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¿La clave para batir el récord de la vuelta al mundo a vela? Una borrasca de doce días
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alex pella explica su gran aventura

¿La clave para batir el récord de la vuelta al mundo a vela? Una borrasca de doce días

Que un español haya sido parte integrante del barco que ha roto los registros a vela es un hecho histórico. Él, Alex Pella, nos cuenta cómo es pasar 40 días en un barco luchando contra el tiempo

Foto: El trimarán Idec Sport, nuevo detentor del récord de la vuelta al mundo a vela (Jean Marie Liot / DPPI / IDEC).
El trimarán Idec Sport, nuevo detentor del récord de la vuelta al mundo a vela (Jean Marie Liot / DPPI / IDEC).

Cualquiera que viera a Alex Pella en su hotel en Madrid no se podría ni imaginar que acababa de llegar de dar una vuelta al mundo. A este señor barcelonés de 44 años lo único que se le había alterado físicamente era la voz, bastante cascada, y no precisamente por haberse pasado 40 días sin pisar tierra firme. Desde que atracó en Brest el pasado jueves 26 de enero, Pella no ha parado de hablar. Con el primero que no fueran sus cinco compañeros de la tripulación del Idec Sport con el que habló fue Felipe VI. A partir de ahí, entre entrevistas, visitas y demás compromisos, no ha tenido un rato para sí mismo, prácticamente. De hecho, asegura a El Confidencial en una amena conversación que todavía no es consciente de que él forme parte de los hombres que han ganado el Trofeo Julio Verne o, lo que es lo mismo, ostentar el récord de la vuelta al mundo a vela.

Foto: El Idec-Sport, en medio del océano (FOTOS: Idec-Sport Sailing).

"No me lo acabo de creer", dice con la sonrisa en el rostro, la cual no se puede quitar en ningún momento. En parte no se lo cree por lo que le sucedió el pasado verano. "Hacía minuto y medio que había cogido yo la caña, el barco clavó las proas y volcó por delante. Yo pegué un salto al vacío de 18 metros de altura y un cabo se me quedó enrollado en el pie y me quedé colgado al revés a unos 15 metros del agua. Después se rompió el palo, me fui al agua y se me vino el barco encima a las 2 de la mañana y con el agua a 7 grados. Estuve como minuto y medio o dos minutos bajo el agua y conseguí salir. Un compañero me sacó del agua a los diez minutos y ya realizamos el rescate. El patrón sufrió daños físicos y por suerte el resto no, 'sólo' estábamos en estado de shock. No pudo venir el helicóptero por la niebla, así que vino un petrolero con tripulación filipina y bandera de Singapur, estuvimos 24 horas en su barco y ya vinieron los guardacostas canadienses a por nosotros". Así contaba Pella a este periódico antes de zarpar cómo fue su accidente.

Enganchamos una borrasca y estuvimos a su velocidad y recorrimos tres cuartos del planeta en 12 días con el mismo viento

"Lo he pensado cada día. Y antes de embarcarme tenía ciertas dudas. Pensé que me podía bloquear si íbamos demasiado fuertes. Yo llegué tarde a la concentración, porque le dije a Francis que no tenía la cabeza bien. Pero él me entendió, ha tenido tres vuelcos, uno de ellos como el mío, pero sin tripulación. Todo el mundo me dijo que era una experiencia que me iba a hacer madurar, y es verdad, porque cuando íbamos con algo mal, yo era el primero en avisar al capitán", afirma el barcelonés, que reconoce que, en parte, le ha servido para compensar los momentos de enorme sufrimiento que vivió.

Pella no acaba de asumir por todo lo que le queda por delante, lo mucho que aún puede hacer. "Me quedan unos diez años por delante —ahora tiene 44 años—. Francis Joyon, patrón del Idec, tiene 61 años. Estoy con mucha experiencia, me está llamando gente muy buena, estoy empezando a tener reconocimiento en Francia y también aquí". Pero es cierto, Alex Pella es ya uno de los mejores del mundo. El Idec Sport, el trimarán con el que partieron de Brest el 16 de diciembre, recorrió el globo terráqueo en 40 días, 23 horas, 30 minutos y 30 segundos, cuatro días menos que la anterior plusmarca, establecida por el Maxi Banque Populaire V capitaneado por Loïck Peyron en 2012.

Este año sí, esta vez Joyon y su tripulación pudieron superar esa marca. El anterior intento, a inicios de 2016, no lo lograron. "La experiencia del año pasado fue muy buena, porque nos puso en situación de hasta dónde podíamos llegar nosotros, en la preparación del barco, en el conocimiento y confianza entre nosotros", dice Pella, que ha mantenido una relación casi familiar con sus compañeros, la convivencia con ellos es indispensable que sea lo más positiva posible para que el ambiente en el barco sea muy bueno. Y ese ambiente lo genera el propio capitán. "El capitán tiene el mando en el barco, pero sin mandar. Lo ha hecho con una autoridad silenciosa, sin dar una voz. Eso sucede porque la gente le tiene un cariño especial. Genera un gran ambiente, y uno rinde cuando está a gusto", comenta.

