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La emoción de encontrarse al barco rival en medio del Índico dando la vuelta al mundo
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entrevista con el navegante alex pella

La emoción de encontrarse al barco rival en medio del Índico dando la vuelta al mundo

Alex Pella (Barcelona, 1972) habla con El Confidencial nada más tocar tierra por primera vez en más de mes y medio después de quedarse a sólo 30 horas de batir el record de la vuelta al mundo a vela

Foto: Alex Pella, a cargo de la caña (Agua y Sal Comunicación).
Alex Pella, a cargo de la caña (Agua y Sal Comunicación).

En un momento durante el siglo XIX, muchos pasatiempos a los que millones de personas dedicaban sus ratos libres se empezaron a organizar de tal manera que dejaron de ser un mero entretenimiento y se convirtieron en deportes organizados para ver quién era el mejor en las disciplinas. Pasó con el fútbol, el baloncesto, el rugby, el tenis... Y hubo algunas materias que normalmente no consistían en una competición, pero que también se organizaron para ello. Este es el caso de la náutica, de histórico medio de transporte de personas y mercancías, y como elemento para la guerra. Como nunca fue una competición real, muchos de los que hoy en día se dedican a luchar por ser el mejor sobre el agua lo hacen porque les gusta, pero no se sienten deportistas, sino verdaderos marinos. Eso le sucede a Alex Pella.

Este barcelonés de 43 años prácticamente acaba de tocar tierra por primera vez en más de mes y medio. En todo este tiempo, ha pasado por casi todos los océanos que anegan nuestro planeta sobre el trimarán Idec Sport, un barco que "haría un Barcelona-Palma más rápido que muchos barcos a motor". Los trimarán son ligeros, veloces, imparables cuando cogen viento de popa, alcanzando los 40 nudos, lo que en tierra se traduciría a algo más de 70 kilómetros por hora. Acompañado por otros cinco tripulantes y comandado por el patrón Francis Joyon, Pella se ha quedado a solamente 30 horas de lograr el Trofeo Julio Verne, que se entrega al barco que bate el récord de la vuelta al mundo a vela. El marino catalán nos cuenta su vida en altamar, su hábitat natural.

Pregunta: ¿Cuánto tarda en pasarse el efecto de las olas en el cuerpo?

Respuesta: Lo que me está costando ahora es dormir de seguido, porque me he acostumbrado al horario de guardias. El ritmo de tierra es completamente diferente al que llevábamos en el mar. Además, íbamos en un barco rapidísimo, que haría un Barcelona-Palma más rápido que muchos barcos a motor. Eso genera mucho estrés, pero me he traído muchísimas anécdotas y tengo los ojos llenos de imágenes. La peculiaridad de esta edición es que hemos salido dos barcos prácticamente a la vez, cuando la media era que saliese un barco cada tres años. Salimos junto al Spindrift 2, el antiguo Banque Populaire V, poseedor del récord. Ha sido apasionante porque hemos estado compitiendo todo el rato. Incluso nos llegamos a encontrar a vista en el océano Índico, lo cual parece sencillo en carreras de coches o bicis, pero en una carrera de vela de tantos días, cruzarse en el Índico, la segunda mayor extensión de agua del planeta, es realmente emocionante.

Alex Pella se prepara para coger la caña.

P: ¿Cuánto es lo máximo que ha estado sin pisar tierra?

R: Hice ya otra vuelta al mundo en un monocasco y creo que fueron 94 días.

P: Cuénteme un día en el Idec Sport.

