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Carlos Alcaraz derrota a Djokovic y se corona en Wimbledon como el nuevo rey del tenis mundial
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Por 1-6, 7-6, 6-1, 3-6 y 6-4

Carlos Alcaraz derrota a Djokovic y se corona en Wimbledon como el nuevo rey del tenis mundial

El español conserva su número uno del mundo, alcanza su segundo Grand Slam y logra batir a Novak Djokovic, gran dominador de los últimos años, por 1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4. Una hazaña para la historia del deporte español

Foto: Carlos Alcaraz celebra un punto durante la final. (EFE/EPA/Neil Hall)
Carlos Alcaraz celebra un punto durante la final. (EFE/EPA/Neil Hall)
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Día para la historia del tenis en Londres. Carlos Alcaraz conquistó el primer Wimbledon de su carrera ante el todopoderoso Novak Djokovic por 1-6, 7-6, 6-1, 3-6 y 6-4 en una espectacular final que duró cuatro horas y 40 minutos. El español cumplía así aquel sueño de la niñez, cuando se imaginaba recorriendo las pistas más emblemáticas del circuito. Más mérito aún hacerlo ante Djokovic, el primer tenista -hombre o mujer- en alcanzar 35 finales de Grand Slam. Alcaraz logra el segundo Grande de su carrera después del Open de Estados Unidos del pasado año, además, retiene el número uno del mundo y se consolida como el mejor tenista del planeta por méritos propios. Nadie había ganado a Nole en una final de Grand Slam desde el 2021, cuando en USA Daniil Medvedev hizo lo propio.

Las lágrimas de Juan Carlos Ferrero, al que subió a saludar nada más terminar el encuentro, ejemplificaron la épica victoria de Alcaraz en Londres. Djokovic, deportivo en la derrota, acudió rápidamente a la red para felicitar a su rival, quien le acababa de privar de la opción de conquistar todos los Grand Slam del año después de haber logrado el Open de Australia y Roland Garros. "Enhorabuena a Carlos, ha estado impresionante y se lo merece. Intentaré mejorar en pista dura, has jugado una o dos veces en hierba y enhorabuena a tu equipo también", afirmó Nole con elegancia en la ceremonia de entrega de premios, aunque durante el partido diese que hablar por su habitual forma de competir. Alcaraz, por su parte, apenas podía contentar la emoción: "Es genial ganar, pero si hubiera perdido, estaría muy orgulloso de mí mismo, jugar una final contra una leyenda es increíble, es un sueño hecho realidad poder jugar en estos sitios para un chico de 20 años".

Djokovic había aterrizado en la pista central de Wimbledon con rostro serio, concentrado, con la presión a sus espaldas de ser el favorito de la gran final. Pero, bendita presión para alguien que ha ganado 23 Grand Slam compitiendo prácticamente toda su carrera ante Rafa Nadal y Roger Federer. Comenzó el serbio incómodo. Le incomodaba el sol, le incomodaba la ropa, le incomodaba el resto de Alcaraz… Pero es que Nole es experto en brillar en el malestar. El español demostró que podía disputar el servicio de su gran rival, estuvo a punto de arrebatárselo, pero, apretando los dientes, Djokovic aguantó su saque. Y el número dos del mundo demostraría, una vez más, por qué ha conseguido una absurda cantidad de logros durante su carrera. Tres bolas de break consiguió en el primer servicio del número uno del mundo. Desechó dos, acertó a la tercera.

