Adiós a Potchefstroom, adiós al parchís y al bingo

Adiós a 'tierra santa', como hace dos años lo fue Neustif en la pasada Eurocopa. La ciudad sudafricana despide a los internacionales españoles al filo de las once de la mañana y lo hará después de que los jugadores de Del Bosque rindan honores al pueblo que ha dado cobijo a la Selección durante el último mes. Y lo harán paseando en bus por todo Potchefstroom.

 

La despedida a la ciudad sudafricana también supone el portazo a muchos secretos, a multitud de horas encerrados en la residencia del centro de alto rendimiento que ha sido la morada de la Roja. Tantos minutos juntos dan para mucho, a vivir con la lógica incertidumbre de los primeros días, a las malas caras tras la derrota ante Suiza, a la ilusión provocada por las siguientes derrotas y la satisfacción producida por el derribo e dos muros: el de cuartos y el alemán. En las últimas horas, todos esos sentimientos se han transformado en alegría y, sobre todo, mucha esperanza de escribir una página de oro del deporte español y por qué no de la historia de España.

 

Y estos momentos de gloria llegan con la identificación de unos con otros de los jugadores, de gente de veintitantos años, con dinero, fama, pero con ambición por ganar, por ser más grandes todavía. El hambre ya lo han demostrado llegando a la final del Mundial, algo nunca hecho por España. Lo de la edad y su adolescencia perdida no hace muchos años, queda demostrada en la manera de matar las muchas horas muertas que siempre tienen estas concentraciones. Y no olvidemos que esta se inició el pasado 24 de mayo.

 

Bautizaron su residencia como 'El Convento'

 

Si en Francia la ministra de Cultura y Deporte puso el grito en el cielo ante el lujo que rodeaba a los galos en Sudáfrica, la escena no se podía haber repetido con el alojamiento elegido por España. No les ha faltado de nada, pero el lujo queda muy lejos de lo encontrado en 'Potch'. Los jugadores, nada más ver en dónde tenían que pasar un mes, decidieron tomárselo con humor y decidieron bautizar a la residencia con el nombre del convento. Todo dicho.

 

¿Y cómo pasar las horas en un convento? Pues retiro, meditación y poco más. En ese pequeño paréntesis abierto, los jugadores incorporaron nuevos juegos, nuevas distracciones. Y para sorpresa de todos ha sido el bingo la opción que ha triunfado entre los seleccionados por Del Bosque. ¿Se imaginan una partida con Capdevila, Xavi, Puyol o Albiol? Pues cierto como la vida misma. No sé si con brasero (el tiempo invitaba a ello) y mesa camilla, pero los internacionales le han dado al cartón.

 

Xavi es el jefe en lo del póker

 

La pocha ha perdido peso dentro de los seleccionados. La carta corrida ha ganado enteros, así como el póker. La ausencia de Capdevila en las partidas de pocha tras el desastroso nivel exhibido en la Eurocopa, ha hecho mella en el grupo pochero. Xavi es el jefe en lo del póker. En los últimos días, el parchís ha ganado adeptos en partidas que llegaban hasta pasada la medianoche. Albiol, Navas, Cesc... no han dejado de lado la play-station y sus interminables desafíos. Otros estilo Víctor Valdés o Marchena son más de las películas y la navegación en internet que la de los juegos.

 

La convivencia da para mucho y los jugadores no paran de verse unos a otros las caras. Y ese estar al lado el uno del otro, lleva a sacar punta del que tienes enfrente o a cualquier situación que viven. Y es aquí cuando llega el momento del mote. Janeiro, Jiménez o Lucky Luke son algunos de los sobrenombres que tienen algunos de los jugadores. El primero de ellos es Arbeloa, por su parecido con Víctor Janeiro, el segundo es Javi Martínez al que llaman así por un desliz de Del Bosque y el tercero es Busquets por su parecido con el famoso dibujo animado.