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Los líderes del G20 dejan el frente despejado para que se mantenga el fuego cruzado de las divisas
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EL YEN RETOMA SUS CAÍDAS

Los líderes del G20 dejan el frente despejado para que se mantenga el fuego cruzado de las divisas

Si Gila hubiera llamado este fin de semana a Moscú y hubiera pedido que se pusiera al teléfono la guerra de las divisas, le hubieran colgado.

Si Gila hubiera llamado este fin de semana a Moscú y hubiera pedido que se pusiera al teléfono la guerra de las divisas, le hubieran colgado. Los líderes del G20 primero han negado la existencia del conflicto y luego han emitido un comunicado lo suficientemente genérico y políticamente correcto como para que ningún país se sintiera amonestado. ¿Conclusión? Cada nación tiene el camino libre para hacer lo que quiera... y el yen, en consecuencia, prolonga su caída. 

Un sálvese quien pueda esperado por los expertos, dado el conflicto de intereses vigente, en el que cada país defiende unos intereses particulares. Y todo eso, en un cónclave de 20 países, suele ser la receta para que el menú saliente, en forma de comunicado oficial, esté repleto de buenas intenciones… y poco más. “Reiteramos nuestros compromisos para movernos más rápidamente hacia unos sistemas de tipos de cambio más determinados por el mercado y que los tipos de cambio sean flexibles para que respondan a los fundamentales económicos”, recogió el G20 en su comunicado. Luego, continuó con otro de los mantras habituales: “El exceso de volatilidad en los flujos financieros y los movimientos desordenados en los tipos de cambio tienen implicaciones adversas para la estabilidad económica y financiera”. Y como remate, la negación de que exista un conflicto cambiario: “Desistimos de las devaluaciones competitivas. No estableceremos objetivos para nuestros tipos de cambio con fines competitivos, nos opondremos a toda forma de proteccionismo y mantendremos nuestros mercados abiertos”.

Más de lo mismo en Japón y China

Sin amonestación ni toque de atención oficial para ningún país ni ninguna estrategia cambiaria, el mercado interpreta que todas las naciones tienen vía libre para seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. Y esa interpretación se traduce, principalmente, en una nueva oleada vendedora de yenes. La divisa nipona se deprecia un 0,4% contra el euro, hasta los 125,4 yenes, y un 0,5% contra el dólar, hasta los 94 yenes. Prosigue así la senda que parece encaminarle hacia las 100 unidades por dólar, un cambio que no toca desde 2009.

Pero Japón no es el único país cuya estrategia ha salido indemne de Moscú. China y su flotación sucia, el sistema mediante el que cual maneja la evolución del yuan a conveniencia, también han quedado libres de pecado. Hoy, Pekín deprecia el yuan hasta las 6,242 unidades por dólar, su cambio más bajo contra el billete verde desde diciembre.

En cuanto al cruce entre el euro y el dólar, no registra grandes variaciones. La moneda europea baja un 0,1%, hasta los 1,335 dólares. Mayor es la fortaleza del dólar contra la libra, puesto que ya compra 0,646 libras, su cambio más alto contra la divisa británica desde julio.  

Si Gila hubiera llamado este fin de semana a Moscú y hubiera pedido que se pusiera al teléfono la guerra de las divisas, le hubieran colgado. Los líderes del G20 primero han negado la existencia del conflicto y luego han emitido un comunicado lo suficientemente genérico y políticamente correcto como para que ningún país se sintiera amonestado. ¿Conclusión? Cada nación tiene el camino libre para hacer lo que quiera... y el yen, en consecuencia, prolonga su caída.