Con dos extensos vendajes cubriendo sus muslos debajo del pantalón, a Alcaraz no se le vio fluir en ningún momento del primer set. La derecha no acababa de enganchar y Djokovic devolvía todo. La ventaja del serbio, que llegaba a Londres como número dos del mundo, era evidente: en 24 minutos de juego, Nole estaba por encima 0-4. Lo más preocupante, mérito de su rival, por supuesto, era que el murciano en ningún momento pudo encontrar su juego.

placeholder Djokovic, provocativo durante todo el partido. (Reuters/Dylan Martinez)
Djokovic, provocativo durante todo el partido. (Reuters/Dylan Martinez)

Djokovic había pasado de la incomodidad a estar suelto, desencadenado, agobiando a Alcaraz. Si en los primeros saques rozaba el warning por límite de tiempo, ya se esbozaban sonrisas en el rostro de concentración del serbio. Estaba 0-5 y el golpe no consistía en llevarse el primer set, sino en destrozar la confianza del español. Con sangre en los ojos, intentó el rosco al máximo, pero Carlos consiguió llevarse, al menos, el juego de la honra. El último servicio de Djokovic fue una exhibición para cerrar el primer set 1-6.

Un segundo set para la historia del tenis

Era un golpe durísimo. No sólo por perder la primera manga y empezar una final de Wimbledon por debajo en el marcador, sino por las sensaciones: Djokovic había estado muy por encima. Y Alcaraz los sabía. El box del español, encabezado por su entrenador principal, el histórico Ferrero, trató de relajar la mente y las ganas de su pupilo. El ansía había superado a la cabeza y el propio Carlos era consciente de ello. Tocaba apretar los puños para liberar la tensión. Nada más arrancar esta segunda manga, Alcaraz conquistó su servicio... y arrancó su primer break de la tarde londinense. Djokovic, quien domina a la perfección ese otro tenis, el que se juega en los gritos y entre los puntos, volvió a exprimir los tiempos entre saque y saque con el objetivo de enfriar al murciano. No cayó en la provocación, aunque el siempre elegante público de la pista central británica sí se impacientó con el serbio.

No logró confirmar la rotura el español, era un juego trascendental y tuvo bola para ello, pero no aprovechó la oportunidad el número uno del mundo. Tuvo a Djokovic contra las cuerdas en el servicio del serbio. Ambos disputaron el mejor punto del partido con 29 golpes en el intercambio. ¡29! ¡En Wimbledon! ¡En la hierba! Una absoluta locura. Se volvía simpaticón, de repente, Djokovic, pidiendo más y más ruido y jaleo al público. Del 2-0 al 2-2. Una absoluta bestia de la competición, un Ogro con todas las letras.

placeholder La rabia de Alcaraz (Reuters/Toby Melville)
La rabia de Alcaraz (Reuters/Toby Melville)

Los siguientes cuatro juegos fueron relativamente similares: Alcaraz estaba, por fin, muy metido en el partido. Pero el que no se salía era Djokovic. Se llegó empate a cuatro y con servicio para Alcaraz. El serbio se llevó un buen culetazo al resbalarse, forzó las estiradas durante todo el encuentro, y el español consiguió el juego con relativa facilidad. 5-4 y opción de llevarse el set. Sólo tenía que romper al serbio. Sólo. En frente... Djokovic comenzaba su show particular. Cuando peor se veía, gestito a tocarse la pierna, mirada de resignación... Y a correr el punto como si nada. ¿Cómo se le gana al serbio? No pudo jugar mejor el español ante Nole, pero era irreductible. Tiró de piernas y de experiencia para sobrevivir a su resto y dejar el 5-5 en el marcador en un set que se llevaba disputando más de una hora.

Así se llegó al tie-break. Momento de partido para Alcaraz. O ponía el empate en el marcador o Djokovic se iba a una distancia sideral en la finalísima. Empezó el Ogro de la manera más dominante posible al llevarse los primeros tres puntos... ¡Y Alcaraz sacó fuerzas y orgullo para contestar con tres puntos consecutivos! Hacía lo propio el español para redimirse de la sensación de rotura del serbio. Cuatro iguales en la muerte súbita de una manga de esas que pasan a la historia del tenis. El 5-4 la puso el murciano con una dejada marca de la casa, de esas que detienen el tiempo y que sólo él es capaz de ver. Soberbio. Por fin, después de varias oportunidades, llegaría el warning de Djokovic, que fulminó con la mirada al juez de silla, el irlandés Fergus Murphy. Dos fallos consecutivos del serbio permitieron la primera bola de set para Alcaraz, pero era al resto... ¡Y así llegó! Como había hecho previamente en los momentos importantes del torneo, con un resto devastador en paralelo a la subida de su rival. Pidió más calor al público de Wimbledon, imitando el gesto de su rival. El murciano se reenganchaba a la final.

