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La Arista de Goûter, primera etapa para alcanzar la cima del Mont Blanc
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'el confidencial' asalta el mont blanc

La Arista de Goûter, primera etapa para alcanzar la cima del Mont Blanc

La ascensión que los montañeros en España conocemos como la ruta de Goûter no fue establecida totalmente 75 años después de la primera subida al Mont Blanc

Foto: La Arista de Goûter tardó tres cuartos de siglo en ser establecida.
La Arista de Goûter tardó tres cuartos de siglo en ser establecida.

La ascensión que los montañeros en España conocemos como la ruta de Goûter no fue establecida en su totalidad hasta transcurridos setenta y cinco años de la primera subida al Mont Blanc. La vía de los Cristalliers o vía Real, así se la nombra, se trazó en julio de 1861. Cincuenta años antes, en 1810, un guía apodado Montelet, Jean Marie Couttet, había hecho la última parte, la temible arista de Les Bosses. “El gran Montelet, el conquistador del Camino de las Jorobas, del Dromedario. A este gran guía lo consideraron sus contemporáneos como loco por pretender que había atravesado la Mala Arista y descubierto el camino más corto.” Así lo contaba Eduardo Schmid en una conferencia de las organizadas por Peñalara en 1918. Montelet lo hizo con la única ayuda de su 'alpenstock', el bastón alpino de casi dos metros de largo con una punta metálica en su extremo que es el bisabuelo de los actuales piolets. Algunas veces olvidamos que estos hombres eran de otra naturaleza.

Si vas con prisa, la subida al refugio de Goûter se hace en una sola jornada. Pero hemos decidido seguir con nuestro “paso de Procesión”, tomarlo con calma. Hay otra razón para no precipitarse: la meteorología da el sábado como el mejor día para intentar la cumbre. Hemos dormido en el refugio de Tête Rousse a 3.167 metros de altitud y hoy salvaremos los casi 700 metros de la Arista Payot -ese es el nombre de lo que conocemos como espolón de Goûter-.

Fernando Garrido adjetiva a esta parte del Macizo del Mont Blanc como una montaña podrida. Ese es el riesgo objetivo de esta vía.Desde quinientos o seiscientos metros de altura caen los pedazos de esta pared descompuesta. La masificación, la inexperiencia de algunos que la transitan son los riesgos subjetivos. La sucesión de rocas de todos los tamaños y en todas las posiciones que encuentras en las tres horas que empleas en salvar los setecientos metros no tienen ninguna dificultad. Salvo que si te despistas sobre todo al bajar, no vas asegurado o te cae un pedrusco, la poca dificultad se convierte en alta probabilidad de no volver a casa. Entre 1990 y 2011, 74 personas murieron y 180 resultaron heridas en el itinerario entre los refugios de Tête Rousse y Goûter. Aproximadamente un tercio de los accidentes se producen en la arista, sobre todo en el descenso. La mitad, en los menos de cien metros del corredor que los franceses llaman “de la muerte” y nosotros “la bolera”. Vamos a verlo en acción. Como dicen en la televisión...dentro vídeo.

El refugio de Goûter

El primer refugio sobre la Arista de Goûter data de 1854, lo levantó con piedras Charles Loiseau. Cuatros años después los Guías de Saint-Gervais hicieron una cabaña de madera. Sus condiciones se describían así en textos de la época: “Por lo general hay una capa de hielo de uno a dos pies de espesor en el suelo y las más bellas estalactitas en el mundo cuelgan de su techo”. El Club Alpino Francés inauguró su primer refugio en 1906. A 3.187 metros de altitud, las dimensiones eran: 4,20 x 3,20 y 1,80 de alto. Disponía de una litera para siete personas. El refugio en el que muchos de nosotros hemos estado, se construyó en 1962. Era el más moderno de los atendidos en altura. Pese a los esfuerzos de la familia Bochatay, guardianes del refugio desde su construcción hasta el 2001, después de cincuenta años Goûter estaba muy deteriorado. Con ocho mil pernoctaciones cada temporada era un lugar realmente incómodo. Entrar en la sala donde ibas a pasar la noche de ataque a la cumbre era sumergirte en una atmósfera nauseabunda. Bajar a los baños en una noche de tormenta era realmente duro. Quizás esta imagen exprese bien lo que fue el viejo y lo que es el nuevo Goûter.

El Club Alpino Francés: la fuerza de la inteligencia

La Unión Alpinista Internacional se creó en Chamonix-Mont Blanc en agosto de 1932. Fue la decisión más importante del III Congreso Internacional de Alpinismo, al que concurrieron 19 países representados por cerca de 200 congresistas.

El Club Alpino Francés tuvo un papel destacado en la fundación de lo que hoy conocemos como UIAA. Fundado en 1874, es el origen de la Federación Francesa de clubs alpinos y de montaña. Afilia a 319 asociaciones con 88.000 miembros y más de 5.000 voluntarios. Su presupuesto anual es de nueve millones de euros. Cuando llegas a 3.835 metros de altitud, a la puerta del mejor refugio de altura de Europa, el reluciente Refugio de Goûter, un cartel identifica al propietario: Club Alpino Francés.

