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Cómo Alcaraz destronó a Djokovic en la hierba de Wimbledon y mató al monstruo final
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Una victoria épica

Cómo Alcaraz destronó a Djokovic en la hierba de Wimbledon y mató al monstruo final

El tenista español abrasó al serbio tras aprender la dura lección de Roland Garros. Alcaraz pulverizó la tiranía de Djokovic en una final en la que demostró su extraordinaria madurez

Foto: El español se embolsó su segundo Grand Slam. (Reuters/Dylan Martínez)
El español se embolsó su segundo Grand Slam. (Reuters/Dylan Martínez)

Un chaval de 20 años se plantó ante el tenista con más Grand Slams de la historia (23) y lo tumbó en su propio terreno. Un chico llamado Carlos Alcaraz, español y natural de El Palmar, al que la presión y los nervios habían maniatado hace un mes en Roland Garros, miró a los ojos de una leyenda del tenis como Novak Djokovic y lo fulminó en la hierba de Wimbledon. En el jardín del balcánico, aquel en el que acumulaba 34 triunfos consecutivos. Como ya hiciera Rafa Nadal ante Roger Federer en la final de 2008, Alcaraz rompió el récord de imbatibilidad de Djokovic (campeón desde 2018) con un tenis sublime y una madurez impropia de su edad.

Su capacidad de sobrevivir al filo del alambre, crecer durante la final y virar por completo un partido con tintes dramáticos, creó una remontada extraordinaria que superó a un deportista con mentalidad de hierro como Djokovic. El español entró en una nueva dimensión y conservó el número uno. Alcaraz visitó el infierno, mató al monstruo final del videojuego y salió silbando. El serbio, desquiciado, terminaría por romper la raqueta ante la impotencia del tenis abrasador de su adversario.

placeholder Alcaraz posa con el trofeo. (EFE/Neil Hall)
Alcaraz posa con el trofeo. (EFE/Neil Hall)

No importó que Alcaraz empezara de la peor manera posible, abrumado y con un 6-1 demoledor que hubiese desalentado al más optimista, ni que hasta ayer ningún tenista del planeta hubiese sido capaz de derrotar al balcánico en Londres tras caer en el primer asalto. Tampoco que Djokovic acumulara 10 años sin conocer la derrota en la pista central inglesa. Alcaraz llegó con cabeza, corazón y cojones, como marca el lema de su abuelo, y se coronó Rey de Wimbledon por 1-6, 7-6, 6-1, 3-6 y 6-4 en un encuentro que duró cuatro horas y 40 minutos. La batalla, espoleada por el tormentoso inicio y el desarrollo de la misma, fue titánica.

La experiencia del serbio y sus 36 años, las 34 finales previas de Grand Slam que había disputado Djokovic por solo una del español y el recuerdo marcado a fuego en la retina de quebrarse en Roland Garros por los nervios, como él mismo reconocería después. Todos los elementos jugaban en contra de Carlos Alcaraz en Londres. Lo habían advertido Juan Carlos Ferrero y el propio Alcaraz. "Va a ser muy, muy difícil. Lucharé, así soy yo. Voy a creer en mí mismo y en que puedo ganarle aquí. Está imbatido desde 2013 en esta pista, pero es un sueño desde que empecé a jugar al tenis… estar aquí en una final", explicó Alcaraz. "Esta final es una revancha conmigo mismo, toca afrontar lo que pasó en las semifinales en París y aprender de ello", señaló el español. Y vaya si lo hizo.

La lección que Alcaraz sí aprendió

El tenista murciano había alterado su rutina y su preparación previa a la final para sacudir las mariposas en el estómago y transformar la incertidumbre en brío. Faltaba por ver si la teoría se trasladaba a la práctica. Después de cerrar un primer set con amenaza de rosco, donde Alcaraz combinó frustración con miradas perdidas a su cuerpo técnico, el campeón español abandonaría la precipitación, rigidez y caos inicial en su juego. Djokovic, una muralla infranqueable, había logrado frenar los leñazos de Alcaraz y forzar fallos absurdos del español, que no sonrió en todo el primer set. Todo cambiaría a continuación en una evolución digna de admirar.

Alcaraz conseguiría serenarse y ordenar sus puntos en el segundo asalto con un 7-5 agónico previo tie-break. Adivinó cómo sorprender con el passing a Djokovic, seleccionó las dejadas correctas, restó con golpes ganadores y, sobre todo, entendió los diferentes momentos de la final. De golpe y porrazo, no había ni rastro de los fantasmas de hacía un mes. En la pista de Wimbledon y en su cuarto torneo de hierba, Alcaraz tuvo el temple suficiente para que la ansiedad que podía provocar el juego de Djokovic (warnings por límite de tiempo al servir, peloteos eternos y la pared serbia que devolvía todo) no se apoderase de su juego.

El español no solo ganaría la batalla mental a un animal competitivo como Djokovic, también conseguiría vencer a sus propios demonios. Esos que se asomaron en el primer set y desaparecieron en los siguientes asaltos. Lo sabría el propio Alcaraz en el tercer set tras los interminables 26 minutos de un juego que le catapultó 4-1 arriba. Un mazazo moral para Novak Djokovic, que se marchó al vestuario durante casi siete minutos para tratar de rebajar la combustión del español. Novak resistiría en el cuarto set y no podría frenar ya a Alcaraz en el definitivo y quinto set.

El propio Djokovic calificaría de "increíble" su adaptación y destacaría la polivalencia de su tenis en cualquier superficie. "Él es un jugador muy completo y que tiene lo mejor de tres mundos en él. Hay elementos de Roger, de Rafa y míos en su juego", confesó el balcánico. Minutos más tarde, Alcaraz atendería a Movistar Plus y reafirmaría su alegría por haber sido capaz de ganar a Djokovic. "Aún no me lo creo. Es increíble. No solamente por ganar en Wimbledon, si no por cómo lo he hecho ante una leyenda. Es algo que soñamos, por lo que trabajamos y luchamos día a día. He creído en mí mismo. Yo antes de los torneos pienso que puedo ganar a todos y hoy lo he demostrado".

Un chaval de 20 años se plantó ante el tenista con más Grand Slams de la historia (23) y lo tumbó en su propio terreno. Un chico llamado Carlos Alcaraz, español y natural de El Palmar, al que la presión y los nervios habían maniatado hace un mes en Roland Garros, miró a los ojos de una leyenda del tenis como Novak Djokovic y lo fulminó en la hierba de Wimbledon. En el jardín del balcánico, aquel en el que acumulaba 34 triunfos consecutivos. Como ya hiciera Rafa Nadal ante Roger Federer en la final de 2008, Alcaraz rompió el récord de imbatibilidad de Djokovic (campeón desde 2018) con un tenis sublime y una madurez impropia de su edad.

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