Un golpe sobre la mesa con todas las palabras. Regresó a la pista el número dos del mundo algo confuso después de haber perdido un set de una hora y 25 minutos. En su momento más impreciso, el serbio cedió su servicio nada más comenzar la tercera manga. Alcaraz mantuvo su saque. Idéntico inicio al anterior duelo. De hecho, amenazó Djokovic con calcar la de 2-0 al 2-2, pero resistió Carlos con más corazón que calidad (fruto del cansancio). 3-1 y toneladas de presión para el Ogro, dubitativo. Juego larguísimo con más de seis deuces y con seis bolas de break que desperdició el murciano (incluyendo dos cañas). Se estaba decidiendo el futuro del tercer set y ambos tenistas lo sabían. Le faltaba un pasito, un único pasito, al número uno del mundo. Era un juego que terminó a los 26 minutos. Una absoluta barbaridad. Hay sets bastantes más cortos. A la séptima, sí, séptima, bola de break, Djokovic se comió la pelota y llegó el 4-1. Síntomas de debilidad en las muñecas del serbio.

Nole asumió que la manga se le iba y dedicó los dos juegos restantes a intentar mandar bombas, pero sin moverse demasiado. Veteranía en estado puro. Finalmente, Alcaraz devolvió el golpe moral del primer set y se llevó el tercero con un 6-1. Un golpe moral importantísimo, además, ganando al resto y con un passing impecable. Serios apuros para el número dos del mundo ante un murciano que se hacía gigante en la hierba gastada de la final de Wimbledon.

La oportunidad perdida en el cuarto set

Era el momento de Alcaraz. Ya sí entraba todo. Ya sí se veía a su verdadero nivel. Sobre todo, a nivel de piernas, donde el paso del tiempo mostraba a un Djokovic cansado. Pero, cuidado, no era la primera vez que el serbio sacaba fuerzas de flaqueza para remontar un partido. El número dos del mundo, por ejemplo, pidió como mala un resto del español que había devuelto. El ojo de halcón dictaminó que la pelota sí había tocado cal, otorgando el punto al murciano. Resistió la rotura a duras penas en su primer servicio, pero un animal de la categoría de Nole, cuando más herido, más peligroso. En su segundo servicio, otro juego largo y de sufrir para Djokovic. El ejercicio de resistencia del ganador de 23 Grand Slam es, simplemente, legendaria. Que sus actitudes en pista no maquillen el tenista que es, probablemente, le mejor de la historia, por números y por condiciones. Volvió a llevarse el juego y colocó el 2-2 en el cuarto set. Todavía había que remar.

placeholder Djokovic se lamentaba de un punto perdido. (Reuters/Dylan Martinez)
Djokovic se lamentaba de un punto perdido. (Reuters/Dylan Martinez)

Le tocaba el turno al servicio de Alcaraz... y reaccionó Djokovic. Poco a poco, el serbio iba creciendo con su derecha. Todavía cometía fallos propios del cansancio, pero estaba regresando. Los ojos del Ogro brillaban de otra manera. 2-4 a su favor. Este partido lo tenía que ganar Alcaraz con las piernas. Precisamente, castigando las de su rival, el español empezó su servicio con una dejada a la que, por primera vez en todo el encuentro, ni siquiera llegó Djokovic. Sostuvo el saque y había que encontrar las cosquillas al del vigente ganador de Wimbledon. Pero este no iba a dar su brazo a torcer. Mantuvo la distancia, forzó el quinto set. Una oportunidad de oro perdida en un partido para la eternidad.