“Ya se sabe, Francia, los Alpes, la afición a la montaña”. Cualquier montañero de nuestro país puede explicar con esta frase la potencia de esa federación de clubs. Pero, ¿y si las razones fueran otras?

En junio de 1935, la Revista Ilustrada de Alpinismo Peñalara informaba del encuentro en León de varios clubes de montaña que habían decidido constituir la Unión de Sociedades Españolas de Alpinismo. Lo organizó la Sociedad Peñalba y fue un éxito. Al año siguiente, en mayo de 1936, se volvieron a reunir en Bilbao. Asistieron trece sociedades de alpinismo. Algunas de ellas siguen en plena actividad: Peñalara de Madrid, Peña Guara de Huesca, Tajahierro de Santader yPeñaubiña de Asturias. Sin embargo, el Centro Excursionista de Cataluña, un importante club de ayer y hoy no asistió ¿En 1936? Tendrían sus motivos. A los pocos meses, como en algunas películas de terror, todo se fundió a negro.

En 2013, la Memoria del Consejo Superior de Deportes informaba que en España los practicantes de deportes de montaña y escalada con licencia eran 169.188 ¡El doble que en Francia! Frente a este dato los 88.000 del Club Alpino son calderilla. El número de clubs dados de alta es abrumador: 2.083 por los 319 franceses. Ahora bien, cuando llegamos a los presupuestos ya es distinto. Los últimos datos económicos publicados por la Federación Española de Montaña reflejan unas cuentas en 2011 de 826.275 euros. El Club Alpino Francés maneja 9 millones ¡once veces más! ¿Son más caras las licencias y los seguros en Francia que en España para justificar esta diferencia de ingresos? Parece que no. En las salidas fuera de Europa, si quieres ir a una montaña de más de 7.000 metros en la Federación Andaluza de Montaña el seguro te costará 656 euros; en la Catalana 438; en la Aragonesa 375; en la Madrileña 465;y en la Vasca, para expediciones con una cobertura de 90 días, 1.094 euros.¿Cuánto cuesta el seguro del Club Alpino Francés? A todo el mundo, indistintamente de la altitud, con extensión reforzada del seguro, 140 euros. ¿Entonces?

Nuestro país es el más montañoso de Europa después de Suiza. Es posible que esa evidencia geográfica justifique la existencia de 19 federaciones de montaña, incluyendo las federaciones de Ceuta y Melilla y de más de dos mil clubs, pero es difícil entender que asuntos de identidad totalmente respetables impidan que en nuestra país exista una Federación de Montaña que tenga la solvencia económica necesaria para fomentar el deporte, mejorar los refugios o lograr buenos precios, que el bolsillo del montañero agradecería. Cuando llegas al Refugio de Toubkal, en el Atlas marroquí, llama la atención ver a los guías bereberes cómo suben con cocinas y bombonas de butano al hombro. Con ellas prepararan su comida y la de sus clientes. Cuando dejan el refugio vuelven a cargar con ellas. Te preguntas si no sería más fácil ponerse de acuerdo y establecer unos medios que todos pudieran usar con el correspondiente pago. En ocasiones no sabes si en estos asuntos de montaña estamos más cerca de Marruecos que de Francia.

La montaña es el lugar donde menos sentido tienen las fronteras, físicas o psicológicas.Al menos para los que caminamos por ellas. Aunque, a decir verdad, son muchos los que andan con el “yo soy” a cuestas. Un peso más.

Nosotros vamos a aligerar carga para mañana. Nos vamos a la litera a intentar dormir. Son la nueve de la noche, a las tres de la madrugada desayunaremos y esperamos estar en la cumbre del Mont Blanc a eso de la ocho. Tenemos buena previsión de tiempo.

La ascensión que los montañeros en España conocemos como la ruta de Goûter no fue establecida en su totalidad hasta transcurridos setenta y cinco años de la primera subida al Mont Blanc. La vía de los Cristalliers o vía Real, así se la nombra, se trazó en julio de 1861. Cincuenta años antes, en 1810, un guía apodado Montelet, Jean Marie Couttet, había hecho la última parte, la temible arista de Les Bosses. “El gran Montelet, el conquistador del Camino de las Jorobas, del Dromedario. A este gran guía lo consideraron sus contemporáneos como loco por pretender que había atravesado la Mala Arista y descubierto el camino más corto.” Así lo contaba Eduardo Schmid en una conferencia de las organizadas por Peñalara en 1918. Montelet lo hizo con la única ayuda de su 'alpenstock', el bastón alpino de casi dos metros de largo con una punta metálica en su extremo que es el bisabuelo de los actuales piolets. Algunas veces olvidamos que estos hombres eran de otra naturaleza.

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