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De Miñaur, contra la 'futbolización' de Roland Garros: "Hay límites que no se pueden pasar"
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De Miñaur, contra la 'futbolización' de Roland Garros: "Hay límites que no se pueden pasar"

En los últimos años, el comportamiento de los aficionados en las gradas de los torneos de tenis está viviendo una explosión, cada vez mayor, de salidas de tono contra los jugadores

Foto: De Miñaur, contra la 'futbolización' de Roland Garros. (EFE/John Dea)
De Miñaur, contra la 'futbolización' de Roland Garros. (EFE/John Dea)

Si por algo ha destacado el tenis tradicionalmente es por ser el deporte más elegante de todos cuantos se disputan. Se trata de una especialidad en la que el respeto es condición 'sine qua non' para su desarrollo, tanto por parte de los propios deportistas como de los aficionados. De hecho, tiene el honor de ser uno de los pocos deportes en los que no se permiten los insultos desde la grada, en el que el saber estar y el respeto son necesarios para su disputa con normalidad.

¿Se imaginan que en un partido de fútbol todo un estadio estuviera callado en el momento de un lanzamiento de penalti? ¿O que, en el baloncesto, no se escuchara un alma en un tiro libre decisivo? Pues eso es, precisamente, lo que ocurre en el tenis, donde mientras que la bola está en juego, todo el público se encuentra en absoluto y respetuoso silencio para ver cómo dos jugadores luchan con todo para tratar de derrotar a su rival. O, al menos, así era antes.

Foto: Nadal, durante un Conde de Godó. (EFE/Toni Albir)

Cada vez, de manera más habitual, en las gradas del tenis se ven comportamientos más parecidos a los del fútbol. Cuando un tenista local forma parte de un torneo importante -o hace unos años en los antiguos enfrentamientos de Copa Davis-, muchos aficionados olvidan donde se encuentran, se ponen la bufanda al cuello y superan ciertos límites a la hora de animar que muchos jugadores no ven con buenos ojos. Eso es, precisamente, lo que denunció Alex de Miñaur.

El tenista australiano cayó a las primeras de cambio en Roland Garros, tras perder en el 'supertiebreak' ante el francés Hugo Gaston [4-6, 6-2, 6-3, 0-6, 7-6 (4)]. El actual 20º del mundo no pudo con el jugador local, en un partido en el que hubo ocasiones para los dos tenistas para llevarse la victoria, pero en el que el galo terminó por llevarse el gato al agua. Al acabar el partido, De Miñaur se quejó amargamente del comportamiento del público durante el partido.

"Está bien crear un gran ambiente y apoyar a tu compatriota, nada contra ello. Estoy seguro de que él lo disfrutó y de que lo que vivió fue fantástico. Sin embargo, hay unos límites: gente en la grada me ha dicho algunas cosas feas, hacían contacto visual conmigo tras cometer una doble falta... hay límites que se deben preservar. No me gustaría decir aquí las cosas que me han dicho: lo ideal sería que me fuese a dormir y olvidarme de todo ello, pero no va a ser el caso hoy", explicaba De Miñaur.

Sus palabras son, cuando menos, duras y confirman una tendencia cada vez va más al alza en el tenis: el público es cada vez menos respetuosos con los jugadores, especialmente con aquellos que se miden a los jugadores locales, y provocan extrañas situaciones en pista. De Miñaur denunciaba insultos y faltas de respeto en pista, en plena disputa de su partido, algo que no le gustó lo más mínimo. Mucho más si tenemos en cuenta que se trata de uno de los grandes torneos del calendario.

No es una situación exclusiva de Roland Garros, ni mucho menos, y muchos torneos empiezan a vivir estas situaciones de manera cada vez más habitual. De Miñaur ha sido el último en quejarse de las faltas de respeto desde las gradas, las mismas que hace algunas semanas denunció Dennis Shapovalov en Roma. Los tiempos cambian y, con ellos, los estándares de lo que está bien o mal en una grada de tenis. Pero el tenis nunca debería de perder ese halo de deporte especial con el que cuenta.

Si por algo ha destacado el tenis tradicionalmente es por ser el deporte más elegante de todos cuantos se disputan. Se trata de una especialidad en la que el respeto es condición 'sine qua non' para su desarrollo, tanto por parte de los propios deportistas como de los aficionados. De hecho, tiene el honor de ser uno de los pocos deportes en los que no se permiten los insultos desde la grada, en el que el saber estar y el respeto son necesarios para su disputa con normalidad.

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