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El fracaso de CatalunyaCaixa: por qué el Gobierno no vende cajas nacionalizadas
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GUINDOS NO QUISO 'REGALÁRSELA' A SANTANDER O POPULAR

El fracaso de CatalunyaCaixa: por qué el Gobierno no vende cajas nacionalizadas

CatalunyaBanc (el banco propiedad de CatalunyaCaixa) es la primera subasta de una entidad nacionalizada que fracasa desde que comenzó la crisis, y supone un giro de

Foto: El fracaso de CatalunyaCaixa: por qué el Gobierno no vende cajas nacionalizadas
El fracaso de CatalunyaCaixa: por qué el Gobierno no vende cajas nacionalizadas

CatalunyaBanc (el banco propiedad de CatalunyaCaixa) es la primera subasta de una entidad nacionalizada que fracasa desde que comenzó la crisis, y supone un giro de 180 grados en la política del Gobierno, que hasta ahora prefería colocar las entidades a cualquier precio y esta vez ha rechazado las ofertas por considerarlas insuficientes. Pero, ¿por qué ha tomado esta decisión? ¿Todo el mundo estaba de acuerdo? ¿Y por qué los bancos no han hecho pujas aceptables? ¿Qué pasa con CatalunyaCaixa para no interesar a nadie? ¿Y cómo va a afectar eso al proceso de reestructuración del sistema financiero español a partir de ahora?

El FROB se las prometía muy felices con el interés despertado por la subasta, que se evidenciaba en el número de entidades que habían ido a analizar las cuentas de la fusión de cajas catalanas -hasta la Kutxa de la mano de JC Flowers, aunque lo negara oficialmente-, con más de 400 personas desplazadas a la sede de Antonio Maura en Barcelona para esta tarea. "Alguno se la quedará, no van a hacer tanto trabajo para nada", se decían en el fondo de rescate. Para endulzar la venta, incluso se les prometió que los 1.600 millones del crédito fiscal que tiene reconocido CatalunyaCaixa estaban garantizados en cualquier escenario, incluso de pérdidas furturas. Es más, no se iba a tener que excluir del cálculo del capital siguiendo una fórmula ya utilizada en Italia que permite esquivar las reglas de Basilea III.

Por eso, su sorpresa fue mayúscula el jueves 28 de febrero, la fecha tope para presentar ofertas no vinculantes, cuando se encontraron con una única oferta en firme, la del Popular, pero a distancia de los ambiciosos y, quizá, poco realistas objetivos del propio FROB: recuperar al menos 1.000 millones de los 9.000 inyectados por Europa. Los dos gigantes de la banca española se daban de baja.

¿Qué hacer? El nerviosismo se apoderó del fondo que preside Fernando Restoy. Rápidamente, se pusieron al teléfono para hablar con las entidades interesadas. Sabadell se avino a hacer una oferta informal, con unas condiciones muy bajas y exigencias adicionales de saneamiento de CatalunyaCaixa; es decir, tampoco cumplía el pliego de la subasta, lo que se conoce como no compliance. El banco presidido por Josep Oliu, que ya ha reforzado su presencia en Cataluña con la compra de la red de la antigua Caixa Penedès, no estaba dispuesto a incrementar todavía más los créditos fiscales en su capital y a pagar algo por un negocio sin apenas rentabilidad y con grandes riesgos. Tampoco valía. 

Había que ganar tiempo para arreglar el desaguisado. A alguien se le ocurrió la idea de ampliar el plazo hasta el lunes pasado para tratar de convencer durante el fin de semana a los interesados, aunque fuera a la desesperada. Los esfuerzos se centraron en el banco presidido por Emilio Botín, el gran favorito antes de comenzar la puja. Después de mucho pensarlo, finalmente dio su brazo a torcer en el último minuto: la esperadísima oferta se presentaba al filo de las 5 de la tarde del lunes. Kutxa había abandonado y, lo más grave, Francisco González volvía a hacerle un feo a Luis de Guindos como el de negarse a participar en Sareb y BBVA se desentendía de CatalunyaCaixa.

Pero la oferta de Santander tampoco convencía. Al igual que el Sabadell y el Popular, pedía saneamientos adicionales de la entidad catalana, en forma de mayor traspaso de activos al banco malo o de mayor inyección de capital. La elección era aceptar eso o dejar la venta desierta. Restoy era partidario de aceptarla como mal menor, como se hizo en su día con la CAM o con la subasta exprés de Banco de Valencia. Lo que fuera con tal de librarse del 'marrón' de tener que gestionar durante años una banca pública enorme, y de tener que asumir el coste del ajuste laboral y del duro canje de preferentes y subordinada impuestos por Bruselas.