Eso sí, reconoce que pudieron lograr el récord por unos detalles indispensables, como las condiciones climatológicas favorables que se encontraron en momentos clave. "Enganchamos una borrasca que se desprendió de Argentina en el Atlántico Sur y conseguimos mantenernos delante a su velocidad y recorrimos tres cuartos del planeta —desde el Atlántico hasta Nueva Zelanda— con el mismo sistema de viento en 12 días. Al ir delante de la borrasca, tienes viento, pero el mar está como una mesa, eso te permite correr". En esa fase llegaron a alcanzar una velocidad máxima de unos 48 nudos, lo que en tierra serían unos 90 kilómetros por hora. Una auténtica barbaridad. Y a ese ritmo, en cubierta "con temperaturas rondando los 4 grados, imagina, te hielas. Ahí el viento lo puedes cortar con cuchillo, es casi hielo". La media, sin embargo, fue de unos 28 nudos, unos 50 km/h, lo cual sigue siendo altísimo.

Foto: Alex Pella, a cargo de la caña (Agua y Sal Comunicación).

Allí, al sur de la Tierra del Fuego, cualquier barco en otra regata tiene una limitación: no pueden bajar más allá de la 'puerta del hielo', esto es, una línea imaginaria que determina la zona donde la presencia de hielo puede ser peligrosa para la seguridad de la embarcación. Eso no existe en el Julio Verne. "Nosotros podemos ir hasta donde queramos. Pero coincidió nuestro paso con la salida de la Vendée Globe —regata de vuelta al mundo en solitario—, y eso fue muy importante para nosotros". Saber dónde era seguro pasar resultaba fundamental.

En las Malvinas había una foca que le daba vueltas al barco. Eso nos hacía pensar «batimos el récord y nos adelanta una foca»

También lo era, por ejemplo, competir solos. "El año pasado salimos a la vez que otro barco. Eso nos hizo cometer muchos errores, porque además de buscar el récord, estábamos haciendo una regata, y son cosas diferentes. Era el barco poseedor del récord, más potente que nosotros. En condiciones normales, nos ganarían el 90% de las veces. Sin ellos, nos hemos quitado presión, sin pensar en nadie".

Y disfrutar, porque aunque se vaya fuerte, a todo gas, se puede disfrutar encima o dentro del trimarán. "Disfrutar no es estar todo el día de risas, sino cuando te das cuenta de que vas a 40 nudos por el límite del hielo, que no eres el único que piensa así, sino que tienes cinco compañeros que piensas como tú, que vas por delante del récord... Es una forma de disfrutarlo", dice Pella. Y hasta se permitieron el lujo de "alguna celebración en el paso de los cabos míticos, como el de Hornos". "Cuando lo remontamos, la gente se relajó y descansó, porque es imposible aguantar 40 días a un ritmo alto, revientas el barco y te revientas a ti mismo".

Después de esa durísima fase de 12 días por delante de la borrasca entraron en la calma del Pacífico. Y allí les ocurrió una de las anécdotas del viaje. Una de tantas, claro, porque 40 días dan para mucho, pero una que se le quedó grabada en la memoria a nuestro recordman. "Recuerdo que pasamos muy cerca de las Malvinas, al norte, y ahí nos quedamos sin viento. Y en unas islas pequeñas y desiertas, había una foca que le daba vueltas al barco. Eso nos hacía «Estamos batiendo el récord y nos está adelantando una foca»", comenta entre risas.

El trimarán (una embarcación de tres cascos) funciona con un sistema de guardias. "Tienen que haber dos personas en cubierta, otras dos en stand-by, otra en litera más Francis, que va por libre". Ahí los momentos están muy bien diferenciados. En el momento que un miembro de la tripulación se va a la litera nadie le puede molestar. "Ese momento es mío", dice Pella. Después, en la zona de stand-by hay tiempo para descansar, hacerse la comida en las dos cocinas que hay a bordo, escribir a familiares... "Un día hice una paella... con lo que podía, pero la hice". Y luego está la higiene personal, un tema a cuidar, pero de manera especial. "Tengo compañeros que no se han duchado en los 40 días. Yo hice una ducha bajando el ecuador y otra subiendo, y me quedé como nuevo. En el sur no te puedes duchar porque el agua está muy fría. Pero hay trucos: las toallitas de bebé son muy útiles para la cara. El resto del cuerpo intentas no mojártelo, vas muy tapado", asegura. Siempre, todo esto, regado con muchísima agua, que sirve para "hacer que todo circule por dentro y para mantenerte despierto".

Cualquiera que viera a Alex Pella en su hotel en Madrid no se podría ni imaginar que acababa de llegar de dar una vuelta al mundo. A este señor barcelonés de 44 años lo único que se le había alterado físicamente era la voz, bastante cascada, y no precisamente por haberse pasado 40 días sin pisar tierra firme. Desde que atracó en Brest el pasado jueves 26 de enero, Pella no ha parado de hablar. Con el primero que no fueran sus cinco compañeros de la tripulación del Idec Sport con el que habló fue Felipe VI. A partir de ahí, entre entrevistas, visitas y demás compromisos, no ha tenido un rato para sí mismo, prácticamente. De hecho, asegura a El Confidencial en una amena conversación que todavía no es consciente de que él forme parte de los hombres que han ganado el Trofeo Julio Verne o, lo que es lo mismo, ostentar el récord de la vuelta al mundo a vela.

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