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Nadal empieza el reencuentro consigo mismo para no volver a tener miedo
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Nadal empieza el reencuentro consigo mismo para no volver a tener miedo

Rafa Nadal vuelve a la competición en Año Nuevo en el torneo de exhibición de Abu Dabi, donde jugará contra David Ferrer en una de las dos semifinales. Wawrinka y Raonic disputará la otra

Foto: Nadal debuta en año nuevo en Abu Dabi (EFE).
Nadal debuta en año nuevo en Abu Dabi (EFE).

"Cuando te influyen temas mentales a la hora de golpear una pelota de tenis, pues evidentemente todo es mucho más complicado o yo diría casi imposible. Son sensaciones desagradables, sobre todo porque para mí han sido nuevas". A Rafa Nadal hay que admirarle siempre. No es una frase de un forofo banal, sino una afirmación ampliamente extendido por el mundo del deporte y más allá. Pero esa admiración no surge exclusivamente de su capacidad sobrehumana de ganar títulos en estos años pasados, sino sobre todo por admitir en la época oscura de su carrera que ha estado mal, que ha tenido problemas, que ha dudado, que ha sufrido, que ha querido ganar pero no ha podido. No ha puesto ni una sola excusa, no ha culpado a otros, sino a sí mismo.

Conocer los errores de uno mismo es el primer paso para aprender. Eso es una ley universal. A partir del conocimiento de los fallos propios se intenta posteriormente subsanarlos e ir mejorando, en este caso como tenista de élite. Rafa Nadal desde el primer momento supo cuál era el problema que le impedía ganar como había hecho durante prácticamente toda su carrera. El problema era él mismo, no nadie más, ni su entrenador, ni su entorno, ni el color de la tierra batida, ni el calor y la contaminación de China. Todo estaba en su cabeza, ni siquiera en su mano izquierda, ni en sus piernas.

Al llegar a cierto nivel físico y técnico, lo que diferencia a los mejores deportistas, especialmente en disciplinas individuales, es la psicología. Cuando un tenista se encuentra solo en la pista, lo que más hace, más incluso que intentar devolver pelotas al rival, es pensar. Y hay ocasiones en las que pensar es lo peor que se puede hacer, porque lo que suele venir a la cabeza son dudas. ¿Por qué no me entró la otra bola? ¿Le estoy dando mal? ¿Qué estoy haciendo diferente? Y no son preguntas retóricas, sino que la mente siempre les busca respuestas que muchas veces son negativas y generan incertidumbre a uno mismo. A Nadal le pasó algo así.

"Por primera vez en mi carrera sí que he salido a la pista con sensaciones de miedo al fracaso, no de perder, sino de no poder jugar (...) Sales con esa incertidumbre. Es que en realidad ya no era un tema tenístico", dijo en declaraciones al programa 'Informe Robinson' de 'Canal+'. “El problema he sido yo, era un bloque mío, Toni no tiene ninguna culpa. La gente tiende a echar las culpas a los de al lado y yo no acostumbro a hacerlo así. Yo prefiero hacer autocrítica. El problema no ha sido el preparador físico, ni el entrenador, ni nadie... Ahora tengo que solucionarlos con su ayuda” dijo hace unas semanas.

Rafa lo empezó a solucionar a final del año que recién acabó. En cualquier torneo que jugase, ya fuese Grand Slam, Master 1.000, Master 500 o lo que fuera, lo más normal era que Nadal cayese en las rondas iniciales, o cuando se encontrase con un rival situado en el top-10. Pero a final de temporada, superó la barrera psicológica de los cuartos de final, llegando a las finales de China y Basilea, perdiendo contra Djokovic y Federer. También cayó en semifinales en el Torneo de Maestros contra el serbio. Es decir, un final de año sin títulos, pero con una mejora evidente en el rendimiento y en la cabeza.

Ahora, nada más comerse la última uva de Año Nuevo, Nadal saltará a la pista en Abu Dabi para jugar contra David Ferrer. En los Emiratos es, según las apuestas, el principal favorito. Es un torneillo de exhibición que valor, lo que es valor deportivo tiene el justo (valor económico muchísimo, que también vale), pero para Nadal es muy importante. “Mi expectativa principal es competir. He entrenado bien y he hecho las cosas lo mejor que se por lo que me voy con la tranquilidad que he hecho el trabajo que podía hacer. Las sensaciones son buenas y ahora falta confirmarlas en competición”, dijo a 'As'. No estarán todos los buenos, es decir, Djokovic, Murray y Federer, pero los rivales (Wawrinka, Tsonga, Ferrer, Raonic y Anderson) son de grandísimo nivel para medir esa evolución psicológica que parece haber desarrollado. Año nuevo, ¿Nadal nuevo?

"Cuando te influyen temas mentales a la hora de golpear una pelota de tenis, pues evidentemente todo es mucho más complicado o yo diría casi imposible. Son sensaciones desagradables, sobre todo porque para mí han sido nuevas". A Rafa Nadal hay que admirarle siempre. No es una frase de un forofo banal, sino una afirmación ampliamente extendido por el mundo del deporte y más allá. Pero esa admiración no surge exclusivamente de su capacidad sobrehumana de ganar títulos en estos años pasados, sino sobre todo por admitir en la época oscura de su carrera que ha estado mal, que ha tenido problemas, que ha dudado, que ha sufrido, que ha querido ganar pero no ha podido. No ha puesto ni una sola excusa, no ha culpado a otros, sino a sí mismo.

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