Ofensiva de Telefónica y Santander para contrarrestar el auge de los anti-Euro

Las grandes empresas españolas se empiezan a inquietar por una posible salida de España del euro. El mero hecho de que reputados economistas hablen de este escenario ha puesto los pelos como escarpias a Santander y Telefónica, que serían dos de las principales damnificadas por una hipotética vuelta a la peseta. Por eso, ya se han apresurado a cortar por lo sano antes de que este movimiento vaya a más.

A través de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) y la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), donde están presentes Telefónica y Santander, se han preocupado de defender la “pertenencia al euro como mejor garantía de crecimiento y de creación de empleo para la economía española”.

Para ello han colocado en primera línea de batalla a los 50 economistas, encargados de contraatacar a aquellos que hacen apología de la peseta. Todo porque en los últimos meses, voces destacadas del mundo financiero, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, han defendido la salida de España del euro como mejor solución a la actual situación.

Así, Fabien Estapé -premio Rey Jaime I de Economía y Legión de Honor, entre otros- se posicionaba al respecto en su blog del  El Economista, “La pela siempre será la pela”, mientras que Pedro Montes, después de 36 años en el Servicio de Estudios del Banco de España, iba más allá afirmando que “no hay solución para la economía española en el marco del euro”.  O el economista José Luis Sampedro, que ha dado públicamente su apoyo al 15M y, como ellos, predica esta misma solución.

En los foros internacionales también ha ganado puntos esta posibilidad, después de que se empezara a barajar antes, incluso, del estallido de la crisis de deuda. El encargado de poner sobre la mesa el abandono de la moneda comunitaria fue AIG en el 2008 y, desde entonces han sido constantes las manifestaciones al respecto.

Uno de los últimos en pronunciarse contra la permanencia de España en la Unión ha sido el profesor alemán Max Otte, que saltó a la fama oír su libro ¡Qué viene la crisis!, en el que alertaba del subprime en 2006. Por su parte, hace exactamente un año, al economista jefe de ING, Charles Robertson, no le dolían prendas en asegurar que “España es el país al que mejor le vendría salir del euro, más que a Grecia o Portugal”.

Consecuencias de la salida del euro

Si el lobby por la ruptura del euro se saliera con la suya, la incertidumbre y los tipos de cambio más elevados afectarían directamente a las cuentas de las empresas españolas con grandes inversiones en el extranjero, entre las cuales Telefónica y Santander son las más destacadas, sin olvidar a BBVA. De hecho, la peseta se devaluaría, por ejemplo, hasta 300 por euro y con ese cambio las compañías patrias tendrían que seguir haciendo sus pagos al exterior en euros.

Además, en el caso concreto de los bancos, el sistema financiero se colapsaría en cuanto los inversores y ahorradores fueran a sacar en masa su dinero para ponerlos en cuentas más seguras más allá de los Pirineos con el recuerdo del corralito argentino muy presente en la retina. Mientras que el BCE podría costar los préstamos a corto plazo a las entidades españolas.

Por no hablar de las consecuencias que tendría para la economía española que, aunque sí vería un aumento de su competitividad internacional como consecuencia de la devaluación de la moneda, el precio de la energía –España importa todo el petróleo y gas que consume- se dispararía, la inflación sería difícil de controlar, España dejaría de recibir las ayudas de la UE…

Los '50 sabios' de Santander y Telefónica

Sobre la situación por la que atraviesa en estos momentos España, dentro del contexto de la crisis de deuda europea, los expertos que han participado en las jornadas de la FEF y FEDEA han apostado por la ortodoxia en la necesidad de corregir, en primer lugar, los desequilibrios haciendo sacrificios y ajustes a corto plazo y que, una vez llevados a cabo, beneficiarán al empleo y al crecimiento a largo plazo.

De esta manera apuntan a que una economía diversificada, en la que “las políticas de oferta deben centrarse en facilitar la iniciativa empresarial, más que intentar planificarla o sustituirla”. E insisten en que “Las llamadas reformas estructurales de la economía española son claves para que nuestras empresas puedan seguir siendo competitivas en el actual escenario de economía global”.