El Atlético de Madrid enloquece en el Metropolitano y derriba al Getafe (4-3)

La racionalidad ha decidido dejar de acudir a los partidos del Atlético de Madrid esta temporada. Solo así se puede entender el desempeño de un equipo que ha pasado de ser una roca defensiva que dominaba a su antojo el destino de los encuentros y que solo cedía seguridad defensiva a cambio de dinamita en el área rival a una incógnita andante. En la visita de un Getafe renovado y con el pecho hinchado de la mano de Quique Sánchez Flores, una lluvia de goles inundó el Wanda Metropolitano. El doblete de Ángel Correa y el tanto de Matheus Cunha por parte rojiblanca junto al doblete de Enes Ünal y el gol de Borja Mayoral en la primera parte dejaron 45 minutos frenéticos. El gol de Mario Hermoso en el 89 y con diez jugadores después de la expulsión de Felipe coronó otro partido delirante de los rojiblancos.

La primera parte empezaría con susto azulón. Una falta de Óscar Rodríguez despertaría al mejor Jan Oblak para evitar el primer gol del encuentro para un equipo que ya se ha acostumbrado a ser noqueado a la primera de cambios. Los colchoneros estaban sobre aviso, pero Luis Suárez giraría la inercia del encuentro al aprovecharse de la torpeza de David Soria. El portero visitante cayó en la trampa del uruguayo, chocó contra su pierna al lanzarse al suelo en el interior del área y el colegiado pitó pena máxima. Él mismo se encargaría de ejecutarla y… fallar. Solo sería el punto de partida de lo que vendría, donde la pelota se abrazó a la irracionalidad futbolística.

Continúa la sangría defensiva

En una jugada muy embarullada en el interior del área, con Luis Suárez peinando la pelota y Matheus Cunha pugnando con Djené, el más listo de la clase rebanó el cuero para hacer el 1-0. Ángel Correa, luz argentina entre tanta oscuridad atlética, levantaba al Metropolitano y volvía a demostrar lo injusto que se ha sido con él esta temporada, siempre dispuesto a partir desde la banda o el banquillo a pesar de mostrar mejores números que sus compañeros en ataque.

Siete minutos después, Marcos Llorente llegaría a la línea de fondo como un cohete y Cunha, otra vez agresivo en el interior del área, sacaría rédito del envío del español. Con un 2-0 a favor y el partido de cara, uno podía pensar que el Atlético de Madrid tendría un partido plácido. Nada más lejos de la realidad, Borja Mayoral empató el partido cuando un rechazo al medio terminó en los pies de Jankto y su remate, mordido y desviado, fue cazado por el ariete azulón.

Los nervios estallaron en el Metropolitano y dos manos seguidas, una de Cunha y otra de Lemar, provocarían un 2-3 despampanante con el que los locales se quedaron a cuadros. Los de Quique Sánchez Flores solo había disparado cuatro veces a puerta (dos de penalti) y se habían llevado un botín muy generoso. Síntoma de que a este equipo le hacen daño con lo mínimo. Por suerte para Simeone, Ángel Correa siempre responde y de su talento nació el 3-3 con el que se bajaría el telón del primer tiempo.

A la vuelta de vestuarios y sin cambios en ninguno de los dos equipos. A diferencia de la primera parte, el ritmo del partido decayó a través de un Atlético que tocaba y tocaba sin generar peligro y con la intención de reducir las pulsaciones del encuentro. Para desgracia de Simeone, Felipe cometería un error de bulto para ver una tarjeta roja directa tras una entrada indefendible. El técnico argentino recompondría el equipo con la entrada de Hermoso por Suárez y luego, con un triple cambio: Vrsaljko, De Paul y Joao Félix por Correa, Cunha y Kondogbia.

El Atlético quemaría todas sus naves para agarrarse al tren de la Champions League después de perder contra el Barça en el Camp Nou. Después de la buena ocasión de Maksimovic para los azulones y otro disparo alto de Lemar, llegaría el broche perfecto a la noche rojiblanca. De la falta botada al área por De Paul y el cabezazo 'in extremis' de Joao Félix, Hermoso remató de forma acrobática en el minuto 89 para dejar los tres puntos en casa. Quién sabe si esto puede ser un punto de inflexión para un equipo ansioso de victorias.