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Cristiano es lo que se salva en un Madrid que preferiría simular lo que queda de Liga
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otro día intrascendente para los blancos

Cristiano es lo que se salva en un Madrid que preferiría simular lo que queda de Liga

La Liga se ha convertido en un martirio para el aficionado blanco. Sin objetivos, sus jugadores ni siquiera tiran de orgullo. El luso sí, y por eso sus dos goles dieron la victoria ante el Eibar

Foto: Cristiano celebra un gol. (Reuters)
Cristiano celebra un gol. (Reuters)

El Real Madrid de la Liga es deambular. Hace meses que se quedó sin objetivos reales, no va a ser campeón. Y el hecho, fuerte como un yunque, mediatiza todo lo que ocurre alrededor del equipo. Desde la confección de las alineaciones hasta la medida en la que los jugadores están dispuestos a meter la pierna. Los blancos juegan en tercera velocidad como mucho, al ralentí. Han convertido sus fines de semana en un tiempo prescindible para sus aficionados, que mejor invertirían su tiempo en tomar el aperitivo con la familia o los amigos que en ver el enésimo partido infumable de los suyos. Esta vez en Eibar, pero es un ejemplar que se repite como piezas salidas de una fábrica. Ganó, porque Cristiano Ronaldo así lo dispuso ¿y? en realidad el resultado era un poco lo de menos.

En esta ocasión jugaron Isco y Bale que, de nuevo, no reivindicaron su posición en el campo. La lotería de los de arriba que no se llaman Cristiano -estos dos, pero también Lucas o Asensio- es disputar los minutos que tengan en Champions. Esos días el equipo es vigoroso, tiene objetivos y todos están en la misma sintonía. Los que tienen que jugar en el campeonato liguero no tienen la opción de jugar en ese nivel, entre otras cosas porque a nadie parece importarle demasiado lo que ocurra en el césped. Tristísimo para un club como el Real Madrid.

Foto: Cristiano Ronaldo durante un partido en Ipurua. (EFE)
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Como hecho noticioso se puede anotar que jugaron de nuevo Kroos y Modric. Ellos son los que miden al equipo, pero acaban de volver de la enfermería y también parecen estar desperezándose. El croata dio un pase sensacional en el primer gol de Cristiano, recordándole al universo que es un jugador especial de fútbol. También tuvo alguna jugada más para levantar del asiento a los suyos. Ramalazos de juego en un mal encuentro, porque también perdió algunos balones absurdos y dio cuenta de estar algo oxidado.

El Real Madrid le necesita a tope para cumplir en la Champions, que es el examen de mayor rango y también el único que aún están en condiciones de aprobar. De Kroos se puede decir también todo lo malo de su compañero. Estuvo torpón, algo que se vio en un córner sacado a los pies de un jugador del Eibar, quizá el saque de esquina peor tirado de todo el campeonato. Pero fue todo en general, el equipo estuvo deslavazado porque tampoco nadie, empezando por el alemán, estuvo dispuesto a organizarlo. Todos querían lo mismo, que pasasen los minutos.

El único síntoma positivo con el que se puede quedar el Real Madrid es Cristiano Ronaldo, ya plenamente enchufado en esa batalla suya con el mundo de marcar muchos goles. Tuvo meses de carencia, falló más goles que de costumbre, pero ha vuelto. Su hambre es voraz y a él sí que le da lo mismo jugar en Ipurua que en el Parque de los Príncipes, si puede perforar la red rival, es feliz.

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GRAF9149. EIBAR, 10 03 2018.- El delantero portugués del Real Madrid, Cristiano Ronaldo (3d), celebra con sus compañeros su segundo gol marcado al Eibar, durante el partido de la jornada 28 de LaLiga disputado en el estadio de Ipurua de Eibar. EFE Juan Herrero.

Solo Cristiano se lo toma en serio

Las cartas están sobre la mesa, levantadas, el único modo en el que el Real Madrid puede volver a ser campeón de Europa es que la bestia esté enchufada y con ganas de más. En realidad, ese es el camino de los últimos años, un jugador que siempre parece algo enfadado pero que tiene una capacidad ingente para marcar goles. Con un Madrid por encima del aprobado y él a sus cosas todo parece más sencillo. Incluso es posible ganar en Eibar, campo difícil, con diez jugadores arrastrando las botas por el césped, desconectados y con muy pocas ganas de estar ahí.

Muestras de la escasa tensión del partido son sucesos como que Sergio Ramos desapareciese durante diez minutos del terreno de juego y nada pasase. Los motivos no se saben, pero las consecuencias sí: ninguna. Porque en una mañana de este tipo, más allá de Cristiano, a nadie le importa nada.

En cuanto al Eibar, en ocasiones hasta se contagió del ritmo trotón del Madrid. Aspiran a Europa, pero si no llegan tampoco nadie se lo va a reprochar, así que el objetivo es, como en el caso de los blancos, bastante difuso. Su portero, Dmitrovic, fue el mejor del equipo por dos paradas sensacionales. Más allá de eso, jugadores cumplidores, trotones, condenados a un averno de partido.

Esta es la realidad de los partidos del Madrid en Liga, un mundo inconsecuente. Es una pena que, como en los videojuegos, no se pueda simular. Darle a un botón y que salga el resultado, con la cantidad que se quiera de goles de Cristiano. Hacer del trámite de los 90 minutos algo mucho más breve. No da para más.

El Real Madrid de la Liga es deambular. Hace meses que se quedó sin objetivos reales, no va a ser campeón. Y el hecho, fuerte como un yunque, mediatiza todo lo que ocurre alrededor del equipo. Desde la confección de las alineaciones hasta la medida en la que los jugadores están dispuestos a meter la pierna. Los blancos juegan en tercera velocidad como mucho, al ralentí. Han convertido sus fines de semana en un tiempo prescindible para sus aficionados, que mejor invertirían su tiempo en tomar el aperitivo con la familia o los amigos que en ver el enésimo partido infumable de los suyos. Esta vez en Eibar, pero es un ejemplar que se repite como piezas salidas de una fábrica. Ganó, porque Cristiano Ronaldo así lo dispuso ¿y? en realidad el resultado era un poco lo de menos.

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