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La Liga vigilaba al Córdoba, pero el 'biscotto' ocurrió en Granada y en el Camp Nou
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dos empates bastante sospechosos

La Liga vigilaba al Córdoba, pero el 'biscotto' ocurrió en Granada y en el Camp Nou

Se venían insinuando que el Córdoba iba a recibir una buena prima si conseguía sacar algún punto de Eibar, pero de nada sirvió. El Granada y el Atleti sellaron un armisticio y el Barça se relajó con el Depor

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Todos los seguidores del Eibar y del Almería estaban pendientes de lo que pasaba en sus propias casas. Por fin, la jornada se jugaba como antes, con casi todos los partidos comenzando y acabando a la vez, así que no había tiempo ni posibilidades físicas de dividir la vista hacia dos pantallas, no digamos ya dos estadios. Pero cuando saliesen de las gradas, cabizbajos, muchos con los ojos rojos, llorosos, y les contasen lo que había pasado en el Nuevo Los Cármenes y en Camp Nou, la rabia debió, sin duda, apoderarse de sus cuerpos. Saber que el Granada-Atleti fue un absurdo de partido y que el Barça, ya campeón, se dejó empatar por el Depor tuvo que ser terrible.

Es una realidad del fútbol y será tremendamente complicado acabar con ella. Ha habido partidos comprados, concertados, definidos de antemano desde que al fútbol se juega con una pelota redonda, lo cual se intensificó en el momento en que los que organizaban este precioso deporte se dieron cuenta de que movía más dinero que Rockefeller cada vez que salía a dar un paseo. Y claro, desde ese día, había mucho interés en cuanto a tal o cual victoria. Y se dieron negocios ocultos, lejanos, muy lejanos al público pero siempre conocidos por unos pocos, que nunca jamás dieron el paso de contar lo que sabían.

Eso sí, a falta de confirmación oficial (la cual jamás en la historia llegará), no hubo un movimiento de dinero que provocara que el partido de Los Cármenes fuera un sopor auténtico y que hiciera al Barça dejarse empatar. No es que se metieran dos goles ellos mismos, ni que se sentaran sobre el césped esperando a que el Depor hiciera lo que tenía que hacer; ni el Atleti y el Granada se comieron literalmente a besos. Es decir, es imposible comprobar empíricamente que los dos partidos estaban apañados desde el inicio. Y tampoco se les puede obligar a los jugadores que hagan más de lo que hicieron.

Sin embargo, desde la Liga de Fútbol Profesional, con Javier Tebas como brazo ejecutor, llevan tiempo diciendo que quieren acabar con los amaños, con los biscotti que se producen en todos los tramos finales de las grandes ligas, directa o indirectamente. La Liga se ha puesto muy seria, al menos desde las palabras, con respecto a los amaños, a los partidos sospechosos de haber sido protagonistas de algún asunto turbio. El propio Tebas se mostró encantado de que la Fiscalía imputara a 42 personas por el Levante-Real Zaragoza de 2011. “Es positivo que se descubran los hechos para acabar con esta lacra minoritaria del fútbol español”.

La situación de ese partido es diferente. Lo que denuncia la Fiscalía es que el Levante recibió una prima por perder, lo cual atenta contra cualquier valor relacionado con el deporte, amateur o profesional. Pero, ¿cómo controlar que dos equipos firmen un pacto inmaterial de no agresión si a los dos el resultado les conviene? ¿Altera la salud de la competición? Lo que siempre se llama profesionalidad es la obligación moral que tiene un futbolista de querer siempre ganar, sin importar las circunstancias externas. Pero, ¿para qué esforzarse al máximo si se puede lograr lo mismo con menos gasto de energía?

Tebas tiene informadores en todos los estadios, esas mismas personas que le dicen que en no sé qué estadio se ha mentado a la madre de no sé qué equipo, que a la vez tienen también la obligación de estar atentas al desarrollo del juego e interpretar si han observado alguna irregularidad. En los próximos días recibirán los informes en la sede de la LFP, veremos si hay alguna novedad entonces.

Todos los seguidores del Eibar y del Almería estaban pendientes de lo que pasaba en sus propias casas. Por fin, la jornada se jugaba como antes, con casi todos los partidos comenzando y acabando a la vez, así que no había tiempo ni posibilidades físicas de dividir la vista hacia dos pantallas, no digamos ya dos estadios. Pero cuando saliesen de las gradas, cabizbajos, muchos con los ojos rojos, llorosos, y les contasen lo que había pasado en el Nuevo Los Cármenes y en Camp Nou, la rabia debió, sin duda, apoderarse de sus cuerpos. Saber que el Granada-Atleti fue un absurdo de partido y que el Barça, ya campeón, se dejó empatar por el Depor tuvo que ser terrible.

Javier Tebas
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