R: Funcionábamos por un sistema de guardias. El barco tiene dos literas, que tienen que estar ocupadas siempre. Íbamos seis personas, que ya es muy poco (en el Spindrift 2 iban catorce personas), y por tanto todo es mucho más intenso. Cuando te despiertas, sales de la litera y pasas a una zona de 'stand-by', donde te tienes que vestir por la ropa que toque fuera, donde están dos personas, uno que lleva la caña o timón y otro que lleva las velas. En esa hora y media de 'stand-by' tienes que comer, asearte y hacer cosas personales. Luego se pasaba a las velas (trimmer), luego se apoyaba a la caña, y luego otra hora y media a la caña. El puesto al timón agota mucho porque tienes que ir muy concentrado con los datos que te da el barco, la ola, el viento, las velas, las nubes... En realidad, hacíamos pequeños tramos de media hora con relevos con el trimmer. Después de eso, volvíamos dentro del barco y empezabas otra rutina.

Así era las 24 horas. Sólo se rompía ese ritmo cuando había que hacer una gran maniobra y teníamos que estar los seis en cubierta. En el resto del tiempo, yo solo me he estado cruzando con dos tripulantes, el que me despertaba y al que yo despertaba. Luego estaba el patrón, Francis Joyon, que estaba fuera de la guardia porque es la persona que decide las trayectorias, los rumbos ... Y teníamos un apoyo en tierra con un 'router', que analiza la meteorología y prepara una estrategia para ir lo más rápido posible. Éste trasladaba la información al patrón y éste, que es muy abierto, lo compartía con la tripulación por si alguien podía aportar algo más.

P: ¿Quiere eso decir que hay otros patrones más herméticos?

R: Hay varios estilos. Con Francis ha sido sido un placer navegar. Creo que él ha aprendido muchísimo y nosotros de él. Es un personaje espectacular, por eso Francia está donde está en este deporte. Lo ha hecho todo en solitario, no había navegado nunca con tripulación. Es autodidacta, tiene un trato increíble, y en la cabeza lo tiene todo muy claro y lo trasladaba todo a nosotros. Es un marino excepcional. En otros barcos, los patrones se lo guardan para ellos.

P: ¿Qué puede hacer en esa hora de 'stand by'?

R: Me llevé un mp3 que se podía mojar y me lo llevaba a todas partes, incluso a la caña con poco volumen. Pero tampoco te da tiempo a tanto, porque por ejemplo en el sur, que hacía tanto frío (hemos navegado con temperaturas con el agua a 1'5ºC y el aire bajo cero, con la cubierta totalmente helada; piensa en lo que es ir a 70 km/h en una moto sin casco con -3ºC: te mueres de frío), sólo el tiempo de vestirte ya llevaba su rato. Después hay que esperar a que se caliente el agua para comer... el rato se pasaba muy rápido. Yo también he tratado de escribir bastante, pero a veces se quedaba a medio porque me llamaban desde fuera. Pero es que fuera también pasaba todo muy rápido. Es lo guapo que tienen estos barcos, la intensidad con la que se vive.

Con el paso de los días te crees que estás bien, pero en realidad no lo estás, estás agotado

P: ¿Qué es más duro, física o psicológicamente?

R: Estos son barcos grandes y los esfuerzos son importantes, sobre todo porque no paras y eso desgasta mucho físicamente. Con el paso de los días te crees que estás bien, pero en realidad no lo estás, estás agotado. Y psicológicamente también es duro cuando hay averías, errores en la estrategia y has perdido mucho tiempo... Eso te machaca mucho la cabeza. También se te puede hacer muy largo, es mucho tiempo fuera de la vida normal. Yo, de todas formas, me considero más marino que deportista de élite. Estoy más adaptado al mar que preparado físicamente para estar en el mar, no sé si me explico. Yo salgo al mar a disfrutar y adaptarme, no me preparo en tierra para luchar contra el mar.

Venía a esta prueba muy ilusionado, porque no es fácil tener una oportunidad para hacer esto. Sólo hay tres barcos preparados para ello en el mundo. Y que te llamen con una tripulación reducida, que es como me gusta, y con un personaje como Francis es fantástico. He disfrutado muchísimo los 47 días. Nos quedamos con la miel en los labios porque hemos ido muy rápido en varios parciales, pero la meteorología en el Atlántico ha sido negativa. Pero a parte de eso, he disfrutado muchísimo y lo mejor es que casi seguro que repetiremos el año que viene.

