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Kárate Kid en un pueblo de Toledo: el 'milagro' de unas niñas con kimono
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TRES JÓVENES DE MORA FUERON AL MUNDIAL

Kárate Kid en un pueblo de Toledo: el 'milagro' de unas niñas con kimono

Analizamos las claves del milagro de la cantera del kárate femenino en la toledana localidad de Mora, donde se acumulan los trofeos y las medallas de unas jóvenes

Foto: Claudia López en el Campeonato de España de este año.
Claudia López en el Campeonato de España de este año.

Las aceras son de goma bajo los cuarenta y tres grados de una tarde de mediados de julio en Mora (Toledo), y no debería estar en el guion que en una de las bocacalles de la plaza del Ayuntamiento más de una veintena de karatecas perfeccionen sus movimientos en el Gimnasio Jinbukan. Pero así es.

El futuro del kárate femenino en España es esperanzador –con el olimpismo recién logrado, mucho más–. Castilla La Mancha es uno de los motores –el dominio de Sandra Sánchez en katas, la nueva adrenalina de María Espinosa–, eso lo saben bien en todo el país. Pero lo que sucede con la cantera de karatecas en Mora es de otro mundo; debe ser cosa del agua, del aceite de oliva o del queso manchego.

Conversando con el maestro Enrique Tendero (sexto dan), se empieza a comprender algo mejor la situación y se fija la primera de las claves de tantos éxitos en los Campeonatos de España: las niñas no paran de entrenar. “Ocho horas de entrenamiento a la semana. Es mucha carga, pero en cuanto nos dicen que les duele algo, hay que parar”. Entre las niñas que hoy están en el gimnasio destacan tres karatecas que participaron en la Copa del Mundo disputada hace un par de semanas en Umag (Croacia): Alba Rey de Viñas (14 años, cinturón negro), Claudia López-Canadillas (12 años, se examina en unos días para el cinturón negro) y Elena Rodríguez (14 años, cinturón negro). Todas ellas vecinas del pueblo. Alba y Elena se conocen desde la guardería.

Parece de película, y, por supuesto, todas estas niñas ya han visto Kárate Kid en todas sus versiones, y la llevan a la práctica. Sigue inspirando, y hay paralelismos, más aún cuando el maestro de Enrique Tendero, el japonés Osamu Aoki (Yokohama, 1948), visita el gimnasio Jinbukan de Mora. Su trabajo se basa en la importancia de la respiración, la paz interior, la tranquilidad, la bioenergía. Puede que estas clases magistrales, y otras muchas que organizan desde el club, sean otras de las claves del milagro.

"Sujetando" el ímpetu de las karatecas

Tendero, que cada diez o quince días entrena en Alicante con el maestro Aoki, resume de manera gráfica el potencial que tiene sobre el tatami de su gimnasio: “A Claudia y a Alba no es que las tenga que animar, es que las tengo que sujetar”. Por eso, como contrapeso, despliega también con las niñas un trabajo de contención, y se encarga de recordarles que lo primero son los estudios y no perder la vida social.

Esta generación nunca vista de niñas karatecas en Mora conversa con El Confidencial justo antes del entrenamiento. Comenzaron tan pequeñas que ni recuerdan sus primeras patadas. Alba recuerda que empezó con las katas a los cuatro años y a los ocho ya empezó con los combates. La experiencia de competir en Croacia la tiene entusiasmada: “Había bastante gente, y como los muchachitos y muchachitas eran de nuestra edad hicimos muchos amigos, de Venezuela, de Italia…”.

A Claudia también le apuntaron sus padres con cuatro años, aunque lo suyo venía de familia. “Vine porque mi hermana Celia ya estaba apuntada”. El ímpetu con el que Claudia afronta los combates es una de las cosas que más llama la atención en esta nueva cantera del kárate femenino español. “Piensas en que te pueden atacar y te tienes que defender, y atacar tú también”, dice la campeona de España. “Aunque para mí es más difícil defenderme.”

La afición femenina por el kárate en Mora tiene nombre y apellidos, y es de agradecer que hasta las niñas la reconozcan el valor que tiene: María Antigua Martín: “Empezó María y yo creo que las chicas se fueron animando”, cuenta Elena, que cuando María Antigua fue campeona de Europa de katas en Eslovenia no había nacido todavía. “Puede ser otra de las claves, sí. Fue la primera quinto dan de Castilla La Mancha”, añade Enrique Tendero, “y acaba de proclamarse subcampeona de España después de once años sin competir.”

A María Antigua, que a sus 38 años sigue pensando en escalar peldaños y alcanzar el sexto dan, se le ilumina la cara con las palabras de las nuevas karatecas del pueblo: “Es un superorgullo que te tengan de referente. Me tienen para lo que necesiten. Yo soy más de kata y ellas más de combate, pero siempre me he ofrecido para echar un cable”.

Autorregulación de mente y cuerpo

A medida que se van acumulando más y más éxitos de estas niñas karatecas, en Mora crece la responsabilidad y la percepción de que es evidente que tienen entre manos algo muy importante. A todo esto ayuda la autorregulación del cuerpo y la mente que inculca el maestro japonés Osamu Aoki, y que su pupilo Enrique Tendero enseña a las niñas en cada entrenamiento. Aislar el pensamiento sabiendo utilizar en cada momento todos los huesos y todos los músculos, dibujando movimientos desde la energía vital.

A partir de ahora, la inclusión del kárate como deporte olímpico abre una nueva vía de futuro e ilusión a estas karatecas. Por lo menos para luchar por conseguir alguna beca y poder concentrarse exclusivamente en la competición durante algunos años.

La Federación Manchega de Kárate confía en Álvaro Jiménez Carmona este futuro y el reto de perfeccionar a las mejores niñas karatecas de la Comunidad, prepararlas para los combates y seleccionar a las representantes regionales. Álvaro sigue celebrando el tercer puesto por equipos en el Campeonato de España absoluto del kárate femenino manchego, y recalca que: “Para el Mundial cadete, junior y sub-21 (en octubre en Tenerife) tenemos nada menos que tres chicas manchegas en la selección española: María Espinosa, Nidia García Moya y María Prats”.

Sobre este pequeño milagro del kárate femenino en Mora, Álvaro Jiménez Carmona no tiene dudas del secreto: “El magnífico trabajo que hace Enrique Tendero. La palabra que lo define es maestro de kárate. Muchos hemos tenido la suerte de aprender de él”.

“Las pequeñas son un lujazo”

“Las pequeñas son un lujazo”, comenta al respecto de Alba, Claudia, Elena y compañía, pero reclama paciencia, como en Kárate Kid. “Trabajan muy duro. Pero hay que ir paso a paso, son todavía muy jóvenes y lo primero es cuidarlas en el día a día, que ya es suficientemente difícil.”

Ha terminado el entrenamiento. La puesta de sol ha ayudado a que los cuarenta y tres grados desciendan a cuarenta y medio, y llega una escena habitual de esta película de kárate: por la plaza del Ayuntamiento, entre las terrazas que empiezan a recibir algún que otro cliente, atraviesan unas cuantas niñas con kimono. No es Yokohama, es un pueblo de Toledo.

Las aceras son de goma bajo los cuarenta y tres grados de una tarde de mediados de julio en Mora (Toledo), y no debería estar en el guion que en una de las bocacalles de la plaza del Ayuntamiento más de una veintena de karatecas perfeccionen sus movimientos en el Gimnasio Jinbukan. Pero así es.

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