero tuvo la torpeza o la mala fortuna de que Botín descubrió sus movimientos. Tratar de quitarle el puesto al número dos beneficiándose de su desgracia era traición. Y si Roma no paga traidores, Botín menos. Fue forzado a dimitir en enero de 2011. Aunque como ya ocurrió en su día con Ángel Corcóstegui, con una indemnización de lo más suculenta.
  • Ana Patricia Botín: don Emilio llegó a considerar seriamente hace años que la hijísima relevase a Sáenz para foguearse antes de asumir su propia sucesión en la presidencia. Sin embargo, los fondos con fuerte presencia en el accionariado le hicieron saber que no iban a tolerar un banco con el padre y la hija a los mandos, y que habría guerra si lo intentaba. Además, los malos resultados de su gestión, primero en Banesto y luego en la filial británica, no la avalaban. La duda es si el presidente todavía mantiene la idea de que le suceda a él o si ya está pensando en otras opciones.
  • Matías Rodríguez Inciarte: el vicepresidente segundo del banco era otra opción barajada por Botín, por ser un hombre de la casa de toda la vida que goza de su absoluta confianza. Pero sus 65 años eran un impedimento insalvable si lo que se pretende con la sucesión de Sáenz es un relevo generacional en el banco. Además, le falta empuje y visión estratégica para gobernar una nave tan grande y compleja como es el Santander de hoy. Habría sido una solución transitoria y Botín ha optado por otra definitiva.
  • Enrique García-Candelas: recién ascendido a 'superjefe' de España con la absorción de Banesto y Banif, el fichaje de Ángel Rivera desde el Popular había impulsado los rumores de su candidatura: él sería consejero delegado y Rivera, responsable de España. Sin embargo, le faltan cualidades. Aunque tiene un enorme conocimiento del negocio y gestiona con la agresividad marca de la casa, no sabe idiomas y le falta visión global. Además, España ya sólo supone el 11% del beneficio del banco. 
  • José Antonio Álvarez y Juan Guitard:  los compañeros de camada de Marín, uno director financiero y el otro responsable de auditoría (y hombre de Sáenz), podrían haber sido elegidos perfectamente para el cargo. Pero les faltaba la confianza ciega del presidente, de la que sí goza Marín. No obstante, están llamados a más altas responsabilidades en el relevo generacional, al igual que los dos últimos consejeros delegados de Banesto, José García Cantera y Javier San Félix
Javier Marín Antonio Horta-Osorio