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El Madrid no se encontró con su milagro de rigor pero sí con la contradicción de Ramos
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empató con el villarreal

El Madrid no se encontró con su milagro de rigor pero sí con la contradicción de Ramos

El equipo blanco realizó un partido muy similar al que lleva jugando todo el año, pero en esta ocasión no apareció un gol al final para darle los tres puntos. Ramos, protagonista en las dos áreas

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La heroica no puede ser una rutina, y si el Real Madrid no sabe eso estará en un equivoco absoluto. El partido contra el Villarreal se adaptó bien al guión que esta temporada parece único en los blancos, ese que mezcla momentos de aburrimiento y descontrol con otros de dominio absoluto blanco. Esta vez, sin embargo, cambiaron el desenlace. Lo intentaron con toda la pasión y la fuerza en los últimos minutos, rondaron el gol en cada acción. Pero no llegó. No siempre es fiesta. Después el empate del Barcelona y el Atlético amortiguó el pequeño drama que supone no ganar. Porque la Liga Santander es lo propio, pero también lo ajeno. Tampoco sorprendió a nadie que Sergio Ramos, una vez más, fuese a la vez héroe y villano. La costumbre de la esquizofrenia futbolística de un jugador que es todo y nada a la vez.

Foto: La alineación del Madrid contra el Espanyol (Cordon Press).

Treinta años tiene el central y aún no ha sido capaz de moderar sus excesos defensivos. Es el hombre más veces expulsado y también el que más penaltis ha hecho. No parece importarle demasiado, él sigue en sus trece, fiel a la caricatura que se ha montado y que mezcla con frecuencia el genio y la catástrofe. ¿Qué hizo esta vez? un penalti como un castillo. Es más, hizo la misma mano que el pasado domingo en Cornellá y que el árbitro, inexplicablemente, no vio. Aquella le hubiese supuesto una expulsión, esta fue un penalti al filo del descanso que Bruno ejecutó con frialdad de cirujano y supuso que el Madrid tuviese que remar contra corriente.

Sería injusto atribuir ese gol solo al brazo de Ramos, aunque este fuese el final del despropósito. Antes, el otrora sobrio Varane se inventó una cabriola a solo unos metros de su área. Una finta, casi una ruleta marsellesa muy propia de su entrenador, que terminó en desastre absoluto. Trigueros no se creía la fortuna que había tenido encontrándose el balón a su merced, con el defensa despatarrado, avanzó unos metros sin oposición -quizá porque Carvajal, recién entrado, estaba atándose las botas- disparó sin mucha fe y se topó con las manos del central de Camas, levantando los brazos como una flamenca. Ahí, con unos cuantos culpables, la imagen del gol es más concreta.

Ramos, el mismo Ramos del penalti, también fue el que enmendó la plana en la segunda parte. Solo llevaban tres minutos y un córner un poco enmarañado terminó en su cabeza. La historia de siempre, un gol para redimirse de los groseros fallos defensivos. Cosas que deberían estar borradas por la madurez de un treintañero pero que, en su caso, están por llegar. El talento está ahí, su capacidad aérea es igualada por muy pocos, si es que hay alguno. En el mismo hombre las miseria y los vítores, la constante contradicción.

El Real Madrid, más allá de Sergio Ramos, es un equipo desconcertante, de esos que no se saben si va o viene. A ráfagas parece un equipazo, especialmente cuando Kroos se pone los galones en la pechera. No estaba Modric para acompañarle en el esfuerzo, así que él, en soledad, tenía que sacar la pelota con cordura. Tiene un repertorio casi infinito, conduce con talento, abre a las bandas, juega en corto y en largo... cuando está bien tiene la plasticidad de los grandes, y en este inicio de temporada está siendo uno de los más destacados del equipo.

placeholder Ramos, en su gol (EFE)
Ramos, en su gol (EFE)

La disminuida BBC

El problema es que lo que da Kroos necesita de finalización, y ahí, donde menos se esperaba, es donde más problemas están apareciendo. Zidane salió con todo, es decir, con la BBC, y eso ahora mismo no es seguro de nada. Son tres jugadores de potencial enorme pero con un estado físico disminuido. Bale lo intentó, sin éxito. Benzema se movió por la punta como un boxeador sonado, sin saber bien dónde estaba y cuál era su función social en el Bernabéu. Cristiano tuvo cierta actividad, algún remate erróneo, pero está excesivamente lejos de lo que tiene que llegar a ser. Si el remate hubiese funcionado se estaría hablando de algo completamente diferente. Pero no pasó.

