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La elegancia de Garbiñe con Wimbledon y la que no tuvo Wimbledon con ella
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eliminada en segunda ronda

La elegancia de Garbiñe con Wimbledon y la que no tuvo Wimbledon con ella

Garbiñe Muguruza, vigente campeona del torneo, tuvo que jugar el el quinto turno de la tercera pista en importancia del torneo (Court 2). Algo poco habitual en Wimbledon

Foto: Garbiñe Muguruza perdió este jueves en la segunda ronda de Wimbledon. (EFE)
Garbiñe Muguruza perdió este jueves en la segunda ronda de Wimbledon. (EFE)

Wimbledon pasa por ser un torneo de profundas tradiciones y respeto hacia sus deportistas. El mimo hacia la historia, con la blancura de los tejidos, los bancos de madera a pie de pista o la sobriedad de sus oficiales convierten el evento en una suerte recinto ajeno al paso del tiempo. Los campeones pasan a ser miembros del exclusivo club, abriendo las puertas a todo aquellos que son su esfuerzo se ganen a pulso una distinción social.

Garbiñe Muguruza llegaba en 2018 como vigente campeona, con la posibilidad de proteger el título levantado doce meses atrás en las manos. No lo consiguió y los hechos son por todos conocidos: fue eliminada en la segunda ronda por la belga Alison Van Uytvanck (vencedora por 5-7, 6-2, 6-1), número 47 del ranking femenino. En el deporte se puede ganar o perder, y el tenis es una disciplina cada vez más global con una profundidad de vestuario en ascenso. Lo que resultó llamativo fue la circunstancia que rodeó al encuentro.

Foto: NAdal, en su partido contra Sela. (EFE)

Cuando Garbiñe Muguruza observó la planificación de partidos en la tarde del miércoles, repasando su turno para enfrentar a su rival en la segunda ronda de Wimbledon, se encontró con un mensaje inesperado: la vigente campeona del torneo debía competir en la tercera pista en importancia del torneo (Court 2). Competir en una cancha u otra tiene una particularidad menor: en contadas ocasiones, ni siquiera grandes leyendas, ocupan el escenario principal en los siete partidos de un Grand Slam. Fueron las formas.

Muguruza debió disputar el quinto turno que cerraba la jornada. En un torneo que no cuenta con jornada nocturna bajo iluminación artificial. Con la tradición entrando hasta el más mínimo rincón, la caída del sol marca el final de la jornada. Además, no era un día cualquiera: debía esperar para saltar a competir a la conclusión cuatro partidos, tres de ellos masculinos y disputados al mejor de cinco mangas, en una jornada con ciertas perspectivas de lluvia. Es decir, bajo un riesgo real de quedarse incluso sin jugar.

Es un movimiento sorprendente en un torneo que encumbra a sus campeones. El ganador masculino tiene el derecho a estrenar el primer día la prístina hierba de la Centre Court, ese templo del deporte preparado hasta el milímetro. La campeona de la edición individual femenina hace lo propio en la segunda jornada de competición. Es un gesto de cortesía, una muestra de honor hacia quien ha convertido su esfuerzo diario en un éxito deportivo mayúsculo.

"Así ha sido. Estaba lista para jugar. Así tuvo que ser”, declaró, tras una pausa de varios segundos. “No tengo nada más que decir. No puedo hacer nada ante ello, es lo que decidieron al montar el orden de juego. Por supuesto, prefiero jugar en canchas más grandes. Pero decir algo ahora no tiene sentido. He jugado en una buena pista. Así es como funciona el orden de juego. Los jugadores que hoy pisaron la Centre Court lo merecen”, alegó Muguruza con elegancia.

placeholder La reacción de Muguruza tras perder en la segunda ronda de Wimbledon. (EFE)
La reacción de Muguruza tras perder en la segunda ronda de Wimbledon. (EFE)

“Tampoco le voy a dar mucha importancia al haber jugado en la Pista 2 o no. Sí que es cierto que quizá me sorprendió cuando lo vi, pero da igual. Es una pista cualquiera. No creo que haya jugado peor por la pista, la verdad. Creo que me hubiese gustado jugar en una pista más grande pero ya está, da igual. El próximo año será”.

Soy de los que piensa que uno debe ajustarse a las circunstancias. Hacer cuanto pueda, con lo que tenga, en cualquier momento. Y eso incluye a los deportistas de cualquier calibre. La actitud pública de Garbiñe tuvo unas notas de elegancia que el torneo no tuvo con ella. Ni una palabra de discusión hacia la organización. Ni una rabieta en un momento donde todo invitaba a mandar un discurso amargo o encontrar en las circunstancias un motivo a la derrota. En un mundo como el deporte nada debe darse por asumido y ningún privilegio como ley.

Ahora bien, el respeto, como en cualquier ámbito de la vida, se gana con hechos. Y Muguruza tuvo una deferencia que no encontró en su camino.

Wimbledon pasa por ser un torneo de profundas tradiciones y respeto hacia sus deportistas. El mimo hacia la historia, con la blancura de los tejidos, los bancos de madera a pie de pista o la sobriedad de sus oficiales convierten el evento en una suerte recinto ajeno al paso del tiempo. Los campeones pasan a ser miembros del exclusivo club, abriendo las puertas a todo aquellos que son su esfuerzo se ganen a pulso una distinción social.

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