P: Tuvieron problemas en los últimos días con el gas, ¿cómo lo gestionaron?

R: De todas las cosas que nos teníamos que llevar íbamos muy bien, como el gas, el agua, los palos, hasta el papel de water... Pero bajamos enseguida al sur y tuvimos frío muy pronto, por lo que cuesta más calentar el agua y el gas tira menos también. Yo creo que también íbamos en plan pasotas y no dosificamos bien el gas al principio. Íbamos a ritmo de diez días la botella de gas y con la última nos quedaban aún quince días, por lo que nos íbamos a quedar sin gas. Lo que hicimos fue compartir el agua para cocinar y racionarlo. No pasamos hambre, en absoluto. Teníamos que organizar una bolsa general de manera individual y bueno, había que procurar no comerse todo el dulce el primer día.

Aun así, yo he perdido mucho peso, pero porque yo siempre adelgazo mucho con este tipo de regatas, no ya por lo que como sino por el desgaste y el estrés. En un trimarán como este nunca estás a salvo de volcar. En un monocasco, el barco escora y vuelve a su posición natural. Si un trimarán vuelca, ahí te quedas.

Yo me considero más marino que deportista de élite. Salgo al mar a disfrutar y adaptarme, no me preparo en tierra para luchar contra el mar

P: ¿Es verdad que un tiburón casi os rompe el timón?

R: Eso ocurrió a la altura de Cabo Verde. Íbamos a una velocidad sensacional después de zarpar a la 1 de la mañana (que ya es raro) el primer día y haber pasado de Canarias al ecuador en cuatro días. Y de pronto le dimos con el timón a algo que no sabes qué es: puede ser un bicho, un objeto flotante, o lo que sea... Tuvimos que parar el barco, bajar y vimos que teníamos un tiburón plegado en ángulo recto. Dimos marcha atrás, se desenganchó y el pobre tiburón murió, pero no teníamos daños en el timón. Fue relativamente rápido.

P: ¿Cuál es su próximo proyecto?

R: Aún estoy aterrizando y si cuento muchas cosas me equivocaré. Pero siempre me pasa igual: el año pasado venía de ganar la Ruta del Ron, que es un pedazo de regata con 300.000 personas en la salida, y lo hice con un barco 100% español, demostrando que podemos estar a la altura de los franceses y los ingleses, y es que estamos en un país que tiene una historia reciente de eventos de vela enorme. Me entrevisté entonces con gente influyente en este mundo para llamar la atención. Y ahora me pasa lo mismo con esto. No pasa mucho que haya españoles en este tipo de desafíos, que te llamen los franceses, que son tan suyos. Ya tengo entrevistas en Barcelona para mover cosas.

Pero mi proyecto personal a largo plazo es estar en la Vendée Globe, la regata de vuelta al mundo en solitario, con un proyecto de verdad, con una compañía que se crea el proyecto y si puede ser de aquí, mejor, porque me gustaría enseñar este deporte al gran público. A medio plazo me apasionan estos records en multicasco, y ya me han llamado varias empresas para embarcarnos en algunos de ellos. Y luego volveremos con Idec a dar la vuelta al mundo.

En un momento durante el siglo XIX, muchos pasatiempos a los que millones de personas dedicaban sus ratos libres se empezaron a organizar de tal manera que dejaron de ser un mero entretenimiento y se convirtieron en deportes organizados para ver quién era el mejor en las disciplinas. Pasó con el fútbol, el baloncesto, el rugby, el tenis... Y hubo algunas materias que normalmente no consistían en una competición, pero que también se organizaron para ello. Este es el caso de la náutica, de histórico medio de transporte de personas y mercancías, y como elemento para la guerra. Como nunca fue una competición real, muchos de los que hoy en día se dedican a luchar por ser el mejor sobre el agua lo hacen porque les gusta, pero no se sienten deportistas, sino verdaderos marinos. Eso le sucede a Alex Pella.

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