La batalla final

Arrancó Djokovic con servicio el quinto y definitivo set de la gran final de Wimbledon, que cumplió todas y cada uno de los pasos en la receta de un partido épico. Se adelantaba 30-0 el Ogro hasta la reacción del español para delirio del público británico, por cierto, repleto de estrellas del cine como Brad Pitt o de royals como el rey Carlos o los príncipes de Gales, así como el rey Felipe VI. Tuvo bola de break Alcaraz y respondió con un saque directo Nole. Cada punto era una guerra, una batalla. Ahí lucía, más que nunca, el passing paralelo de Carlos para apretar puño y dientes. Resistió el serbio y miró a su box, desafiante, crecido. Sabía lo importante que era.

El serbio estaba metido, metídisimo, en esta última manga. Gozó de una bola de break Djokovic, que hizo correr de lado a lado al español, para luego decidir mal en una derecha que debía haber sido smash, para fortuna de Carlos. Con resbalón incluido, Alcaraz se llevó su saque con una derecha paralela de libro que hizo explotar al público londinense. 1-1.

Tenis de oro puro, una guerra sin cesar, golpes y golpes ganadores, piernas que llegaban a donde se supone que no se podía llegar, una onstentación de ambos atletas. Agresivo al resto, subió pulsaciones y la red Alcaraz para poner contra las cuerdas a Djokovic, que volvía a repetir ticks nerviosos antes de pegar auténticos cañonazos con su demoledora derecha. Pero este juego iba a ser para Carlos, que rompió el saque del serbio después de que este se resbalase. Tremendo enfado de Nole, que estrelló su raqueta contra el poste de la red, llevándose el consiguiente warning y el abucheo del público, mientras Alcaraz gozaba del favor de los asistentes. Confirmó el break con un juego en blanco para colocar el 3-1.

Cumplió el serbio en su saque, concediendo solo un punto a Alcaraz. El español sabía que, si mantenía su servicio, era campeón de Wimbledon. Qué fácil parecía, ¿no? Djokovic no estaba vencido, eso no va con el 23 veces ganador de Grand Slam. Un par de golpes malos consecutivos llevaron a Nole a echar la culpa al viento y facilitaron el 4-2 a favor de Carlos, que lo cerró con un ace, el octavo de su partido. Tuvo cerca un nuevo break el murciano, pero aguantó Djokovic. Todo era tensión, todo era el corazón en los instantes finales. Bastante más suelto, regalando dejadas, Alcaraz puso el 5-3 en el marcador.

La hierba gastada, bastante más sucia y marrón de lo que lucía hace dos semanas cuando comenzó el Grand Slam, asistía a los últimos juegos de la finalísima. Djokovic se llevó su saque con un juego relativamente en blanco, importantísimo para la moral del serbio. Así, servía Carlos para ganar el partido 5-4. Mini descanso en la silla. No era momento para la cobardía, era momento para dar el zarpazo definitivo al trono del tenis mundial. Ahí es nada. El 15-15 fue un globo de ensueño. 20 años, ¡20 años! Previo a una dejada. El rostro de Nole era de no creérselo. Saque directo, 40-30. Bola de partido. Bola de campeonato. Carlos Alcaraz, don Carlos Alcaraz si lo prefieren, lo hizo a la primera. Flamante ganador de Wimbledon.

Día para la historia del tenis en Londres. Carlos Alcaraz conquistó el primer Wimbledon de su carrera ante el todopoderoso Novak Djokovic por 1-6, 7-6, 6-1, 3-6 y 6-4 en una espectacular final que duró cuatro horas y 40 minutos. El español cumplía así aquel sueño de la niñez, cuando se imaginaba recorriendo las pistas más emblemáticas del circuito. Más mérito aún hacerlo ante Djokovic, el primer tenista -hombre o mujer- en alcanzar 35 finales de Grand Slam. Alcaraz logra el segundo Grande de su carrera después del Open de Estados Unidos del pasado año, además, retiene el número uno del mundo y se consolida como el mejor tenista del planeta por méritos propios. Nadie había ganado a Nole en una final de Grand Slam desde el 2021, cuando en USA Daniil Medvedev hizo lo propio.

Carlos Alcaraz