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Casi más policías que aficionados en el primer partido sin el Frente en el Calderón
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enormes despliegue de seguridad en el estadio

Casi más policías que aficionados en el primer partido sin el Frente en el Calderón

740 miembros de las fuerzas de seguridad estuvieron presentes en el partido, el primero sin la presencia de los ultras rojiblancos en la grada

Faltaba menos de una hora para el choque entre el Atlético de Madrid y el Villarreal cuando un puñado de cámaras se agolpaba en torno al dispositivo de seguridad que la Policía había montado en las puertas 43 y 44, las del Frente Atlético. Allí, los mencionados funcionarios -740 desplazados en total- obligaban a enseñar el DNI y el carné de abonado a todo el que accedía por aquellas puertas. Además, en un control previo, responsables de seguridad privada advertían a los aficionados que debían llevar la cara descubierta: fuera bufandas o bragas militares del rostro. Una vez pasados los tornos, los controles seguían y la seguridad privada volvía a cachear a cada persona que entraba por aquella puerta.

La acción no pasó desapercibida por el resto de aficionados, y alguno llegó a exclamar: "¡Parecemos delincuentes!". También se escuchó a más de uno decir: "Estoy hasta los huevos de la familia Gil". Hubo una socia que fue más allá y se dirigió directamente a un par de cámaras que grababan en ese momento la entrada de aficionados, con tono de indignación: "¡Nosotros no somos violentos, vosotros nos hacéis violentos! No hemos matado a nadie y porque haya 200 o 300 cafres en el Frente Atlético no tenemos que pagar el pato el resto. Porque he visto titulares en Prensa deportiva que nos salpicaba a todos, sin distinción, tachando de violenta la afición del Atlético".

El discurso terminó con algún aplauso de hinchas rojiblancos y vítores a favor de lo expuesto. Era una sola voz la que se quejaba amargamente, pero, por la reacción posterior, era un pensamiento que más de uno comparte en el Vicente Calderón. Las redes sociales también se inundaron de mensajes a favor del Frente Atlético. En Twitter por ejemplo se podían leer una y otra vez hashtags como #NoSinElFrente #ElFrenteNoSeMueve #AnimoFrenteAtleti.

El partido presentó la entrada más baja de toda la temporada, con apenas 35.000 asientos ocupados en las gradas del estadio rojiblanco y un ambiente muy frío no sólo por las bajas temperaturas que acecharon al Vicente Calderón sino por lo que se vivió entre el Frente Atlético y el resto de aficionados. El Fondo Sur, que siempre es el que más anima durante los partidos en la ribera del Manzanares, apenas de pronuncio en todo el encuentro. Cuando lo hizo dedicó a la grada un cántico que rezaba: "Si no me quieres no cantes mis canciones", a lo que el resto de la afición respondió con una sonora pitada.

Con el gol del Villarreal en el minuto 84 y con el Atleti más fuera del partido que dentro, el Fondo Sur volvió a hacer acto de presencia cantando "Atleti somos nosotros". De nuevo, pitada monumental de la grada para acallar los gritos del fondo sur. Situación extraña que Simeone no quiso comentar en la rueda de Prensa posterior al partido: "El ambiente me pareció bueno, pero yo estoy pendiente del juego y del partido".

El club y la Policía sabe perfectamente que todo este dispositivo está montado por los "200 o 300 cafres" a los que hacía referencia la aficionada, y en eso trabajan precisamente, para situarlos lejos del fútbol y que el resto de aficionados siga animando a su equipo con la pasión que les ha hecho famosos.

Faltaba menos de una hora para el choque entre el Atlético de Madrid y el Villarreal cuando un puñado de cámaras se agolpaba en torno al dispositivo de seguridad que la Policía había montado en las puertas 43 y 44, las del Frente Atlético. Allí, los mencionados funcionarios -740 desplazados en total- obligaban a enseñar el DNI y el carné de abonado a todo el que accedía por aquellas puertas. Además, en un control previo, responsables de seguridad privada advertían a los aficionados que debían llevar la cara descubierta: fuera bufandas o bragas militares del rostro. Una vez pasados los tornos, los controles seguían y la seguridad privada volvía a cachear a cada persona que entraba por aquella puerta.

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