Pero entonces llegó la llamada de Economía. El ministro De Guindos rechazaba esta opción e imponía la suspensión de la subasta. No se podía permitir otra vez los titulares de que el Gobierno "regala" CatalunyaCaixa al Santander por un euro. No después de hacer lo mismo en la venta de Banco de Valencia a La Caixa. Y que España pierde otros 9.000 millones en la operación, que tendrán que pagar todos los contribuyentes. La guinda que faltaba al pastel de la crisis y la corrupción para provocar un estallido social. Si había que gestionar CatalunyaCaixa, se gestionaba. Y así fue.

¿Por qué nadie quiso pagar el precio?

Entonces, ¿por qué nadie ha querido pagarlo? "Existen las mismas incertidumbres y riesgos sobre su futuro que había en la CAM cuando se subastó", según una de las fuentes consultadas. aseguran que Catalunya Banc mantiene 3.000 millones de exposición inmobiliaria, bien porque se trata de activos con un tamaño individual inferior al mínimo exigido para su traspaso a Sareb (100.000 euros en los inmuebles y 250.000 en los créditos, ambos después de los recortes), bien porque eran créditos mal clasificados. Y esa exposición "tiene una pérdida esperada altísima que tendría que asumir el comprador", según otra de las fuentes.

A eso había que añadir más pérdidas potenciales en otras carteras, especialmente de pymes, que no estén suficientemente cubiertas con las provisiones actuales, y los costes de reestructuración en que tendría que incurrir. Este coste dependía de la presencia que cada interesado tenga ya en Cataluña, pero las fuentes citadas lo evalúan en no menos de 500 millones. Además, el comprador tendría que levantar capital para integrar los activos de CatalunyaCaixa en su balance, parte de los cuales se podían obtener con el canje de preferentes y subordinada con quita al que obliga Bruselas.

Y no se trata sólo de las pérdidas potenciales de su balance, sino de la bajísima rentabilidad de su negocio. "El 80% de su activo son hipotecas minoristas sin suelo y con unos diferenciales muy pequeños sobre euribor, lo cual implica unos márgenes bajísimos que no iban a provocar mejoras significativas de la rentabilidad del comprador por mucho que aumentara su cuota de mercado", según esta fuente. todo eso se podía haber compensado con el total de créditos fiscales a que dan derecho las pérdidas de CatalunyaCaixa, 5.500 millones, que el FROB se negó a conceder a los candidatos, lo cual impidió unas pujas mejores. 

¿Qué hacer ahora con CatalunyaCaixa?

La cuestión es ¿y ahora qué? Una de las posibilidades que se plantean es la fusión de CatalunyaCaixa con Bankia y tal vez NovaGalicia (muy complicada porque habría que cambiar los planes de reestructuración de ambas) o la creación de un holding del que cuelguen todas las nacionalizadas (más factible, máxime si al final hay que nacionalizar también Caja España-Duero porque fracasa su fusión con Unicaja). Tampoco se sabe cómo se va a hacer el canje de las preferentes y subordinada; si la hubiera comprado el Santander, se habrían entregado acciones del banco, pero ahora serán acciones de CatalunyaBanc a las que habrá que dotar de liquidez, probablemente a través del Fondo de Garantía de Depósitos.

Por otro lado, nada asegura que en los próximos cinco años vaya a encontrarse un momento mejor que el actual para vender la entidad con mejores condiciones, salvo las difusas expectativas de que al fin llegue la recuperación económica. Y se ha sentado un precedente muy negativo para la próxima subasta prevista, la de NovaGalicia. Demasiadas incertidumbres, como se puede apreciar. Pero es el precio que el Gobierno está dispuesto a pagar por no 'regalar' la banca nacionalizada.

CatalunyaBanc (el banco propiedad de CatalunyaCaixa) es la primera subasta de una entidad nacionalizada que fracasa desde que comenzó la crisis, y supone un giro de 180 grados en la política del Gobierno, que hasta ahora prefería colocar las entidades a cualquier precio y esta vez ha rechazado las ofertas por considerarlas insuficientes. Pero, ¿por qué ha tomado esta decisión? ¿Todo el mundo estaba de acuerdo? ¿Y por qué los bancos no han hecho pujas aceptables? ¿Qué pasa con CatalunyaCaixa para no interesar a nadie? ¿Y cómo va a afectar eso al proceso de reestructuración del sistema financiero español a partir de ahora?