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Es cierto que el Villarreal no es un equipo cualquiera. Llegó al estadio del Madrid, se plantó con inteligencia e intentó capear el temporal cuando llegaban Los centrales y los laterales, juntitos y atrás, derrochaban físico persigiendo a los rivales. Cuando se aventuraban al ataque, que en fases del partido fue algo común, lo hacían siempre con cordura e inteligencia. Es, desde hace años, un proyecto interesante, con jugadores buenos -Sansone o Cheryshev, por poner ejemplos de la novedad- y las ideas claras.

En el Real Madrid había más novedades en el once, pues este es el año de la rotación. James, que se había ganado el puesto en capítulos anteriores, no hizo mal partido. Se le ve muy por encima de su versión anterior y, cuando el Madrid presionaba, él se iba a la banda y le daba sentido a los balones que pasaban por sus pies. Algo similar se puede decir de Danilo, defenestrado el año pasado por una afición que le recibió de uñas, pero que es en líneas generales un buen jugador. Empezó en la derecha, pero tuvo que cambiarse de lado por la lesión de Marcelo -malo para el Madrid- y, a pesar de estar en el perfil contrario, mostró despliegue físico y más fútbol que el que se le suponía.

Zidane, a quien el Villarreal truncó su racha victoriosa, intentó solventar la papeleta con lo de siempre: Lucas primero, Morata después. La actuación del extremo fue, como acostumbra, impecable, doblándose con Carvajal y generando problemas para el rival. Las cosas, sin embargo, esta vez no fueron a mayores, los intentos de Zidane quedaron en eso, intentos. Sin final feliz.

El resultado, juez de todo eso, hace que el Madrid salga decepcionado por perder dos puntos en su casa. La realidad es que las sensaciones se parecieron mucho, quizá demasiado, a todo lo mostrado por el equipo en estas primeras semanas de temporadas. Buenas fases, poca regularidad, las estrellas disminuidas y mucha fe para ganar al final. La fe, por más que digan, a veces no mueve montañas.

Ficha técnica

1 - Real Madrid: Casilla; Danilo, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Kovacic, James; Bale (Lucas Vázquez, m.72), Cristiano Ronaldo y Benzema (Morata, m.77).

1 - Villarreal: Asenjo; Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, José Ángel; Bruno; Trigueros, Dos Santos (N'Diaye, m.87), Cheryshev (Soriano, m.63), Samu Castillejo; y Sansone (Pato, m.73).

Goles: 0-1, m.45: Bruno de penalti. 1-1, m.49: Sergio Ramos.

Árbitro: José Luis González (colegio castellano-leonés). Amonestó a Ramos (45), Cristiano Ronaldo (69), Kroos (75) y Carvajal (93) por el Real Madrid; y a José Ángel (53), por el Villarreal. Expulsó a Chendo, delegado del Real Madrid.

Incidencias: encuentro correspondiente a la quinta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante 67.328 espectadores.

La heroica no puede ser una rutina, y si el Real Madrid no sabe eso estará en un equivoco absoluto. El partido contra el Villarreal se adaptó bien al guión que esta temporada parece único en los blancos, ese que mezcla momentos de aburrimiento y descontrol con otros de dominio absoluto blanco. Esta vez, sin embargo, cambiaron el desenlace. Lo intentaron con toda la pasión y la fuerza en los últimos minutos, rondaron el gol en cada acción. Pero no llegó. No siempre es fiesta. Después el empate del Barcelona y el Atlético amortiguó el pequeño drama que supone no ganar. Porque la Liga Santander es lo propio, pero también lo ajeno. Tampoco sorprendió a nadie que Sergio Ramos, una vez más, fuese a la vez héroe y villano. La costumbre de la esquizofrenia futbolística de un jugador que es todo y nada a la vez.

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